Israel ha bloqueado todas las exportaciones agrarias palestinas en una medida de represalia que amenaza con devastar la depauperada economía de Cisjordania. El órgano de administración civil del Ministerio de Defensa que gestiona la ocupación de los territorios palestinos vetó el domingo la salida hacia Jordania de productos agrícolas palestinos. Este giro radical en la guerra comercial que la Autoridad Palestina libra desde octubre con el Gobierno de Benjamín Netanyahu, al que acusa de impedir su desarrollo, se suma a la prohibición dictada el domingo anterior para despachar las exportaciones a través de los puertos israelíes. La tensión entre ambas partes se ha agudizado tras la presentación hace dos semanas del polémico plan de paz del presidente Donald Trump.
El puente de Allenby (rey Hussein, en la denominación jordana), en el valle del río Jordán, era la única puerta al mundo que seguía abierta para los renombrados dátiles o el apreciado aceite de oliva palestinos, que ahora corren el riesgo de pudrirse o quedar arrinconado en los almacenes en lugar de seguir su curso habitual hacia los mercados de Oriente Próximo.
La guerra comercial agraria estalló el pasado mes de octubre, cuando el Gobierno palestino suspendió la importación de carne de ternera israelí, dentro del proceso de “desconexión económica con la potencia ocupante” emprendido por el primer ministro Mohamed Sthayeh. Los ganaderos del Estado judío comercializan la mayor parte de su producción en Cisjordania, ya que casi toda la carne de vacuno que se consume en Israel procede del exterior. La pérdida del mercado cautivo palestino les ha convertido en rehenes del boicot.
Mientras las exportaciones agrícolas palestinas hacia Israel apenas sumaron 80 millones de euros en 2018, en sentido contrario los flujos agropecuarios alcanzaron los 550 millones de euros. Hace una semana, la Autoridad Palestina respondió al veto a sus productos en los puertos de Haifa y Ashdod con la prohibición de la entrada de legumbres, frutas, refrescos y agua mineral procedentes de Israel. La espiral de medidas de retorsión recíprocas se ha disparado hasta llegar al bloqueo en el puente de Allenby.
Los renombrados dátiles o el apreciado aceite de oliva palestinos corren el riesgo de pudrirse o quedar arrinconado en los almacenes
El ministro de Defensa de Israel, Naftali Bennett, ha advertido de que solo se levantarán las sanciones a los productos agrícolas palestinos cuando se suspenda el boicot a la venta terneros israelíes. Los palestinos han replicado, en palabras de su ministro de Agricultura, Riad Attari, que “cada decisión israelí que perjudique a la economía nacional tendrá respuesta”.
La escalada parecía haber tocado a su fin en diciembre, cuando los precios de la carne de ternera se dispararon en Cisjordania en medio del descontento popular y las autoridades israelíes parecían dispuestas a permitir la importación de carne de vacuno procedente de terceros países en territorio palestino. Las presiones de los ganaderos israelíes, que exigían el mantenimiento de las cuotas de exportación previas, dieron finalmente al traste con el principio de acuerdo.
Las complejas relaciones económicas entre el Estado ocupante y la Administración autónoma bajo ocupación militar se rigen por los llamados Protocolos de París, documentos anexos a los Acuerdos de Oslo que dieron origen a partir de 1993 a la Autoridad Palestina. El Gobierno palestino amenaza periódicamente con romper con una regulación que fue concebida dentro de un pacto provisional previo a la constitución de un Estado propio, dentro de las fronteras anteriores a la guerra de 1967, pero Israel insiste en hacerlos valer como marco permanente de una unión económica de facto.
La escalada de las hostilidades económicas se produce además en plena campaña para las legislativas del 2 de marzo, las terceras elecciones que se celebran en Israel en menos de un año, en las que Netanyahu y los partidos de la derecha que le apoyan están retrocediendo en los sondeos de intención de voto frente al relativo avance del centroizquierda.
La presentación del plan de paz de Trump no parece haber impulsado la campaña del primer ministro israelí, que persigue la reelección para ponerse a salvo de las acusaciones por corrupción que ha presentado en su contra el fiscal general. El definido como ‘acuerdo del siglo’ por el propio presidente norteamericano afronta este martes un nuevo escollo en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde está previsto que el presidente palestino, Mahmud Abbas, reclame su condena por la comunidad internacional.
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