Jean-Yves Ferri, es, desde hace 10 años y cinco libros, el guionista de Astérix, pero su nombre aparece, junto al del dibujante Didier Conrad, debajo de los de Goscinny y Uderzo, en letras mucho más pequeñas. “Walt Disney era el logo, a Carl Barks, el artista tras el Pato Donald no lo conoce nadie, ¡él lo tenía peor!”, bromea este francés nacido en Argelia hace 62 años, encargado de mantener viva la aldea gala. Su nuevo álbum, Astérix tras las huellas del grifo (Salvat) es una “fábula ecológica” en la que los romanos tratan de cazar un animal mitológico que protegen unas bravas amazonas. “El cambio de rol de la mujer es un justo reflejo de la sociedad actual”, dice. ¿Un Astérix feminista? “No exageremos”.
Pregunta. ¿Es usted más de Astérix o de Obelix?
Respuesta. De Obélix. Es más fácil, emocional e impresivible. Gusta más, especialmente a las mujeres, les parece que tiene sex appeal. Aunque sexualmente ambos son un enigma.
P. ¿Hay tensión homoerótica?
R. No, no… en aquella época siempre eran binomios. Como Mortadelo y Filemón.
P. ¿Y qué personaje odia?
R. No lo repita, pero tengo un problema con Ideafix.
P. Y tanto, ¡lo hizo desaparecer de su primer álbum!
R. Protestaron mucho por ello. Es que es demasiado mono. Yo soy más de gatos, pero hay perros de cómic potentes, como Rantamplan, Milú tampoco está mal. Ideafix es una parodia diminuta del perro de tebeo, tan pequeño, tan sin personalidad… Podría tener un accidente.
P. ¿Siente el peso de los creadores?
R. Tengo un retrato de Goscinny hecho por Uderzo. Es un dibujo con una chincheta sobre mi escritorio, no es un póster en el salón.
P. Y el peso de la marca, ¿hay cosas que no puede decir?
R. Firmar Astérix es como ser embajador de Francia. Cualquier tontería se puede malinterpretar.
P. Pues acaba de bromear con matar al perro.
R. ¡Eso no es nada! Pero sí, la promoción de un producto así es tremenda, antinatural. Me ha cambiado incluso personalmente. He tenido que salir a la luz. Yo tenía un trabajo que me permitía esconderme.
P. El encargo le llegó con más de 50 y con una exitosa carrera detrás, 10 o 20 años antes…
R. Me habría destrozado. Ahora no ha sido traumático, aunque me quita mucho tiempo de mis propios proyectos.
P. Por ejemplo, la serie Retorno a la tierra, que se adelantó al neorruralismo.
R. En Francia es recurrente huir al campo en tiempos de crisis, ocurrió en los años cuarenta, en los sesenta y con la pandemia tiene un eco especial. Algún día continuaré con la serie, de momento estoy intentando acabar De Gaulle en Londres, continuación de De Gaulle en la playa.
Hay que romper cositas para encontrar algo nuevo. Buscar un equilibrio entre la fórmula y la creatividad”
P. Niega que Astérix tenga identidad política.
R. Los autores siempre se opusieron, pero como los personajes son irreductibles, cualquiera que se sienta la resistencia trata de apropiárselos.
P. En qué sentido son un símbolo de Francia.
R. No me resultan demasiado franceses, son universales, en Alemania creen que son alemanes.
P. ¿Cómo les afectó a usted y a Conrad la muerte de Uderzo en marzo de 2020?
R. Personalmente fue emotivo, pero en el trabajo no supuso un gran cambio. Él entendía que nos debía dejar hacer. Tenía sugerencias muy concretas como las rayas que debía tener un pantalón, pero no se metía mucho. De este último solo vio el pitch y dijo “Ok”. No era muy parlanchín.
P. Este libro no empieza en la aldea gala y no aparece la poción mágica, ¿se cansó de la fórmula?
R. Seguir demasiado el canon es aburrido. Hay que romper cositas para encontrar algo nuevo. Buscar un equilibrio entre la fórmula y la creatividad. El día que me sienta un vasallo lo dejaré. El lector necesita ver que los autores somos libres.
P. Una duda: ¿qué edad tienen los protagonistas?
R. Astérix, entre 54 y 22; Obélix, entre 12 y 40. ¡Como sus lectores!
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