Desde que Donald Trump hizo suya la política de Benjamín Netanyahu en Oriente Próximo, el primer ministro de Israel, se beneficia del alineamiento incondicional del presidente republicano. Así ha ocurrid con el reconocimiento estadounidense de la soberanía israelí sobre Jerusalén y los Altos del Golán o en la retirada de Washington del acuerdo nuclear con Irán. Israel teme más los ataques de aliados regionales de Teherán que un eventual estallido bélico a gran escala tras el despliegue norteamericano en el Golfo, según destacan analistas de defensa hebreos.
Para el Estado judío, la principal amenaza sigue estando localizada en Siria donde la fuerza Al Quds, cuerpo expedicionario de los Guardianes de la Revolución iraní, se ha afianzado en apoyo del régimen de Bachar el Asad. La tensión es constante. En la medianoche de este viernes se registraron explosiones en Keswa, en las afueras del suroeste de Damasco, atribuidas por el Ejército sirio a la interceptación por sus sistemas defensivos de misiles disparados desde Israel. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. ONG con informadores sobre el terreno, constató el incidente armado en una zona una zona que ya fue atacada hace un mes y donde las tropas iraníes y sus aliados libaneses de Hezbolá cuentan con depósitos de armas.
El general israelí en la reserva Eli Ben Meir, exresponsable de la inteligencia militar y antiguo agregado militar en EE UU, sostiene que ni Washington ni Teherán parecen buscar una escalada general. “Pero es factible que se produzcan choques a través de fuerzas interpuestas”, ha precisado Ben Meir a la central informativa TIP. “Estas acciones pueden afectar a Israel, que necesita permanecer en estado de alerta”.
Israel facilitó a Estados Unidos información sobre una inminente amenaza iraní contra sus fuerzas en Oriente Próximo, según fuentes de inteligencia citadas el jueves por The New York Times. La bien engrasada maquinaria de defensa civil israelí no ha dado instrucciones como las emitidas hace dos semanas, cuando el Ejército hebreo afrontó el lanzamiento de más de 700 cohetes desde la franja de Gaza, en la mayor escalada bélica de los últimos cinco años. Miles de visitantes han participado sin incidentes esta semana en las actividades del festival de Eurovisión, que celebra su gala final en Tel Aviv en la noche de este sábado.
El coronel en la reserva Eran Lerman, vicepresidente del Instituto de Estrategia y Seguridad Jerusalén, considera que Israel debe analizar con atención lo ocurrido en la franja de Gaza. “Las provocaciones de la Yihad Islámica, que trabaja al servicio de Irán, parecen haber sido deliberadas”, declaró a TIP. Mientras el movimiento islamista Hamás, que gobierna de hecho en Gaza desde hace 12 años, busca un alto el fuego permanente con Israel para poder reconstruir la economía del enclave después de tres devastadoras guerras, la Yihad Islámica parece reavivar la llama de las hostilidades.
Jader Habib, número dos de la Yihad Islámica, aseguró durante una reciente visita de EL PAÍS a Gaza que “Israel ha siso quien ha roto el alto el fuego al disparar a matar a los manifestantes en la frontera, en contra de lo pactado ante los mediadores egipcios”. El último estallido de violencia se originó cuando francotiradores de la Yihad hirieron a dos militares israelíes que patrullaban por la frontera. “Si no respetan la tregua, habrá otra guerra”, advertía Habib. “Ya no vamos a aguantar más”.
La retórica belicista parece haberse aplacado durante el mes de Ramadán, que arrancó el día 6. Israel no causó ninguna víctima mortal en las marchas del pasado jueves, con las que los palestinos conmemoraban la Nakba: el “desastre” del desplazamiento masivo de población tras el nacimiento del Estado de Israel hace 71 años. En contra de lo habitual desde hace más de un año, las protestas en la frontera fueron suspendidas el viernes, oficialmente a casada de las altas temperaturas.
La tormenta perfecta contra Israel instigada por Irán exige la conjunción de un triple frente de amenazas, con ataques simultáneos desde sus fronteras del norte (Líbano y los Altos del Golán) y el sur (Gaza). El Ejército israelí contiene por el momento la tensión en la Franja palestina y golpea con acciones encubiertas a las trotas iraníes en Siria para impedir que se afiancen en el país vecino. Pero difícilmente puede afrontar un nuevo choque con la milicia chií de Hezbolá sin caer en un enfrentamiento a gran escala como el que ambos bandos sostuvieron en 2006. Los aliados libaneses de Teherán se han dotado en la última década de un arsenal de más de 130.000 cohetes de corto y medio alcance, entre los que se incluyen decenas de misiles con sistemas de guía de alta precisión.
“Los iraníes están señalando que si no se aligeran las sanciones que les ha impuesto EE UU, otros países de la región van a experimentar cada vez más dificultades”, argumenta el analista Eran Lerman “Israel debe actuar con cautela, necesitamos estar preparados para afrontar una eventual rápida escalada de una crisis con Irán”.
“Estamos unidos con EE UU para detener la agresividad iraní”, proclamó Netanyahu el martes en Jerusalén, en un acto conmemorativo del primer aniversario del traslado de la Embajada norteamericana desde Tel Aviv. Si Teherán y sus liados más cercanos a Israel –Hezbolá y la Yihad Islámica– se lanzan a una espiral de provocaciones, es previsible que el primer ministro tenga que contar también con su gran y único aliado incondicional.
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