Joan Jordán vive el fútbol de una manera muy especial, siempre al máximo. En Budapest volvió a hacerse evidente. La final entre Sevilla y Roma dejó un sinfín de detalles, distintos protagonistas y momentos muy potentes, uno de los imprescindibles dentro del relato de la séptima es ese cara a cara Joan Jordán-José Mourinho. En la recta final, en esa fase donde el cuerpo técnico romanista se empeñó en intoxicar y presionar, Jordán saltó desde el banquillo para marcar territorio, para dejar claro que al Sevilla FC se le respeta. Ante un monstruo de la escena como Mourinho, Jordán también jugó el partido desde el banquillo, donde intentó contagiar su espíritu competitivo, energía y apoyo. No estuvo mucho sentado. Jordán estaba convencido de que la Europa League no se podía escapar, que tocaba llevar el trofeo de vuelta a casa y a partir de esa mentalidad, se desplegó para generar un ambiente de entrega total, de confianza.
El cara a cara de Joan Jordán con Mourinho es una de las imágenes que quedará de la final de la Europa League.
Ha trabajado como un burro
Joan Jordán reapareció ante el Real Madrid después de 40 días trabajando en la sombra. Un golpe en Mestalla, unido a otros problemas físicos que arrastraba, le obligaron a parar. Su objetivo principal: estar en la final de Budapest para ayudar media hora o un minuto. José Luis Mendilibar le dio entrada cuando la prórroga estaba cerca de completarse; saltó al césped para la tanda de penaltis que liquidó Montiel. Obviamente no está al 200% y necesita ritmo. Eso es lo que quiso explicar Mendilibar -a su manera- cuando le describió como una “burra vieja”. La realidad es que Joan ha trabajado como un burro durante los últimos meses. Todo ese sacrificio que ha hecho tenía un sentido y ha tenido recompensa.
Cuando esté bien va a ser clave. No hay dudas. Jordán está destinado a ser capitán general en el próximo proyecto del Sevilla y con Mendilibar esa condición está asegurada.
La celebración de Joan Jordán con Mendilibar.
Se ha jugado el físico por el Sevilla
Hubo un momento de la temporada, en aquel momento de crisis colectiva, cuando muy pocos creían en las posibilidades del equipo, que Joan Jordán fue fundamental para sostener el grupo, a todos los niveles. En la fase más dura de Sampaoli, nunca se dejó caer y tuvo un rendimiento bueno, como otros compañeros como Nemanja Gudelj o Ivan Rakitic. Un golpe en Cádiz fue el origen de los problemas en el tendón de Aquiles a los que se ha sobrepuesto. Sin bien, durante muchos partidos, el centrocampista ha competido al límite, ha jugado con un dolor tremendo. Eso lo terminó pagando, en encuentros donde fue imposible rehacerse en la crisis general.
Marcó ante el Fenerbahçe ‘cojo’
El camino a Budapest se escribe desde la épica y partidos superlativos ante Manchester United y Juve, pero la travesía arrancó con dos primeras eliminatorias, ante PSV Eindhoven y Fenerbahçe, que se salvaron en la frontera, mientras la clasificación en LaLiga marcaba zona de descenso. Ante los turcos, en Nervión, Joan firmó el gol que abrió el marcador y dejó una celebración a pura rabia, dándose palmadas en el escudo. Fue una explosión de pasión que escondía también una parte de dolor: Joan marcó ese gol ‘cojo’.
El ‘8’ lo dio todo, pese al dolor. No era fácil resistir y resistió. No era fácil tener fe y él la tuvo. En Getafe tocó fondo, el Sevilla jugó un partido horrible y Joan se expuso en exceso… por ayudar. Después llegó Mendilibar y el fútbol fue recuperando naturalidad, paso a paso, desde la lógica, la sencillez y el trabajo bien hecho.
Jordán arrancó como titular con Mendilibar, pero tuvo que parar. El resto es historia conocida. Su trabajo en la sombra, su forma de vivir la final, su cara a cara con Mourinho, el himno cantado en el Puskas Arena y su celebración en Sevilla forman parte del relato de la séptima Europa League.