El 24 de abril, la UNAM organizó la conferencia Obstáculos y pendientes para la conservación de la biodiversidad en México, dentro del XIV Seminario Rafael Martín del Campo y Sánchez, en donde participó la bióloga Julia Carabias Lillo.
En ese marco, Carabias Lillo, de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, expuso: “En la actualidad, cuarenta mil especies de flora y fauna están amenazadas de desaparecer; algunos grupos son profundamente vulnerables, como el de las cícadas (plantas únicas sobrevivientes de épocas remotas que compartieron con los dinosaurios y que se consideran fósiles vivientes) y el de los anfibios”.
La velocidad de extinción se aceleró a partir del siglo pasado, al igual que la disminución de grupos de especies; se espera que para finales del siglo, un millón pudieran expirar o estar en alto riesgo de erradicación, añadió la experta.
Además, de acuerdo con la ganadora de la Medalla Belisario Domínguez en 2017, la población de vertebrados silvestres disminuyó 68% en los últimos 50 años y la abundancia de insectos salvajes a la mitad.
La humanidad ha impactado tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos tercios de los océanos. No obstante, “hoy somos 7.8 mil millones de personas y el crecimiento de la población no va a parar hasta que se estabilice entre 9 mil millones y 12 mil millones”, señaló Carabias.
La investigadora indicó que este problema obedece a factores indirectos: cuántos humanos somos y cómo nos distribuimos en el territorio; la producción y el consumo que provocan actividades en los sectores agropecuario, forestal cacería, minería, infraestructura, elementos que provocan el cambio de uso de suelo, deforestación, sobreexplotación, introducción de especies invasivas, cambio climático, contaminación e incendios.
Además, informó que si hay un incremento de la temperatura de 1.5 grados, entre 4 y 8% de las especies de insectos, aves, mamíferos y plantas, reducirá su ámbito de distribución; pero si el aumento es de 4.5 grados, el porcentaje de especies afectadas se elevaría entre 44 y 67%, y su distribución quedaría más reducida.
Por ejemplo, los arrecifes se disminuirían entre 10 y 30% de la superficie que ocupan, pero se podrán reducir a uno por ciento de la cobertura actual si la temperatura llega a dos grados, alertó la científica.
A pesar del panorama poco alentador, Julia Carabias expresó que la pérdida de biodiversidad se puede detener “y eso es lo que debemos hacer a toda costa; la situación es dura, compleja, pero tenemos que detenerla porque se puede, y no hay ninguna justificación humana que nos obligue a resignarnos, de ninguna manera“.
De no tomar acciones, “vamos al colapso, a la extinción”; pero emprender medidas de conservación puede llegar a estabilizar a las especies y mejorarlas un poco, pero para ello se requieren acciones integradas.
Para Julia Carabaias la medida de mayor éxito como instrumento de política pública en diversos países es la de áreas naturales protegidas.
Sin embargo, la experta señaló que uno de los problemas en la conservación de la biodiversidad es la ausencia de armonía en la planeación de políticas públicas, que el conocimiento científico se traduzca en ellas y que el tema de la biodiversidad se aborde en el contexto de la educación ambiental.
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“A pesar de la importancia de las áreas protegidas no hay compromiso social. Si alguien intentara desmantelar las pirámides de Teotihuacán, la gente se levantaría en su defensa, pero no pasa lo mismo con el patrimonio natural”, puntualizó.
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