El director del FBI ha protagonizado dos momentos clave de esta campaña electoral. El primero ocurrió el pasado mes de julio, cuando compareció para anunciar que la agencia federal de investigación de Estados Unidos cerraba el caso de los correos electrónicos de Hillary Clinton, candidata demócrata, y que no recomendaba que fuese imputada por el Departamento de Justicia. Más de tres meses después, y 11 días antes de que los estadounidenses acudan a votar, James Comey envió una carta al Congreso en la que informa de que va a analizar nuevos correos hallados en un caso aparte y que podrían ser relevantes para la primera investigación. Sea cual sea el resultado de las elecciones del día 8, Comey se arriesga a que se le atribuya cierta influencia en el desenlace final.
Su anuncio impactó de lleno en la campaña de Clinton, que exige desde un primer momento que Comey aclare el contenido de tales correos, y una segunda oleada de críticas sitúa ahora al director del FBI en el centro del huracán. Ex fiscales generales y líderes de ambos partidos cuestionan su decisión, que rompe con la tradición de no hacer anuncios similares que puedan cambiar el curso de una campaña electoral. Pero su gesto también demuestra que este director de la agencia que ya trabajó en Administraciones republicanas, no suele seguir el patrón más tradicional de su cargo ni sigue las pautas de otros predecesores.
Durante su etapa de asistente del fiscal general en la Administración Bush, Comey se negó a renovar uno de los permisos del sistema de vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad porque no contaba con la aprobación del Departamento de Justicia, según una información de The New York Times. Y ya durante su mandato al frente del FBI en el Gobierno de Obama, cargo que ocupa desde 2013, el director de la agencia ha declarado sobre la existencia de un trato imparcial por parte de la policía hacia la comunidad afroamericana, algo que nunca ha reconocido una persona en su posición, y ha hablado abiertamente del “efecto Ferguson” tras las protestas en la localidad de Misuri por la muerte de Michael Brown en 2014 y que supuestamente ha llevado a que los agentes no hagan tantos arrestos como antes para no ser acusados de discriminación.
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