Pocos echan hoy en falta la mili. El servicio militar obligatorio ha sido abolido en la mayoría de países europeos. Pero en el caso de la realeza belga, como en otras, el peso de la tradición y sobre todo, el futuro rol de comandante en jefe, hacen que vestirse de camuflaje todavía forme parte del sendero vital de los monarcas. A sus 18 años, Isabel de Bélgica empezó este lunes a saber en qué consiste. La princesa heredera al trono, hija de los reyes Felipe y Matilde, ya se encuentra en el campamento militar de Elsenborn, cerca de la frontera alemana. En la instalación, habitualmente custodiada por 150 soldados, pasará cuatro semanas aprendiendo a leer mapas, manejar armas o pasar desapercibida para el enemigo, justo lo contrario a lo que está acostumbrada alguien de su posición, permanentemente bajo los focos. Una vez logre desenvolverse en la práctica casi como un miembro más del ejército, completará su año de formación con clases más teóricas en el internado de la Real Academia Militar de Bruselas. Entre las materias, historia, ética, matemáticas, sociología, psicología o idiomas. La joven es la pionera de una generación de futuras reinas a la que pertenecen también Amalia de Holanda, Ingrid de Noruega y Leonor de España.
Los pasos de Isabel de Bélgica se siguen con especial interés. Tras la supresión de la ley sálica en 1991, se convertirá algún día en la primera reina de los belgas desde la creación del país en 1830. Su llegada al trono, tras décadas sin apenas mujeres encaramándose a esa posición en Europa, se espera como un soplo de aire fresco en una institución tradicionalmente copada por hombres que en Bélgica ha sobrevivido a la brutal colonización del Congo, las reticencias sobre su papel durante la ocupación nazi, infidelidades, hijos ilegítimos, sospechas de evasión fiscal y trágicos accidentes.
Las autoridades afirman que en su periplo militar Isabel será tratada como una estudiante más. Aunque la pandemia ha obligado a realizar ciertos retoques. En un año normal compartiría habitación con una compañera de habla francófona. Ahora, para evitar contagios, cada recluta dormirá solo. El país presta gran atención a la cuestión lingüística, fuente habitual de conflicto entre flamencos y valones. Isabel de Bélgica domina cuatro idiomas: francés, inglés, alemán y neerlandés, si bien su formación en el ejército se desarrollará en esta última, la misma en la que ha sido educada en sus años escolares. Y una forma de compensar la balanza, dado que los reyes y sus hijos hablan en francés en casa.
“Isabel estará en el centro de atención durante su entrenamiento militar. Por un lado porque es la heredera al trono, y por otro porque es una de las pocas chicas. Entre los 100 alumnos de su promoción solo hay un 21% de mujeres. De alguna manera, la princesa será un modelo a seguir”, estima Wim Dehandschutter, periodista especializado en realeza del diario Het Nieuwsblad.
Thierry Debels, autor de varios libros sobre la familia real, discrepa de la necesidad de la formación militar. “Es un año perdido. Debería especializarse en economía y derecho. Tener una buena base para convertirse en reina en un país tan complejo como este. ¿Es útil para un rey saber usar un arma?”, critica. Sobre su educación, Debels cree que Isabel ha crecido bajo la estricta supervisión de su madre Matilde de Bélgica. “Es demasiado perfecta, ha sido fabricada para no cometer fallos”, opina.
Tras dos años terminando el instituto en el UWC Atlantic College de Gales, la princesa sigue así el itinerario de su padre, el rey Felipe, que como muchos de sus antepasados también pasó por la academia entre 1978 y 1981. Los buenos recuerdos del monarca, que tras una infancia difícil, marcada por los problemas matrimoniales de sus padres Alberto y Paola, vivió como un respiro su salto al ejército, e incluso se graduó como piloto de caza y paracaidista, han sido decisivos para que Isabel siga sus pasos y se convierta —voluntariamente, según fuentes cercanas a la Casa Real— en la primera princesa en ingresar en la institución.
Su estancia será mucho más breve que los cuatro años del rey Felipe. Después se espera que inicie estudios universitarios, aunque no se descarta que se tome un año sabático para viajar por el mundo. Para evitar posibles controversias sobre su elección universitaria entre Flandes y Valonia, Dehandschutter ve factible que se marche a Estados Unidos, donde su padre estudió Ciencias Políticas en los ochenta en la Universidad de Stanford.
Antes de todo eso, el rey Felipe será testigo el próximo verano desde las gradas de la participación de su hija en el desfile militar de la fiesta nacional belga. A diferencia del resto, Isabel de Bélgica no podrá ser reclutada para participar como soldado en misiones de paz, pero la instrucción le servirá para su futuro papel de jefa de las fuerzas armadas.
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