Israel conmina a Irán para que se aleje de su frontera en Siria



Es una línea roja. Israel no va a tolerar que Irán se afiance militarmente en la frontera de Siria, como ha advertido Benjamín Netanyahu en los dos últimos años. Ahora que el primer ministro vuelve a estar en campaña electoral, sus mensajes se han reforzado con misiles de la aviación de combate. Los ataques contra objetivos iraníes y de sus aliados chiíes en bases sirias se han reanudado en la última semana con contundentes y mortíferos resultados: 15 muertos (incluidos soldados sirios) y la destrucción de baterías antiaéreas, puestos de observación y arsenales.
El recrudecimiento de las incursiones aéreas israelíes ha coincidido con el anuncio de una reunión de alto nivel, este mismo mes en Jerusalén, de los consejeros de seguridad nacional de Estados Unidos, Rusia e Israel. En la prensa árabe ya se ha adelantado que este cónclave sin precedentes tiene como objetivo expulsar a Irán de la frontera sirio-israelí.
Que John Bolton, el halcón más caracterizado de la Administración del presidente Donald Trump, se entreviste con su homólogo israelí, Meir Ben Shabbat, viene a ser lo habitual. Que se cite al mismo tiempo, y en la disputada Ciudad Santa, con el secretario del Consejo de Seguridad del Kremlin, Nikolay Patrushev, apunta a un giro en los equilibrios de fuerza en Oriente Próximo. En la agenda oficial de la reunión, cuya fecha aún no ha sido precisada, figuran “cuestiones de seguridad regional”, según informó la Casa Blanca.
Netanyahu se ha apresurado a atribuirse la paternidad de la reunión, ideada en su visita a Moscú en vísperas de la elecciones israelíes del pasado 9 de abril. “Propuse a Trump y a (el presidente Vladímir) Putin convocar un comité trilateral en Jerusalén para analizar la situación en Oriente Próximo, y ambos aceptaron. Nunca se había celebrado un encuentro de este tipo”, ha revelado el jefe del Ejecutivo israelí, que el próximo 17 de septiembre se somete de nuevo a las urnas tras haber fracasado en la formación de Gobierno. Un éxito diplomático para alejar hacia el desierto la amenaza iraní que el Ejército de Israel percibe en la frontera siria redundaría sin duda en su favor en la campaña.
Un portavoz del Kremlin citado por la agencia TASS ha declinado confirmar las revelaciones de la prensa árabe publicada en Londres sobre un eventual reconocimiento de Washington al régimen de Damasco. El periódico Asharq al Awsat, aseguraba del domingo que EE UU se dispone a ofrecer en Jerusalén el levantamiento de algunas de las sanciones que ha impuesto al Gobierno de Bachar el Asad a cambio de que Rusia impida que Irán se afiance militarmente en Siria.
En medio del intercambio de presiones previas a la reunión trilateral en la Ciudad Santa, el Canal 13 de la televisión hebrea revelaba que Washington ha hecho saber a Moscú que respalda el derecho de Israel a defenderse de las amenazas a su seguridad, plasmadas en la cercana presencia de unidades de la Guardia Revolucionaria iraní y de las milicias chiíes de Líbano e Irak.
El Ejército israelí teme además que las Fuerzas Armadas leales a El Asad pasen a controlar directamente los avanzados sistemas de defensa antimisiles S-300, que Rusia envió a Damasco después del incidente de fuego amigo del pasado septiembre en el que los anticuados cohetes SA-2 sirios derribaron accidentalmente un avión espía ruso cuando se aproximaba su base en Lataquia, en la costa mediterránea. Moscú responsabilizó entonces a Israel de haber desencadenado la muerte de 15 militares rusos, ya que las baterías sirias estaban repeliendo en ese momento una incursión de la aviación hebrea.
La Fuerza Quds, el cuerpo expedicionario ce la Guardia Revolucionaria iraní, ha trasladado sus principales efectivos en Siria desde la base aérea de Kesswa, al suroeste de Damasco, hasta el este de la provincia de Homs, en el aeródromo T4 situado en la desértica carretera que conduce a Palmira.
Rusia también ha vetado el despliegue proiraní en el puerto mediterráneo de Tartus, que Teherán había negociado con Beirut sin su consentimiento, de acuerdo con la información publicada el martes por Alex Fishman, analista de seguridad del diario israelí Yedioth Ahronoth. Los mandos militares rusos en Siria ordenaron la salida inmediata de las milicias chiíes de un muelle civil de Tartus, donde pretendían instalar una zona de aprovisionamiento para la Armada iraní en el Mediterráneo. Moscú, según Fishman, ha rechazado también la propuesta de Teherán para una utilización conjunta de la base naval que Rusia mantiene en Tartus desde hace cerca de 50 años.
La situación interna en Líbano y las sanciones internacionales a Irán están condicionando además el despliegue en Siria de Hezbolá, cuyos milicianos han constituido la principal fuerza de choque –y la carne de cañón sobre el terreno– de las tropas aliadas de El Asad durante más de ocho años de guerra. El partido-milicia proiraní ha tenido que recortar los salarios de sus tropas y las pensiones pagadas a los veteranos y a las familias de los combatientes caídos después de que el régimen de Teherán le redujera en un 50% las transferencias de fondos.
La diplomacia del gas
Estados Unidos ha sacado partido también de la bancarrota de Líbano –con una deuda interna de 75.800 millones de euros, equivalente al 150% de su Producto Interior Bruto– para reactivar las estancadas negociaciones de delimitación de fronteras entre los Gobiernos libanés e israelí. Beirut necesita explotar con urgencia los yacimientos de gas localizado en sus aguas territoriales para poder sanear su maltrecha economía, pero las disputas con Israel sobre la delimitación terrestre y marítima han bloqueado hasta ahora las inversiones internacionales. El gas de los yacimientos israelíes colindantes comenzó a ser explotado hace una década.
Tras la mediación del Departamento de Estado norteamericano, Israel ya ha mostrado su disposición a negociar. Incluso ha renunciado a excluir de la coordinación del diálogo a la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL), en cuyo despliegue militar participa España desde 2006, como exigía Beirut. La FINUL, cuenta con un mandato explícito de la ONU para fijar la frontera terrestre, pero no así pata la divisoria marítima.
El Gobierno israelí confía en poder iniciar las conversaciones en cuestión de semanas “por el bien de ambos países”, según ha asegurado el Ministerio de Energía. Beirut aún no se ha pronunciado expresamente tras la visita del enviado estadounidense, David Satterfield. Washington ha rearmado en los últimos 15 años al Ejército regular libanés con equipo militar moderno evaluado en 2.300 millones de dólares (2.050 millones de euros), con el objetivo de buscar un equilibrio de fuerzas con la guerrilla de Hezbolá, que recibe fondos y armamento iraníes.
Israel y Líbano siguen técnicamente en guerra desde hace más de siete décadas, y en 2006 el Ejército hebreo libró una contienda a gran escala con las milicias de Hezbolá. Ante la profunda crisis económica libanesa, el líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, ha acabado levantado ahora el veto que había impuesto a las negociaciones para la delimitación de fronteras con Israel.


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