Illarra: un legado que conservar


Hace hoy nueve años que Asier Illarramendi (Mutriku, 1990) se presentó en sociedad con su primer partido en la Real. A punto de cumplir una década en el fútbol profesional, el centrocampista ha vivido siempre a la luz de sus magníficas condiciones para jugar a fútbol. Saltó a la élite como un prometedor canterano, iluminó Anoeta con tardes estelares siendo muy joven, fichó por el Real Madrid, reculó jurando amor eterno a los colores, creció hasta ser internacional y fue nombrado capitán. Con 200 partidos exactos a sus espaldas, sobre Illarra recae un legado que conservar en su momento más crítico como jugador txuri urdin. Regenerar su mejor versión es necesario para que lidere un proyecto plagado de las actuales promesas que ahora persiguen emularle. Ya es un veterano. Y como tal, el espejo. Desde julio su misión es ejercer de capitán

LOS NUEVE AÑOS DE ILLARRAMENDI COMO PROFESIONAL

2009/2010: La guinda del ascenso

La Real había logrado una semana antes el ascenso a Primera, suscitando el mayor estado de euforia que se recuerda en Anoeta. Faltaba una jornada en Segunda y Martín Lasarte pensó en alinear a un Illarramendi que acumulaba unos meses entrenando con el primer equipo. 67 minutos en Elche fue la toma de contacto, el primer día de una nueva vida.

2010/2011: Los primeros brotes y bautizo en Primera

Illarramendi siguió perteneciendo al Sanse en la temporada posterior a su estreno. Alternaba partidos con el filial y entrenamientos con la Real, a la que no dejó de estar vinculado, participando además en tres partidos de Primera. Debutó en la máxima categoría en un partido que la Real perdió en el campo del Villarreal (2-1) y jugó su primer partido como internacional Sub-21.

2011/2012: En el primer equipo, con razón

El 27 de agosto de 2011 es el día en que Illarramendi se convierte en debutante como miembro del primer equipo a todos los efectos. Su escalada era para entonces imparable y Philippe Montanier, con razón, no dudó en concederle la alternativa en la medular. También eran tiempos de relevo generacional, con la retirada de Aranburu. La clase de Illarra salía a escena en plena transición a un futuro mejor.

2012/2013: Se desata su gran explosión

La Real de Montanier fue cuarta y se clasificó para la Champions. Guiada por puntas de lanza del estilo de Bravo, Vela, Griezmann, Prieto o Agirretxe, no se entendía semejante éxito sin un Illarra desatado en sus labores de organización. Al lado del lugarteniente Markel Bergara, el de Mutriku destapó el tarro de las esencias en el centro del campo. No pasó desapercibido para el Real Madrid.

2013/2014: Mazazo en Anoeta: ficha por el Real Madrid

La Real traspasó a Illarramendi al Real Madrid en julio de 2013 a cambio de 38 millones. El guipuzcoano causó sensación en el Europeo Sub-21 que se acababa de celebrar en Israel y Carlo Ancelotti solicitó a Florentino Pérez el lanzamiento de una opa hostil que derrumbó los cimientos del proyecto txuri urdin. No desentonó, marcó su primer gol en Liga con el Real Madrid ¡en Anoeta! y conquistó la Copa de Europa.

2014/2015: Baja el pistón y vuelve siendo el más caro

La segunda temporada de Illarra en el Real se fraguó con un claro deterioro en su rendimiento. Por mucho que sumara 30 partidos oficiales, que no son pocos, rara vez se alistó en la primera fila para Ancelotti. Un sector del Bernabéu la tomó con el mutrikuarra y en verano, finiquitado su periplo en Concha Espina, se convirtió en el fichaje más caro en la historia de la Real, que pagó 16,5 millones para su regreso.

2015/2016: Soplo de aire fresco en la ‘revolución industrial’

La temporada arrancó con un insípido empate a cero en Riazor y a la semana siguiente regresó Illarramendi. Fue presentado en Anoeta y aquel mismo domingo se calzó las botas para jugar contra el Sporting, otra jornada resuelta sin goles. Eran las pistas más fehacientes de que el curso se parecía, con Moyes a las órdenes, a la ‘revolución industrial’ del fútbol. El de Mutriku fue un soplo de aire fresco y asentó la zozobra que se generó.

2016/2017: Llevando la manija de una Real memorable

La Real de la temporada 16/17, con Eusebio en el banquillo, jugó en muchas ocasiones de memoria y con tanta brillantez que la hizo memorable. Al mando de las operaciones estaba Illarramendi, componiendo una sociedad letal con el auténtico Zurutuza y el Prieto más virtuoso en el centro del campo. El exitoso resultado fue terminar con la decimoquinta clasificación de la historia para Europa.

2017/2018: Emerge su faceta secreta

Hace dos cursos que Illarramendi se manifiesta como un veterano de la Real. Consagrado absolutamente en las alineaciones como distribuidor en la medular, en el año de la Europa League emergió su arma secreta. Para asombro de muchos, Illarra pulverizó sus registros y firmó siete goles, cuando anteriormente se había quedado en uno en Liga. No pudo rescatar al equipo de los tropiezos finales que cambiaron el rumbo.

2018/2019: Su año más delicado brazalete en ristre

La retirada de Xabi Prieto en mayo de 2018 estuvo acompañada de un icónico gesto por parte del capitán saliente. El donostiarra arropó a Illaramendi con el brazalete de capitán en un acto reflejo espontáneo, como si le proclamara unilateralmente nuevo emperador de la tropa. Al mutrikuarra no ha parecido sentarle bien el aumento de rango, visto que su último año ha sido el más delicado de cuandos se le recuerdan como futbolista del primer equipo. Ramplón en su juego, con menos ideas que nunca e incapaz de sujetarlo, tampoco ha garantizado ser la voz cantante adecuada para liderar un proyecto con la categoría de sus antecesores. Para colmo, se lesionó de gravedad en febrero. El mejor fichaje de la Real será la regeneración de una de sus piedras angulares


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