Las cifras que ha ofrecido el Fondo Monetario Internacional el martes no favorecen una lectura unívoca o monolítica, pero tampoco dibujan un panorama sombrío. El organismo prevé cinco décimas menos en el crecimiento global este año (del 4,9% al 4,4%), en buena medida a causa del menor dinamismo tanto de Estados Unidos (1,2 puntos menos, hasta el 3,9%) como de China (4,8%, ocho décimas menos de lo estimado). Hay otros factores que explican la rebaja de las previsiones, entre ellas el impacto de la ómicron, la tensión internacional abierta en Ucrania y un repunte de la inflación más persistente de lo previsto. Probablemente, la recuperación no será tan rápida como se había calculado, pero crecer a un 4,5% es crecer por encima de la media de los últimos años anteriores a la emergencia de la covid, que estuvo en torno al 3,3% anual, aproximadamente.
La principal advertencia del FMI concierne a la inflación. El diagnóstico confirma que el coste de la energía se va a mantener elevado durante todo este ejercicio, y un aumento de la tensión con Rusia podría empeorar la tendencia. A diferencia de Europa, las bases de la inflación en Estados Unidos son generalizadas, lo que va a provocar el inicio de la retirada de los estímulos monetarios y las primeras subidas de los tipos de interés de los últimos cuatro años. Desde la crisis financiera de 2008, el precio del dinero se ha mantenido cercano a cero e incluso en niveles negativos para sostener unas economías que han pasado por la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión y, casi sin respiro, por la mayor caída del PIB desde la II Guerra Mundial. Como consecuencia de estos dos episodios, los bancos centrales han inyectado cantidades ingentes de dinero para apoyar la recuperación y, con la inflación, llega el momento de iniciar la retirada.
El Banco Central Europeo (BCE) no ve motivos por ahora para subir los tipos de interés, y en todo caso resultaría prematuro para España por el freno al crecimiento que podría comportar la medida, mientras que las subidas que se prevén en la Reserva Federal están todavía por debajo de los tipos que llegó a tener en 2017 o 2018, cuando se situaron en el 2,5%. Por su parte, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ha pedido flexibilidad a los gobiernos para adaptarse a circunstancias cambiantes y también ha instado a los países más endeudados a adoptar medidas.
En el caso español, la corrección que el organismo ha hecho de las previsiones de crecimiento va en línea con lo previsto a escala global. Según el Fondo, España crecerá este año un 5,8%, ocho décimas menos de lo previsto hace unos meses, y algo más de un punto por debajo del cálculo del Gobierno (7%). La publicación por parte del INE este viernes de los datos del PIB de 2021 permitirá actualizar previsiones y ajustar a ellas la acción política, dado el elevado endeudamiento tanto público como privado de la economía española (263% del PIB, según el Banco de España, hasta septiembre de 2021). En todo caso, España sigue en primer lugar en las previsiones de crecimiento para 2022 entre los grandes países desarrollados.
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