El sociólogo jienense Felipe Morente (68 años) dice que en Jaén está pasando “algo distinto, desconocido”, algo nuevo que viene de antiguo. “Ya no es un levantamiento social por sectores, no es la industria del aceite y los olivareros, ni la de la automoción por el cierre de Santana hace diez años en Linares. Es todo el mundo, es una movilización intersectorial, que va más allá de cualquier sigla, de cualquier clase social, de cualquier edad. Somos todos: estamos hartos”. Este domingo salieron otra vez en caravana. Tres hileras de vehículos, convocadas por decenas de plataformas ciudadanas, partieron de distintos puntos de la provincia para cortar el paso de Despeñaperros, la cadena montañosa que separa el Norte del Sur de España. “Jaén cierra Andalucía” era su eslogan.
Los 630.000 jienenses —y bajando—, repartidos en 97 poblaciones que conforman un gran cruce de caminos, “una plataforma logística de distribución” entre 70 millones de olivos, están cansados “de promesas incumplidas y del maltrato institucional, tanto por parte de la Junta de Andalucía como del Gobierno central”, describe el abogado y activista Javier Saigner, de Todos a una por Linares.
“Quedo a la espera de tus noticias”, terminaba la carta que el alcalde de Jaén, Julio Millán (PSOE) dirigió al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el 5 de febrero. Se la envió tras conocerse que la base logística del Ejército de Tierra (Concentración de Órganos Logísticos Centrales del Ejército, COLCE), que llevaba diez años buscando asiento, se ubicaría finalmente en Córdoba y no en Jaén, como había aprobado el Parlamento andaluz. Incluso tras haber “recibido el compromiso expreso de la Secretaría de Estado de Defensa”, según recordó el regidor jiennense en su misiva.
Desde entonces resuenan por las esquinas las palabras pronunciadas por la vicepresidenta Carmen Calvo en la radio tras conocerse que la base militar —con sus 1.600 empleos y 350 millones de inversión— se iba a su provincia, Córdoba, que se había postulado en el último momento: “Era algo que yo quería para mi tierra. Se lo tengo que agradecer mucho al presidente del Gobierno, que ha sido sensible a una ciudad y a un territorio”. Palabras que en Jaén se entendieron como “una cacicada” sin paliativos.
En el gabinete de la vicepresidenta se esfuerzan por matizarlas: “Dijo aquello como cordobesa, no porque ella tuviese nada que ver en una decisión basada en cuestiones técnicas que competen exclusivamente al ministerio de Defensa”. Y en el ministerio de Margarita Robles, preguntados por los “aspectos técnicos” del asunto, responden sin responder, remitiendo a unas declaraciones de la ministra del día 19 de febrero: “Córdoba fue elegida porque permitía ponernos a trabajar ya”.
Jaén ha sido tradicionalmente uno de los principales graneros de votos del PSOE (en las últimas generales logró el mayor apoyo porcentual socialista del país, y 95 de los 97 municipios se tiñeron de rojo) pero los de Jaén sienten que llevan años viviendo en una especie de llamada en espera. “Nos castigó primero el régimen franquista por ser fieles a la República hasta el final —aquí estuvo pegando tiros [el poeta] Miguel Hernández—, y después nos han castigado por ser obedientes: la fidelidad y el compromiso de los jienenses con el partido que era la expresión de la democracia y que ha gobernado en Andalucía durante décadas, esa lealtad ciega ha castigado a Jaén, usada como moneda de cambio en las batallas por poder”, sentencia Morente, que asegura no haber militado nunca en ningún partido.
La chispa
En ese ambiente de “frustración”, “indignación” y “sensación de traición”, en palabras de los políticos locales y regionales, saltó una chispa que puso el foco, primero, sobre Linares y después sobre Jaén. Una trifulca callejera entre dos policías de paisano y un ciudadano provoco graves altercados, inusitados en esta comarca. Aquellos actos de vandalismo dejaron entrever ese profundo descontento social. “Hizo falta que se quemaran algunos contenedores para que alguien nos hiciera caso”, se lamenta Morente.
La tensión se mantiene. Y, por ejemplo, el pasado jueves Linares se blindaba con policía “preventivamente” ante la, en principio inocua, visita de un histórico socialista jienense, secretario general del PSOE de Jaén y presidente de la Diputación: Francisco Reyes. Él acusó a Calvo directamente de “dedazo”, y dice comprender el “estado de cabreo” de la ciudadanía por la lentitud de los proyectos de las administraciones. “Es necesario pasar del discurso a los hechos”, asegura quien lleva en la política autonómica desde 1987 y ha sido concejal, alcalde, diputado, delegado del Gobierno…
Por su parte, en la Junta de Andalucía, ahora gobernada por el PP y Ciudadanos, han optado por no pronunciarse: ”Desconozco lo que ha ocurrido, lo importante es que ese proyecto se quede en Andalucía, y en todo caso quien debe explicar los criterios de la decisión es el Gobierno y el ministerio de Defensa”, dice la Consejera de Fomento, Marifrán Carazo (PP). “Existe en Jaén un sentimiento legítimo de olvido y de menosprecio por la falta de inversiones e infraestructuras, como en buena parte de la Andalucía Oriental”, asume. Y, en el mismo sentido se manifiesta su compañero y Consejero de Hacienda, el jienense Juan Bravo.
