BAKHMUT, Ucrania — Bosques incendiados y ciudades quemadas hasta los cimientos. Colegas con amputaciones. Bombardeos tan implacables que la única opción es yacer en una trinchera, esperar y rezar.
Los soldados ucranianos que regresan del frente en la región de Donbas, en el este de Ucrania, donde Rusia está librando una feroz ofensiva, describen la vida durante lo que se ha convertido en una agotadora guerra de desgaste como apocalíptica.
En entrevistas con The Associated Press, algunos se quejaron de una organización caótica, deserciones y problemas de salud mental causados por los bombardeos incesantes. Otros hablaron de la alta moral, el heroísmo de sus colegas y el compromiso de seguir luchando, incluso cuando los rusos mejor equipados controlan una mayor parte de la zona de combate.
El teniente Volodymyr Nazarenko, de 30 años, segundo al mando del batallón Svoboda de la Guardia Nacional de Ucrania, estaba con las tropas que se retiraron de Sievierodonetsk bajo las órdenes de los líderes militares. Durante una batalla de un mes, los tanques rusos eliminaron cualquier posición defensiva potencial y convirtieron una ciudad con una población de 101,000 habitantes antes de la guerra en “un desierto incendiado”, manifestó.
Los cuerpos de rescate seguían buscando entre las ruinas de un centro comercial en Kremenchuk que cayó víctima de un bombardeo ruso y donde, según las fuerzas ucranianas, 20 personas siguen desaparecidas. Las autoridades declararon tres días de duelo nacional. Las bombas usadas en ese ataque fueron tan poderosas que es posible que los familiares no puedan recuperar los restos de sus seres queridos.
“Nos bombardearon todos los días. No quiero mentir sobre eso. Pero estos fueron bombardeos de municiones en cada edificio”, enfatizó Nazarenko. “La ciudad fue nivelada metódicamente”.
En ese momento, Sievierodonetsk era una de las dos principales ciudades bajo control ucraniano en la provincia de Lugansk, donde los separatistas prorrusos declararon una república no reconocida hace ocho años. Cuando llegó la orden de retirada el 24 de junio, los ucranianos estaban rodeados por tres lados y montaban una defensa desde una planta química que también albergaba a civiles.
“SI HUBO UN INFIERNO EN LA TIERRA EN ALGUNA PARTE, FUE EN SIEVIERODONDETSK”
“Si hubo un infierno en la Tierra en alguna parte, fue en Sievierodonetsk”, reveló Artem Ruban, un soldado del batallón de Nazarenko, desde la relativa seguridad de Bakhmut, 64 kilómetros (40 millas) al suroeste de la ciudad capturada desde entonces. “La fuerza interior de nuestros muchachos les permitió sostener la ciudad hasta el último momento”.
“Esas no eran condiciones humanas en las que tuvieron que luchar. Es difícil explicarte esto aquí, cómo se sienten ahora o cómo era allí”, puntualizó Ruban, parpadeando a la luz del sol. “Estuvieron peleando hasta el final allí. La tarea era destruir al enemigo, sin importar qué”.
Nazarenko, que también luchó en Kyiv y en otras partes del este después de que Rusia invadiera Ucrania, considera que la operación ucraniana en Sievierodonetsk es “una victoria” a pesar del resultado. Expresó que los defensores lograron limitar las bajas mientras detenían el avance ruso durante mucho más tiempo de lo esperado, agotando los recursos de Rusia.
“Su ejército incurrió en enormes pérdidas y su potencial de ataque fue destruido”, dijo.
Tanto el teniente como el soldado bajo su mando expresaron su confianza en que Ucrania recuperaría todos los territorios ocupados y derrotaría a Rusia. Insistieron en que la moral se mantuvo alta. Otros soldados, la mayoría sin experiencia de combate antes de la invasión, compartieron relatos más pesimistas e insistieron en el anonimato o usaron solo su nombre de pila para hablar de sus experiencias.
“En la televisión están mostrando imágenes hermosas de las líneas del frente, la solidaridad, el ejército, pero la realidad es muy diferente”, dijo Oleksiy, un miembro del ejército ucraniano, quien agregó que no cree que la entrega de más armas occidentales cambie el curso de la guerra.
Su batallón comenzó a quedarse sin municiones en unas pocas semanas, dijo Oleksiy. En un momento, el incesante bombardeo impidió que los soldados se pusieran de pie en las trincheras, dijo, con el agotamiento visible en su rostro arrugado.
CIENTOS DE SOLADOS FALLECIDOS
Un asesor presidencial de alto rango informó el mes pasado que entre 100 y 200 soldados ucranianos morían todos los días, pero el país no proporcionó el número total de muertos en acción. Oleksiy afirmó que su unidad perdió 150 hombres durante los primeros tres días de lucha, muchos de ellos por la pérdida de sangre.
Debido a los incesantes bombardeos, los soldados heridos solo fueron evacuados por la noche y, en ocasiones, tuvieron que esperar hasta dos días, dijo.
“A los comandantes no les importa si estás psicológicamente quebrantado. Si tienes un corazón que funciona, si tienes brazos y piernas, tienes que volver a entrar”, agregó.
El domingo, las fuerzas rusas ocuparon el último bastión ucraniano en la provincia de Lugansk e intensificaron los ataques con cohetes en Donetsk, la provincia de Donbas donde se encuentra el centro.
El ejército ruso usa el sistema de lanzamiento de misiles Grad para bombardear posiciones en Ucrania.
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