Relean la alineación con la que Osasuna saltó al campo. Cuenten las bajas que tenía
Jagoba Arrasate
y valórenlas. Apenas contaba con un banquillo del que echar mano.
Y enfrente, un Athletic miedoso. Como preocupado por el qué dirán. “¿A ver si nos ganan estos?”.
Al finalizar el partido, una preocupación. El juego del conjunto rojiblanco da más miedo que el resultado. Todos los jugadores parecen peores de lo que son. Merecieron más, pero sin ofrecer nada más allá de la pelea mínima exigible a un profesional.
Ilusión, ninguna. Que todo cambie. La jornada anterior, ante el Levante, la aparición en un momento comprometido de
Zarraga y Morci, dos peloteros, nos ilusionó.
Quizá Garitano creía de verdad en ellos. Lo visto este sábado en Iruña, en el partido del Centenario de Osasuna, le desdice. Más que una ilusión, el cambio en el técnico de Derio es ya una quimera.
Y no nos ha mentido nunca, esa es la verdad. Garitano apuesta por la solidez defensiva, la pelea y el trabajo estajanovista. Las florituras creativas son una asignatura que arrancó de su manual.
Y el gol, visto lo visto hasta el momento, un proceso resultante de litros y litros de sudoración. Que nadie crea en musas.
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