Viendo el páramo futbolístico del primer tiempo de los leones el pasado viernes en Son
Moix me acordé de
Iñigo
Vicente
en más de una ocasión. El jugador más talentoso con un balón en los pies salido de la factoría de Lezama en muchos años estaba en un banquillo en otro páramo, en este caso, burgalés. Es increíble, pensaba, mientras no daba crédito al tostón, televisado para más inri en abierto, que el mediapunta de Derio no tenga un hueco en este Athletic.
Y no creo que
Gaizka
Garitano
sea un incapaz ni un ciego. La calidad del máximo asistente del Bilbao
Athletic durante la temporada pasada, eso sí, no le sirvió para hacerse un hueco en la primera plantilla este verano.
Y tampoco, visto lo visto hasta el momento, lo tiene fácil en el Mirandés de Segunda
A, ni siquiera con
Iraola
en el banquillo. Apenas lleva jugados 190 de los 450 minutos disputados.
Unos dicen que no lucha lo suficiente, otros que debe aprender a manejarse en el campo cuando el balón lo tiene el contrario. Y yo me pregunto, ¿eso no debió aprenderlo en infantiles, en juveniles o en el Bilbao
Athletic? ¿Qué es lo que le han enseñado en tantos años en Lezama, puesto que el talento es innato?
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