Isak, el mejor desde Griezmann

Con apuntar que alguien ha firmado el mejor registro desde que Antoine
Griezmann ofreció tardes de gloria en la Real, es suficiente para caer en la cuenta de que el protagonista es figura en Anoeta. Sólo la comparación sostiene el silogismo. Pero aquí faltan unas 70 líneas y es improcedente dejarlas en blanco. Si además el respetable acaba de asistir a otro recital de Alexander
Isak, merece la pena desgranar tres cuartos de hora de quitarse el sombrero.

Isak es el mejor de la Real desde Griezmann en el apartado de los goles que se marcan en una Liga. Son números. Y al mismo tiempo, palabras mayores. El francés hizo 17 en la temporada 2013/2014, antes de irse. La historia más saludable para la Real es que Isak decida proseguir por otros derroteros su carrera. Es decir, que apueste por continuar en Anoeta. El doblete contra el Valladolid sitúa al escandinavo en los 16 goles ligueros. Rompe el récord de su competencia más dura, los 15 de Willian
José en la 2017/2018. Y se convierte en el cuarto artillero txuri urdin del Siglo XXI, sólo contando el campeonato doméstico. A rebufo de un trío ilustre. El aludido Griezmann (17 dianas en la 13/14), Nihat (23 en la 02/03) y Kovacevic (20 en la 02/03). Isak iguala el registro de otro extranjero de alto copete, Carlos
Vela, autor de 16 goles en la 13/14.

Decide y descansa

A la Real le impulsó Isak y al Valladolid le tumbó Isak. Dos pájaros de un tiro para el depredador de Solna, auténtico cañonero en los primeros 15 minutos de acción: marcó los dos lanzamientos que acreditó.

Januzaj y Silva se asociaron antes de que Isak entrara en juego dentro del área con un control exquisito del balón. Maniobró hacia el interior y batió a Masip por todo el ángulo. Con la dificultad añadida de que le encimaban dos defensas, el gol fue de muy bella factura.

Nueve minutos después, al cuarto de hora de partido, otro. De distinto orden, también vistoso. Oyarzabal se adueñó del cuero y se lo suministró a un especialista del movimiento al espacio. En carrera, a toda velocidad, Isak cruzó la definición y la ajustó a la cepa. La Real estaba lanzada, el Valladolid rendido y el sueco había decidido la victoria.

Pletórico de confianza, Isak se atrevió con un caño dentro del área antes de ser objeto de penalti en el 4-0 de Januzaj. Se disponía a embocar ante Masip cuando Olaza le obstaculizó. Si no era penalti, el gol estaba cantado. El único de los cuatro en que Isak pasó desapercibido fue el tercero, tranzado por Silva y Januzaj.

Isak marcó las diferencias en un partido al que llegó con el muslo mermado. De ahí que se retirara a descansar. Vio la segunda parte desde la grada.


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