El hombre que declaró la creación del Estado de Israel, David Ben Gurion, se quejaba en los años cincuenta de que Turquía trataba a su país “como a una amante”, en vez de como a una “pareja en un matrimonio oficial y reconocido”, es decir, con encuentros a escondidas y mucho celo en que no se supieran. El 15 de septiembre de 2020, dos países del Golfo, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin, se dejaron ver de la mano con Israel, tras años de cooperación bajo cuerda, al firmar en la Casa Blanca los denominados Acuerdos de Abraham, por los que establecían relaciones diplomáticas con el Estado judío. Eran los primeros países árabes en hacerlo desde Jordania (1994), rompiendo un paradigma fundamental en Oriente Próximo, subrayado en la Iniciativa de Paz Árabe de 2002: sin acuerdo de paz con los palestinos, no habría reconocimiento. El fin del tabú abrió la puerta a otros: Sudán se sumó un mes después y Marruecos, en diciembre. Los acuerdos, gestados por la Administración Trump, no se han quedado en papel mojado: la cooperación militar se ha reforzado, el comercio crece con rapidez y hasta 450.000 israelíes han volado a Emiratos.
El pasado mayo, Israel firmó con Emiratos su primer acuerdo de libre comercio con un país árabe, que eximirá de aranceles al 96% de sus intercambios comerciales. Las empresas israelíes lo ven sobre todo como una plataforma hacia Asia. Los intercambios han crecido un 117% en la primera mitad de año y Emiratos es ya el undécimo socio comercial de Israel, según su embajador en EAU, Hayek Amir.
Los dos países y Baréin participaron el pasado noviembre en un ejercicio naval en el mar Rojo liderado por EE UU. Ese mismo mes, Israel y Marruecos firmaron un acuerdo de cooperación militar inédito en el mundo árabe que abre la puerta a la venta de armamento. Los ministros de Exteriores de Israel, EE UU, Egipto, EAU y Marruecos dieron un paso más el pasado marzo con la creación del embrión de una suerte de alianza defensiva regional frente a Irán.
Tres meses después, Naftali Bennett fue recibido por el jeque y presidente emiratí, Mohamed Bin Zayed, en su residencia privada en Abu Dabi. Era el primer jefe del Gobierno de Israel en pisar Emiratos, donde han abierto varios restaurantes kosher y una sinagoga. Ya hay vuelos directos entre Tel Aviv y Abu Dabi, Dubai, Manama, Casablanca y Marrakech.
Mohamed Bin Zayed y Naftali Bennett, el pasado junio en Abu Dabi.Getty
“Han sido dos años a velocidad de crucero”, asegura por teléfono Shlomo Ben Ami, exministro israelí de Exteriores y vicepresidente del Centro Internacional Toledo para la Paz, quien compara la “intensidad” de los nuevos lazos con la “paz fría” que reina con Egipto y Jordania, los primeros Estados árabes en reconocer a Israel, en 1979 y 1994. “Los acuerdos han supuesto un revés estratégico de dimensiones históricas para la causa palestina […] Tendrá que ser la parte árabe la que condicione la alianza a que, de alguna manera, se haga algo con el tema palestino”, añade.
Únete para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
Los acuerdos han superado además la prueba de la violencia. Los firmantes árabes criticaron la ofensiva israelí en Gaza de 2021, en la que murieron 252 personas en la franja y 11 en Israel, pero nunca se rozó la ruptura. Emiratos y Baréin suelen subrayar que la firma detuvo la anunciada anexión israelí de parte de Cisjordania. EE UU les recompensó la firma con la venta de tecnología punta de armamento; a Marruecos, con el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental; y a Sudán, con la retirada de la lista de países promotores del terrorismo.
Críticas
No todo han sido avances. La normalización con Sudán está detenida por la inestabilidad (sufrió un golpe militar el pasado octubre) y las opiniones públicas son hoy más críticas, según un sondeo del pasado marzo de The Washington Institute for Near East Policy. Casi un 80% de los bareiníes y un 71% de los emiratíes ven los acuerdos de forma negativa o muy negativa, mientras que un 45% y un 47%, respectivamente, los apoyaba en noviembre de 2020.
El Gobierno de Biden mantiene además paralizada la venta de cazas F-35 a Abu Dabi, que fue clave para su sí. En Oriente Próximo, solo los tiene Israel, ya que Washington modula sus ventas de armamento de forma que su principal aliado nunca pierda la superioridad tecnológica militar. EE UU teme que China ―que reforzó sus lazos con Emiratos durante la pandemia― recabe datos gracias a la red 5G de la compañía Huawei que opera allí, informó este lunes el diario israelí Haaretz.
Emiratos se ha acercado al Estado judío de la mano del jeque Mohamed Bin Zayed, presidente desde mayo y, antes, su gobernante de facto. Comparten la desconfianza hacia Irán, pero no el tono amenazante ante su programa nuclear. Hace tres años, de hecho, Abu Dabi decidió reconfigurar sus alianzas y acercarse a Teherán, tras percibir los límites del paraguas estadounidense, que ―más preocupado por China y Rusia que por Oriente Próximo― dejó pasar los ataques a petroleros en las costas emiratíes y a instalaciones petroleras saudíes.
La cercanía geográfica de Irán y Emiratos, que Israel ve como una oportunidad para un hipotético ataque sobre Irán, es justo la que lleva a EAU a cuidarse en la cooperación militar, argumentan los investigadores Leonardo Jacopo Maria Mazzucco y Kristian Alexander en un artículo en el think tank español Real Instituto Elcano. “Desde la perspectiva israelí, el acceso a las instalaciones en Emiratos acortaría la distancia entre Israel e Irán […] Desde la emiratí, permitir a Israel bombardear Irán desde su territorio expondría al país a potenciales ataques en represalia”.
El promotor de los pactos, el yerno y consejero de Trump Jared Kushner, aseguró el lunes en un evento en Washington que negoció “activamente” con otros seis países, que no especificó, para que se sumasen. Los acuerdos han puesto de manifiesto la soledad de los palestinos, resignados ya a la pérdida de uno de los escasos elementos de presión que les quedaban: la unidad árabe en torno al precio del reconocimiento. Tampoco han contribuido a resucitar el diálogo de paz, roto desde 2014.
“El objetivo de Israel al firmarlos era alejar la atención del mundo sobre su ocupación militar, no ponerle fin”, criticaban el pasado junio en un artículo en la revista Foreign Policy Zaha Hassan, analista y exasesora del equipo negociador palestino, y Marwan Muasher, exministro de Exteriores jordano. “Priorizar los Acuerdos de Abraham mientras se posponen los derechos de los palestinos manda mensajes claros a ambas partes. A los israelíes: tenéis las manos libres para tomar Cisjordania. A los palestinos: estáis solos”.
La importancia de PegasusLogo de la empresa israelí que comercializa Pegasus, NSO Group, el pasado febrero en Sapir (Israel)MENAHEM KAHANA (AFP)
A. P.
Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos están entre las decenas de países que compraron el programa espía israelí Pegasus, según reveló el año pasado el consorcio de periodistas Forbidden Stories y Amnistía Internacional. También Arabia Saudí, sin cuya aquiescencia no habría hoy Acuerdos de Abraham.
Cuando un mes después de la firma, el Ministerio israelí de Defensa decidió no renovar a Riad la licencia de Pegasus (aún estaba fresca la sospecha de que se usó para matar en Estambul al periodista Jamal Khashoggi), el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, telefoneó al entonces primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien ordenó a Defensa que revirtiera de inmediato la decisión, según reveló el pasado enero The New York Times.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.