La estancia de Bixente Lizarazu en el Athletic resultó mucho más corta de lo que los entonces responsables del club bilbaíno se habían imaginado. No fue un fichaje al uso. Su llegada a Lezama en 1996 resultó sumamente cuidada y calculada porque no todo el mundo parecía llegar a entenderla de la misma manera por cuestiones que trascendían más allá del ámbito meramente futbolístico.
El Athletic venía entonces de atravesar por dos años relativamente complicados a nivel de banquillo. Amorrortu tuvo que hacer de bombero en ambas ocasiones. La primera, 1994-95, para reemplazar en el banquillo a un Jabo Irureta que entre parte de la prensa y la afición se encargaron de poner en el disparadero tras un proceso electoral al sillón de Ibaigane que provocó una clara división en la afición rojiblanca.
El segundo intento a nivel de banquillo de la directiva presidida entonces por José Mari Arrate consistió en fichar a Dragoslav Stepanovic. Una apuesta que duró más de lo que tenía que haber durado en función de los resultados y que se vio abocada a la destitución del serbio. Amorrortu tuvo que apagar otra vez el fuego, aunque en esta ocasión con el reto añadido de sacar al equipo de la zona baja de la tabla.
El compañero de Zidane
El Athletic apostó a partir de ahí, 1996-97, por Luis Fernández. Apuesta que de partida se vio acompañada por el fichaje de Lizarazu. El lateral zurdo venía de completar una gran Copa de la UEFA con un Girondins en el que también destacaba sobremanera un tal Zinedine Zidane. El defensa izquierdo, con serios problemas de pubis, tan solo jugó 18 partidos como león (16 de Liga y dos de Copa) y, con una oferta del Bayern, optó finalmente por hacer las maletas para firmar por el club alemán.
Lizarazu fue titular en la selección gala que conquistó el Mundial Francia 1998. Años más tarde, en Sudáfrica 2010, Javi Martínez y Llorente hicieron lo propio con España. Ambos, curiosamente, también acabaron teniendo una salida traumática del Athletic.