A Kimi Raikkonen hay pocas cosas que le impresionen. O si lo hacen, no suele expresarlo. Otros pilotos que hubieran estado en el lugar del finlandés en el GP de Emilia Romagna, hubieran reaccionado de forma mucho más fogosa. No Kimi, quien al vivir de muy cerca, justo ante sus ojos, el tremendo accidente a 340 km/h entre George Russell y Valtteri Bottas, sorprendió de nuevo por su capacidad por mantener la mente fría.
El piloto de Alfa Romeo estaba persiguiendo al de Mercedes y al de Williams en el momento del impacto en recta, vio ante sus ojos los dos coches chocando fuertemente contra el muro y, al pasar por ese punto, un mar de piezas de fibra de carbono impactaron contra su monoplaza.
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Por radio, su equipo le avisaba de que se había mostrado la bandera amarilla por un incidente, y él se encargó de recalcarle a su ingeniero de pista que lo había visto todo desde una posición de privilegio.
Así fue la conversación de Raikkonen con su ingeniero:
Ingeniero: “Oh, bandera amarilla dónde estás tú”.
Raikkonen: “Sí…”
Raikkonen: “He tenido el espray de muchas partes de …..”, decía soltando alguna palabrota. Habrá Safety Car”.
Ingeniero: “Ok, Kimi. Modo Safety Car. Hay muchas piezas en la pista”.
Raikkonen: “Sí, lo sé porque ha pasado justo … 50 metros delante de mí”.
Ingeniero: “Sí, lo sé”.
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