“Estoy cada vez más impaciente, porque tenemos la cuarta plantilla mejor pagada de la liga, y cuando te gastas esa cantidad de dinero en la tasa de lujo, esperas llegar lejos en los playoffs”. Así de directa se muestra Jeanie Buss en una conversación con Bill Plaschke, periodista del LA Times. La propietaria de Los Angeles Lakers y última responsable del devenir de la franquicia dice estar “descontenta e insatisfecha” por los resultados del equipo.
La última vez que eso ocurrió bajo su mandato, heredado tras el fallecimiento de su padre, la revolución en L.A. fue absoluta. En 2017, con el equipo tocado y hundido en la clasificación, Buss decidió despedir a su propio hermano Jim, hasta entonces vicepresidente ejecutivo del equipo, y al General Manager Mitch Kupchak, al frente de las operaciones de la franquicia desde el año 2000.
“No nos gusta perdernos los playoffs, entiendo el enfado y la frustración de los aficionados, y debo conseguir que esto mejore“, explica Buss en la columna de Plaschke. Pregunta por posibles cambios radicales, la mandataria no deja espacio para las dudas: “Si no estamos al estándar de los Lakers voy a revisarlo todo. Tomaré las decisiones difíciles, porque es lo que debes hacer”.
Según las palabras de Buss, la confianza en el actual GM de la franquicia, Rob Pelinka, sigue inquebrantable. Para afrontar los retos del futuro, la propietaria ha reconocido que Phil Jackson, Magic Johnson y Kurt Rambis siguen formando parte de su círculo cercano, que la asesora y aconseja en el cargo ahora que L.A. busca nuevo entrenador.
Sobre los constantes rumores que critican a LeBron James por controlar el destino de la franquicia, Buss quiso aclarar que evidentemente las decisiones son discutidas con su jugador estrella y sus agentes, pero que la decisión final sigue siendo suya: “Es inteligente involucrarle en el negocio, es normal cuando tienes a un jugador del máximo nivel, hay que explicarles las cosas”.
Sobre una hipotética venta de la franquicia, Buss zanjó el tema dejando claro que eso no ocurrirá jamás. El deseo de su padre, el Dr. Jerry Buss, era que el equipo se quedará en manos de la familia.