EL PAÍS

Irene Vida Gala, diplomática: “A Lula le faltó confianza para apostar por una mujer canciller”

Aunque Brasil tuvo su primera diplomática en 1918 y una presidenta en este siglo, todavía es el único país de Mercosur y entre las grandes potencias americanas que nunca ha tenido una mujer al frente de la política exterior. Por eso, las diplomáticas brasileñas han emprendido una batalla pública para conseguir poder y visibilidad. Ahora suponen el 23% de la carrera y el 20% de los embajadores. Al frente de ese movimiento, Irene Vida Gala (São Paulo, 61 años), antigua embajadora en Ghana, que en esta entrevista habla sobre diplomacia, feminismo, diversidad, una hipotética negociación Putin-Zelenksi… y por qué su país cae bien.

Pregunta. ¿Usted siempre quiso ser diplomática o tenía otros sueños?

Respuesta. Surgió más bien en la universidad. En los ochenta, hubo una telenovela muy famosa en Brasil, Dancing Days (así, en inglés, días de baile). Uno de los protagonistas era diplomático y cuentan que entonces dije que quería ser diplomática, como él.

P. ¿Por qué cree que no prosperó la campaña para que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva designara una canciller?

R. Somos el país de Mercosur con menos mujeres jefas de misiones diplomáticas. Nuestra diplomacia, que tiene 200 años, es muy tradicional y las prácticas sexistas están más consolidadas. Personalmente, creo que el presidente Lula estaba muy dispuesto a tener una canciller mujer. Tuve la oportunidad de hablar personalmente con él y me pareció sensible al tema. Creo que sectores del propio Itamaraty [como es conocido el ministerio por el palacio que lo acoge] lo convencieron para elegir una figura, Mauro Vieira, que ya fue canciller. Era una apuesta segura. Faltó confianza para apostar por una mujer.

P. Al puñado de puestos más importantes, los llama usted Grand Slam. ¿Por qué?

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R. En la diplomacia brasileña, existe el circuito Elizabeth Arden. En los cincuenta y sesenta, cuando crecía nuestra diplomacia, eran los puestos donde había tiendas de esos cosméticos: Roma, Londres, París, Nueva York… Me parece una visión muy antigua. Hoy tenemos una recomposición de las fuerzas en el mundo. Y las mujeres quieren un puesto donde se juega el partido, en el Grand Slam.

P. ¿Cuáles son?

R. Quizá para otra persona serían otras plazas, pero me parecen obvios: los cinco países del Consejo de Seguridad. Ciertamente, Buenos Aires y la ONU. India, sin duda, la OMC, Alemania.

Vida Gala posa para un retrato después de la entrevista, este lunes en São Paulo.Lela Beltrão

P. Por primera vez Brasil ha nombrado una embajadora en Washington. ¿Es una victoria?

R. Sin duda es una victoria, pero es poco. No podemos quedarnos con una. En la literatura sobre diversidad lo llaman tokenismo (una especie de cortina de humo). Colocas una y ya. Entendemos que las nominaciones deben venir con mujeres. Nuestra embajadora en Washington es la única diplomática que ha ocupado dos cargos de Grand Slam y, ahora, Washington. Es, potencialmente, una mujer que ha creado un currículum para ser canciller. Así que el ministro Vieira tiene la ocasión de dar oportunidades a mujeres para que una lo suceda como canciller.

P. En el anterior Gobierno había más militares que mujeres; ahora las ministras son un tercio del Gabinete. Pero en parlamentarias ocupan el puesto 130 del mundo. ¿Dónde están los obstáculos?

R. Venimos de cuatro años de retroceso por parte del Gobierno de Bolsonaro también en este ámbito. Independientemente de eso, sabemos que las mujeres tienen habilidades, lo que no tienen son oportunidades. Y para crear oportunidades necesitamos algunas políticas afirmativas. Soy muy optimista, entiendo que ahora hay un conjunto de fuerzas favorables.

P. ¿Cuánto tardarán la diplomacia y la política brasileñas, tan masculinas, blancas y canosas, en parecerse más a Brasil?

R. Difícil pensar en cuándo, porque no me gusta que la gente acumule frustraciones. Quiero asegurarme de que vamos por buen camino, sin contratiempos. Ya no hablamos de cuotas, queremos paridad. Por supuesto, presionaremos para acelerar porque es beneficioso para Brasil. La diversidad añade calidad al resultado. En nuestra Asociación de Mujeres Diplomáticas se está formando un grupo de trabajo de mujeres negras. Y tenemos el sueño de ver a indígenas en nuestra diplomacia, no hay ninguno.

P. Suecia fue pionero en adoptar una política exterior feminista y el primer país en abandonarla. ¿Qué lectura hace?

P. Tiendo a creer que el discurso será quitar lo feminista, pero que la práctica ya está engendrada. La perspectiva de género en las políticas de cooperación suecas, que es tan importante, creo que permanecerá. Cuando sacas al genio de la lámpara, no vuelve dentro.

P. Con este Gobierno, ¿Brasil vuelve a ser ese país amigo de todo el mundo?

R. Espero que sí. A los brasileños nos gusta creer que el mundo nos tiene un cariño especial, pero sabemos que hay varios países que reciben simpatías colectivas. Más allá de iconos mundiales como Pelé o Ayrton Senna, es uno de los cinco países del mundo con mayor PIB, población y territorio y, entre esos, es el único que no está en guerra, ni vinculado a un esfuerzo bélico, que no tiene la bomba atómica. Para estar ahí sin energía nuclear, necesitas otro poder. En nuestro caso es una historia de relaciones pacíficas. Desde la Guerra de Paraguay (1864-1870), no hemos tenido problemas fronterizos.

P. ¿Ve al presidente Lula capaz de persuadir a Putin y a Zelenksi para que negocien?

R. Él tiene vocación de diálogo y su liderazgo puede construir un ambiente propicio para sumar agentes interesados en promover la paz. Tras un año de guerra, hay agotamiento. Por lo tanto, tenemos el momento adecuado, la persona adecuada, agentes políticos decididos a cambiar el escenario. Nadie quiere otro año de guerra.Y además en Brasil se dice que Lula tiene suerte.Nadie sabe el resultado, pero el esfuerzo vale la pena.

P. Más cerca de casa, ¿cómo abordar Nicaragua y Venezuela?

R. Ese tema todavía no está en la primera página de la agenda. Se está abordando entre bastidores. Como todo el mundo sabe, la diplomacia no se hace bajo los focos. El presidente Lula es consciente de la relevancia de un proyecto común en América del Sur. Y para construirlo necesitamos la máxima estabilidad. Soy optimista sobre la dirección de la política exterior con este Gobierno. Estamos saliendo de un momento muy oscuro. Y creo que podemos recoger en el plano externo elementos que nos ayudarán a superar desafíos internos.

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