Cuesta pensar en una estrella del rock de este tiempo con mayor capacidad para el escándalo, la declaración imprudente o el titular de tabloide que Courtney Love (San Francisco, EE UU, 1964). Ella fue parte fundamental del movimiento grunge; su disco con Hole, Live Through This (1994), influyó en docenas de bandas de rock alternativo; y el mundo vivió tranquilamente sentado en el sofá de su casa la espiral de autodestrucción en la que se fue sumiendo su matrimonio con Kurt Cobain. También ha vendido suficientes millones de álbumes para que seguidores y detractores tengan que ponerse de acuerdo en algo: de Courtney Love pueden cuestionarse muchas cosas, pero su talento y carisma están fuera de duda.
Courtney Love luciendo su característico estilo de vestidos ajustados metalizados o con lentejuelas. Esta vez fue en los Globos de Oro de 2000. Foto: Getty
La cantante a principios de los años noventa tocando con su grupo Hole. Foto: Getty
La artista lleva su leyenda por bandera: separar su imagen pública y su trabajo no es posible porque ambas forman un relato continuo. Su estrellato es su obra. Lejos de desvirtuarse, la fuerza de sus canciones bebe directamente de la brutal exposición del personaje. Courtney Love no fue, en absoluto, parte de la escena feminista de los noventa (de hecho, el choque de trenes entre el movimiento artístico y feminista riot grrrl y ella aún colea), pero no es difícil comprender por qué canciones como Doll Parts, Celebrity Skin o Miss World, relatos personales del escrutinio colectivo al que estaba sometida, inspiraron a tantas mujeres.
Sin ninguna duda, Courtney Love fue una víctima de la misma misoginia que colocó, en su momento, sobre los hombros de Yoko Ono la culpa del fin de The Beatles. Mientras que sus aptitudes como madre fueron cuestionadas por la opinión pública (ella misma reconoció en el juicio donde se le retiró por 18 meses la custodia de su hija Frances: “Es horrible, pero me lo merezco”), Kurt Cobain, a quien la paternidad no convirtió precisamente en un abstemio, ascendió a la categoría de mártir.
Kurt Cobain y Courtney Love en el ‘backstage’ durante un concierto de Mudhoney en Los Ángeles en 1992. Foto: Getty
No obstante, con alguien como la líder de Hole, las lecturas maximalistas o maniqueas simplemente no sirven. Su agresiva e infantil rivalidad con cualquier cantante que pudiera poner en peligro su nicho de mercado en el rock femenino (Kathleen Hanna, Kim Shattuck…) evidencia que no era la mejor colega de profesión.
Kim Gordon, bajista y cantante de Sonic Youth, que produjo su álbum debut Pretty on the Inside (1991), no duda en definirla en sus memorias como “egomaniaca, manipuladora y posiblemente con un trastorno límite de la personalidad”. Courtney Love es una figura polarizadora como pocas, pero cuando hay dos afirmaciones contrapuestas sobre ella, normalmente, las dos son ciertas. En ella todo es ambivalente, porque es espectáculo y es realidad.
La cantante rodeada por los espectadores en el Reading Festival de Inglaterra en 1995. Foto: Getty
Las relaciones de Courtney Love con los otros miembros de Nirvana han sido más bien funestas. Las diversas batallas legales por la propiedad de la música del grupo llevaron en 2001 al batería Dave Grohl y el bajista Krist Novoselic a publicar una dura carta conjunta, donde afirmaban que para ella el legado del grupo era solo un eslabón de su “ambiciosa agenda”. “Planteamos un simple reto para Courtney: toca tu propia música”, sentenciaron Grohl y Novoselic.
Mientras a Novoselic apenas se ha referido (en su Facebook publicó un comentario afirmando que “no es conocido por su brillantez”), ha sido con Grohl, también líder de Foo Fighters, con quien la californiana ha tenido andanadas más seguidas en el tiempo: desde afirmar que se había acostado con su hija Frances hasta acusarle de intentarlo con el propio Kurt Cobain. En un concierto de Hole en São Paulo en 2011, pidió a los asistentes que coreasen “¡los Foo Fighters son gais!” como condición para hacer un bis. Recientemente, Love se retractó en una entrevista en GQ y afirmó sentirse arrepentida de sus palabras sobre Grohl.
Billy Corgan (líder de Smashing Pumpkins), Courtney Love y James Hetfield (líder de Metallica) en los MTV Video Music Awards de 1996 celebrados en el Radio City Music Hall de Nueva York. Foto: Getty
Los últimos años fuera del foco mediático no han sido muy buenos para la artista. En 2008, denunció haber sufrido un gigantesco desfalco en el que se esfumaron al menos 27 millones de dólares (24,7 millones de euros) de la herencia de Kurt Cobain. Un año después, en 2009, su hija, Frances Bean Cobain (que, con la mayoría de edad —nació en 1992—, pasó a ser la propietaria única de los derechos de autor y de imagen del líder de Nirvana) interpuso una orden de alejamiento temporal contra ella, de la que trascendió que la cantante seguía consumiendo drogas y que, incluso, su perro y su gato habían fallecido por ingerir accidentalmente sus estupefacientes.
Love se defendió asegurando que al gato, Peabody, le había matado un puma. Pese a haber escenificado su reconciliación en 2012 en la presentación del documental Kurt Cobain: Montage Of Heck (Brett Morgen), la relación entre madre e hija se ha caracterizado por sonoros desencuentros, como cuando la joven decidió dejarla fuera de su boda con Isaiah Silva, cantante de The Eeries (se divorciaron en 2016), y Love compartió una foto con su novio de entonces, el modelo James Norley, junto al mensaje: “Si alguien piensa que me importa no haber sido invitada a cierto evento, que se lo piense otra vez”.
Frances Bean Cobain con su madre, Courtney Love, en Los Ángeles en 2018. Su relación está lleva de encuentros y enfados. Foto: Getty
Dave Navarro y Courtney Love durante un concierto benéfico que ofrecieron en Los Ángeles en 2018. Foto: Getty
La hipotética vuelta de Hole en 2019 llegaría justo a tiempo para dos fechas redondas: el 30º aniversario de la fundación de la banda (en 1989) y los 25 años de su álbum más exitoso, Live Through This (1994). ¿Hay posibilidades reales de que esa vuelta acabe estando bien? Un vídeo de este mismo verano, donde se ve a Courtney Love actuando junto a sus músicos en un pequeño festival, centrada, con las letras aprendidas y delegando en otra persona la función de tocar la guitarra, puede ayudar a tener cierta ilusión.
Pero cualquier elucubración es inútil: en la carrera de alguien tan sumamente reacia a seguir el dictado de nadie, no parece que un cálculo de probabilidad tenga nada que decir.
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