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Irán intenta frenar la fuga de cerebros con centros de innovación



Aún huele a nuevo en la Fábrica de Innovación Azadi, un proyecto conjunto de los sectores público y privado para promover el emprendimiento, y la primera experiencia de ese tipo en Irán. De hecho, los obreros siguen trajinando en diferentes edificios de esta antigua factoría de varillas de soldadura de Teherán, reconvertida en incubadora de startups de la mano de la arquitecta Leila Araghian, premio Agha Khan en 2016. Pero, tres meses después de su inauguración, la mayoría de los 160 puestos disponibles en el espacio de trabajo compartido de su nave principal están ocupados. El éxito ha hecho que el Gobierno ya planee un segundo emplazamiento.
“Estamos intentando ayudar a las nuevas generaciones de iraníes a desarrollar su potencial y a avanzar, para que no emigren”, declara la ingeniera Azin Amini, adjunta al director ejecutivo del proyecto y responsable de la remodelación. La fuga de cerebros es un grave problema en Irán. Los mejores entre los 335.000 graduados cada año en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (lo que los anglos llaman STEM) terminan emigrando a Europa, Estados Unidos o Canadá por la falta de oportunidades de empleo y los problemas económicos y sociales.

Amini representa a la empresa privada que participa en esta experiencia, Hamava. Se trata de una incubadora de negocios vinculada a la compañía de capital riesgo Sarava (que tiene participaciones tanto en Digikala como en Cafe Bazaar, entre otras tecnológicas iraníes). El socio del sector público es el Parque Tecnológico Pardis (una zona económica especial), que depende de la vicepresidencia para la Ciencia y la Tecnología. Su titular, Sorena Sattari, ha dicho que este año (que en Irán empieza el 21 de marzo) el Gobierno ha incrementado un 70 % el presupuesto para parques tecnológicos y puesto en marcha planes para reducir el efecto de las sanciones.
“Los emprendedores necesitan inversores, ángeles que financien sus ideas, y aquí les ponemos en contacto con empresas de capital riesgo, hallan los servicios que necesitan, seguridad e incluso espacios de encuentro para crear sinergias”, insiste la ingeniera.
Un buen ejemplo es AVAGames, una empresa de juegos online que ha tenido un gran éxito con uno de sus primeros productos, un juego que se ha situado como el segundo de más éxito en Irán a través de Cafe Bazaar. “Nos hemos instalado aquí por los mentores que ofrece”, explica Omid Sharif, de 27 años cofundador y jefe del equipo artístico. Este ingeniero textil, a quien siempre le apasionó dibujar, atribuye que otros juegos suyos no hayan tenido tan buen resultado a los problemas con los servidores locales cuya capacidad es limitada. “Debido a las sanciones, no tenemos acceso a los de las grandes compañías internacionales”, apunta, lo que pone de relieve la importancia del proyecto de servicios de infraestructuras en los que trabaja Cafe Bazaar.
Pero la Fábrica de Innovación Azadi es más que un espacio de trabajo compartido. En los almacenes de la antigua factoría se anuncian aceleradoras para proyectos farmacéuticos, de nanotecnología, de seguros, de logística, de urbanismo… Las aspiraciones van incluso más lejos. “Queremos que sea la semilla de un distrito de innovación, donde a los jóvenes emprendedores se les ofrezca también vivienda asequible”, subraya el representante del sector público, que sólo se identifica por su apellido, Mohammadi.
De vuelta en la nave central, el joven equipo de Keshmoon se afana en perfeccionar su web. Desde ella, los nietos de un cultivador de azafrán tratan de recuperar el valor de esa especia a través de un sistema de comercio justo que pone en contacto directo a los consumidores con los agricultores. Irán, que es el principal productor del mundo, ha visto decaer sus ingresos por la creciente competencia de otros países, la sequía y el descenso de la calidad. La cuidada presentación que han diseñado ya empieza a atraer a clientes europeos, su principal objetivo. ¿Cómo se las arreglan para cobrarles?
“Estamos trabajando con una startup iraní de medios de pago similar a Paypal”, explica una de las empleadas. “Ellos sirven de puerta de acceso a un banco…”. Justo cuando pronuncia su nacionalidad, Amini interrumpe la conversación: “No nos interesa que se difundan esos detalles. No queremos problemas”.


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