Si algo no le falta a Jenny Lewis (Las Vegas, 1976) son buenos amigos dentro del gremio. Su ultimo álbum suena a gloria bendita, y no es extraño si nos atenemos a que Beck, Benmont Tench, Don Was, Jim Keltner y Ringo Starr son algunos de los músicos que se dejaron caer por los míticos estudios Capitol de Los Angeles para dar forma al flamante Hold The Line. De hecho, ella misma considera que “son músicos legendarios que difícilmente saldrían de gira conmigo”, con lo que afronta sus presentaciones con una banda completamente nueva. Más modesta. Si escuchan la formidable Red Bull & Hennessy, por ejemplo, creerán estar oyendo a la Stevie Nicks del siglo XXI. Un nuevo paso de gigante para una mujer que, a sus 43 años, está ya muy lejos del indie rock que fraguó al frente de Rilo Kiley y del rock de raíz netamente norteamericana que pulió hace años a su nombre. “No me preocupan los estilos ni creo que mi música sea referencial, porque nunca pretendo sonar a algo”, nos cuenta al teléfono desde Los Angeles. La definición de su propuesta, que no deja de merodear la mejor tradición del soft rock californiano, pasa por “dejar que los músicos lleven mis canciones a donde necesiten ir, ya que es algo que me sale del alma, directamente del corazón”.
Ese trazo descarnadamente confesional es el que llevó a Ryan Adams, productor inicial del disco, a afirmar en público que esto era el Blonde on Blonde particular de Jenny Lewis. Tan propio que fue ella misma quien dio un golpe de timón y decidió terminar de producirlo, como “necesidad de expresar cosas que me habían pasado en mi vida y con mi familia”. No nos aclara a qué se debió prescindir a mitad de faena de un Adams que ya produjo el brillante The Voyager (2014). Por contra, sí es más locuaz a la hora de contarnos cómo reclutó al batería de los Beatles: “Le mandé un mensaje directo por Twitter, que es como se consiguen ahora las cosas, algo muy gracioso, la verdad”, relata sobre un hito que describe como “lo más grande en mi carrera”, y que rezuma el inimitable crujido de la espontaneidad del estudio: “grabé en directo con él, y lo que oyes en el disco es su sonido de batería tal cual, algo muy emocionante”.
Esa contagiosa vivacidad que emana de los surcos de On The Line, propia de las grabaciones a bote pronto, contrasta con la calma con la que se toma sus entregas en solitario: “Ser perfeccionista va en la naturaleza de cualquier músico, pero ese tiempo también se debe a que ubico en mis proyectos paralelos esas canciones a las que no encuentro sitio en mis álbumes”, defiende. El último de ellos fue Nice As Fuck, trío junto a Erika Forster (Au Revoir Simone) y Tennessee Thomas (The Like), que no descarta retomar “ahora que Bernie Sanders – para quien tocaron en 2016 – vuelve a competir en la carrera presidencial”. ¿Será esta vez antídoto a Trump?
La portada de este nuevo álbum cambia la chaqueta multicolor que exhibía su predecesor por un vestido sexy, insinuante, que deja entrever la curva de sus senos. En esencia, es “una continuación de aquella historia”, hasta el punto de que “la foto está hecha por la misma fotógrafa, Autumn De Wilde”, ya que se trata “no tanto de un disco de ruptura como de rebote”, con el que Lewis cada vez se siente “más cómoda” con su propio cuerpo: “No soy perfecta, pero soy real”. ¿Su secreto para madurar? Embutir letras amargas en melodías joviales: “Creo que mi truco es combinar dulce y salado, además de que mis canciones son más concisas ahora porque he eliminado divagaciones poéticas, y están mejor destiladas”, arguye.
Colaborar en el pasado con Elvis Costello o Ben Gibbard (Death Cab For Cutie) también le ayudó a “perfeccionar mi escritura”, y a hacerse fuerte como mujer en mundo copado por hombres hasta hace nada: “Yo crecí con ellos, era la única mujer en Rilo Kiley, crecí siendo una especie de chicote, pero en mi carrera en solitario me dí cuenta de lo importante que es ser ejemplo para otras mujeres y que ellas aprendan de mis 23 años de experiencia”, cuenta. Antes de confesar, entre risas, que “egoístamente” necesita “tener alguna mujer en la banda de gira”, porque si no “se vuelve todo muy extraño solo con hombres”.
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