Asier
Illarramendi no podrá celebrar sobre el terreno de juego una fecha muy señalada. Las malditas lesiones evitarán que sea el aniversario soñado, pero no por ello el día de mañana dejará de ser especial para el mutrikuarra. Será el décimo cumpleaños de su estreno como txuri urdin.
El 19 de junio de 2010 la Real visitó Elche casi en plena celebración por el ascenso conquistado días antes. El conjunto de Martín
Lasarte saltó al césped Martínez
Valero para completar el trámite. El resultado, 4-1, fue lo de menos.
Era el último partido en el infierno y el primero de un futbolista que no tardaría en hacerse un hueco en la historia reciente del club. A sus 20 años, Asier
Illarramendi formó parte de aquel último once inicial de la Real en Segunda. Gorka
Elustondo y Sergio
Rodríguez le acompañaron en la sala de máquinas en un encuentro sin demasiada miga que sirvió, eso sí, para que el mutirkuarra, sustituido en el minuto 67, debutase con la zamarra txuri urdin. 10 años después suma 203 encuentros con ella.
Illarramendi continuó una temporada más en las filas del Sanse, participando en tres encuentros con el primer equipo en su regreso a Primera, dos como titular. No fue hasta la siguiente campaña, la 2011/2012, cuando, ya con Philippe
Montanier al mando de la nave, derribó la puerta del primer equipo de forma definitiva.
Tras disputar 16 partidos como titular, la temporada 2012/2013 supuso su explosión. Dirigió desde la medular la mejor temporada de la última década, la del cuarto puesto. Disputó 32 partidos en Liga, todos como titular, rozando los 2.700 minutos. En poco más de tres años, había pasado de debutar en Segunda a llamar a las puertas de la Champions como indiscutible.
Calvario de lesiones
Su progresión, unida a su recital en la Eurocopa Sub-21 de ese verano, no pasó inadvertida para los clubs más potentes de Europa. El Real Madrid de Carlo
Ancelotti, enamorado del centrocampista, se lanzó a por él e Illarramendi decidió cambiar de aires. El club blanco pagó 32 millones de euros por su fichaje.
Sin embargo, el mutrikuarra no terminó de desplegar su fútbol en el conjunto merengue y, dos campañas después, regresó a casa. Asentado como uno de los líderes del centro del campo del equipo, el 10 de febrero de la pasada temporada comenzó su particular calvario con las lesiones. El lunes, cuando parecía ver la luz al final de un túnel que le ha llevado a disputar sólo 254 minutos oficiales en casi 500 días, volvió a caer. Una lesión de grado 2 en el aductor de su cadera le impedirá soplar las velas en el verde.
Source link