Jimmy Savile: el depredador sexual al que protegieron todas las instituciones británicas

El día en que la cadena de televisión británica ITV emitió el documental Savile: Portrait of a Predator (Savile, el Depredador), en octubre de 2021, muchos telespectadores comentaron en las redes sociales que habían apagado sus pantallas a los 10 minutos, incapaces de soportar el asco y la rabia que les producía el personaje y su turbia historia. Se cumplían 10 años de la muerte del excéntrico presentador del programa musical Top of The Pops de la BBC. Poco quedaba por contar. La sociedad del Reino Unido conoció a conciencia, apenas unos años después de su fallecimiento, todos los abusos sexuales que cometió a lo largo de los años, valeciéndose de su popularidad y de su cercanía con el poder. En 2013, un estudio de la Polícia metropolitana de Londres y de la institución de defensa de la infancia NSPCC revisó las 500 denuncias las casi 500 denuncias por violación y acoso registradas en pocos meses por 13 departamentos de policía de todo el país y concluyó que el presentador había cometido un mínimo de 214 delitos contra la libertad sexual, de los que habían sido víctimas directas más de 70 mujeres y niñas, una de ellas de tan solo ocho años.

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La repugnancia que provoca Savile es la que siente la sociedad británica cuando se mira en el espejo de una época que no le gusta en absoluto. “En mi opinión, era un psicópata altamente funcional, y después de haber tratado con cientos de agresores sexuales, [Savile] era sin duda uno de los más prolíficos y peligrosos con los que me he enfrentado”, cuenta al inicio del documental —que este domingo estrena en España el canal Crimen + Investigación (22.15)— Gary Pankhurst, uno de los responsables de la llamada Operation Yewtree (Operación Tejo Negro), la investigación policial que sacó a la luz todas las fechorías de Savile.

El presentador Jimmy Savile, en una imagen del documental ‘Savile, el depredador’.Alamy Stock Photo

El sinvergüenza buscavidas que pinchaba discos en las pistas de baile de Manchester y Leeds en los años cincuenta, amigo de la mafia local y rey de la noche, consiguió seducir a una BBC que sabía que debía dar el salto a la música pop, a una nueva cultura juvenil que estaba revolucionando el país y no sabían cómo incorporar a su programación. Savile fue la solución, al frente del programa música Top of the Pops. Durante años, el extravagante presentador, con su pelo amarillo canario y su indumentaria estrafalaria, siempre rodeado en pantalla de adolescentes, cautivó a los británicos. La audiencia media del programa era de 15 millones de telespectadores.

Tan impune se sentía Savile, que utilizaba camerinos y salas privadas para flirtear, engatusar y abusar de menores de 15, 14 y hasta 13 años, que incluso se permitía realizar sus aproximaciones en vivo y en directo. El documental recoge el momento en que el presentador manosea por debajo a Silvya Edwards, una de las jovencitas que le acompaña en plató en una de las presentaciones. “No me quitaba las manos de encima, eran como dos rocas inamovibles”, recuerda la mujer, muchos años después, al ver a esa joven que se retuerce con una sonrisa forzada mientras intenta alejarse del depredador. “Logró normalizar un comportamiento anormal hasta el punto de que ya no pareciese un problema, de que no importase. También eso formaba parte de la contaminación del entorno”, asegura el oficial Pankhurst.

Jimmy Savile, en una imagen de 1990 durante uno de los reconocimientos que recibió por su labor humanitaria.Alamy Stock Photo

Cuando Savile sobrepasó la cuarentena, y su presencia en un programa musical resultaba ya extraña e incoherente, convenció a la BBC para que le diera nuevos programas en buenas franjas horarias, como Jimmy´ll Fix It (Jimmy lo Arreglará) o Jimmy´s Travels (Los Viajes de Jimmy). La fama y honorabilidad le permitieron despistar a toda la sociedad británica e imponer un velo de oscuridad a sus múltiples abusos sexuales.

Se implicó durante años en tareas de voluntariado en el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés). Y también allí dejó un reguero de víctimas. “Metió directamente su mano bajo mi falda y comenzó a manosearme, me quedé horrorizada y paralizada, sin poder gritar. Se limitó a mirarme directamente a los ojos y sonreír”. Quien cuenta esto se llama Pauline (un nombre ficticio, para ocultar su identidad). Cuando conoció a Savile era paciente del centro hospitalario Stoke Mandeville Hospital, especializado en lesiones medulares. Estaba paralizada de cintura para abajo. Se desplazaba en silla de ruedas.

Carlos de Inglaterra y Jimmy Savile, en una recepción en el Army Staff College.Alamy Stock Photo

Savile se granjeó la amistad de Carlos de Inglaterra, y era capaz de entrar, sin aviso previo, al Palacio de Kensington para saludar a Diana de Gales. Tenía buena relaciones con la primera ministra, Margaret Thatcher, y consiguió, casi al final de sus días, recibir la Orden del Imperio Británico: Sir Jimmy Savile, fue conocido desde entonces. Una auditoría independiente encabezada por Janet Smith, exabogada y exmagistrada del Alto Tribunal de Justicia, concluyó en febrero de 2016 que “la cultura corporativa de la BBC había permitido a Savile pasar desapercibido, y se habían desaprovechado múltiples oportunidades de detener su conducta”. La corporación, concluía el informe, estaba más preocupada por proteger su reputación que por defender a jóvenes vulnerables e indefensas que sufrieron abusos de manos del depredador sexual.

Cuando falleció Savile, en 2011, decenas de miles de británicos lloraron su muerte. Apenas un año después, cuando las primeras investigaciones periodísticas revelaron la sordidez e impunidad de un monstruo sexual, la conmoción ciudadana fue especialmente honda. Se derribó la lápida-monumento que conmemoraba al personaje y hoy, cuenta el documental, está enterrado en una tumba sin nombre, para evitar su profanación. Savile, el Depredador sigue siendo un relato necesario, a pesar de que ya todo esté contado. Y no hay forma de evitar que, cada vez que surja el recuerdo del monstruo que fue Savile, a la mayoría de los británicos se les haga un incómodo nudo en el estómago.

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