Sin respuesta
Pero lo peor para los jienenses —profesores de universidad, representantes de industrias y comercios, empresarios, políticos y ciudadanos de a pie consultados— no ha sido perder la oportunidad de emplazar el COLCE, sino “que nadie, ni habiéndolo pedido formalmente y por escrito, ha dado todavía una explicación”. “Nadie nos ha contestado después de tantos meses de trabajo conjunto a cuáles son los requisitos técnicos que no cumplimos”, coinciden el alcalde Julio Millán (PSOE) y el de Linares, Raúl José Caro-Accino (Cs). Nadie les ha dicho aún “por qué Jaén no”.
Mientras, el paro crece (27% en general y 50% entre los jóvenes) y los pueblos y las grandes urbes se despueblan. “Hemos perdido 40.000 habitantes en la última década, con la consecuente diáspora de talento”, se lamenta Manuel Parras, presidente del Consejo Económico y Social (CES) de Jaén. “Aquí sobran planes y faltan realidades: no puede ser que produzcamos el 20% del aceite de oliva del mundo y el de mayor calidad, y carezcamos de trenes, carreteras, banda ancha y autopistas eléctricas para evacuar energía sostenible proveniente de la biomasa del olivar”. “Jaén siempre ha estado la última o la penúltima en los presupuestos”, remata Fernando Calahorro, que fue subdelegado del Gobierno y exdiputado socialista por la provincia.
Empresas punteras como Valeo, en el municipio de Martos, dedicada a la iluminación y que da empleo a 3.000 vecinos, quedan aisladas en medio del desmantelamiento industrial que ha sufrido la zona en la última década, y anuncian nuevos Ertes por dificultades en suministros.
Más de 300 puestos de trabajo acaban de perderse tras el cierre de Zara y el Corte Inglés de Linares, tras 19 años abierto. “Llevo toda mi vida de dependienta en distintas secciones, tengo dos hijos pequeños y me ofrecen irme al centro de Fuengirola, donde el alquiler del piso es superior a mi sueldo, de 700 euros, así que me hacen firmar un despido voluntario”, cuenta María José Delgado, de 42 años, junto a su compañera Raquel Pantoja, en idéntica situación.
Al mismo tiempo, proliferan las plataformas ciudadanas. “Nosotros somos jóvenes que queremos quedarnos aquí y por eso nos dedicamos a difundir el trabajo de artistas y creadores, como el del grafitero de fama internacional Miguel Ángel Belinchón, Belin, dice Ángel Rodríguez, diseñador gráfico de 25 años de la plataforma Yo creo en Linares y community manager de la empresa Rampa linarense, donde la media de edad es de 24 años.
Década en declive
En realidad, echando la vista atrás, el declive de la provincia comenzó hace una década. En Jaén han inaugurado trenes de alta velocidad ministros de Fomento como Pepe Blanco (PSOE) o Francisco Álvarez-Cascos (PP). Este último puso el 22 de julio de 2002 la primera (y última) traviesa de la línea Jaén-Madrid, y allí sigue oxidada y olvidada, como tantas cosas en esta provincia. El trazado del AVE finalmente rodea la provincia —en Jaén dicen que “les ha hecho la cobra”— para llegar a Granada. Y por la antigua y bulliciosa estación de Linares-Baeza, nudo ferroviario ahora vacío, pasa un tren cada cinco o seis horas.
Hace también diez años, se invirtieron 120 millones de euros en un tranvía que modificó todo el trazado urbano de la empinada ciudad de Jaén (112.700 habitantes, y bajando), sobre cuyos raíles aparcan los coches en el centro de la capital.
Hace otra década se cerró también la empresa Santana Motor en Linares, que hacía los Land Rover y que “llegó a tener cerca de 5.000 empleados, aparte de todas las empresas auxiliares y de servicios que se beneficiaban del movimiento de esos trabajadores”, recuerda Avelino, uno de los cinco vigilantes que quedan, con 27 años de antigüedad en la empresa, y que ahora hace guardia en la puerta de un enorme complejo de hangares vacíos, con viejos techos de uralita y paredes desconchadas. La Junta de Andalucía se quedó con la empresa y, ante las revueltas laborales por acuciantes despidos, acabó comprando la paz social pagando buenas prejubilaciones de trabajadores con solo 50 años y cerrándola. Ahora acaba de cederle la gestión al Ayuntamiento de Linares para que intente reflotar allí la industria local.
Pero desde entonces, la industria no ha vuelto. En Linares, el motor, junto con las cientos de empresas cerámicas de Bailén, que surtían de ladrillos a todo el país en pleno boom inmobiliario, desaparecieron. “Sin industria y sin buenas comunicaciones para rehabilitarla, solo nos quedó en pie el sector servicios, pero sin trabajo la gente no puede gastar y comenzó la otra decadencia: los comercios cerraron y la pandemia ha puesto la puntilla”, explica Javier Saigner.
Por todo eso miles de jienenses han cerrado este domingo Andalucía en Despeñaperros. Jaén se pone en pie en contra de su olvido.
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