Joan Laporta asume el coste de aguantar a Koeman


El FC Barcelona no tiene dinero para pagar el finiquito de Ronald Koeman, que asciende a unos 12 millones —todavía adeuda unos cuatro a Quique Setién—, ni tampoco para sanear mucho más a una plantilla cuya masa salarial ha pasado del 110% al 80% después de las salidas de Messi y Griezmann. El margen de maniobra es muy escaso después de que los cuatro capitanes hayan aceptado reducir y diferir sus ingresos con el presidente Joan Laporta y también con su antecesor, Josep Maria Bartomeu. Las negociaciones se han extendido a las secciones con los jugadores que tienen los contratos más altos, como Mirotic. La política de austeridad marcada por Ferran Reverter, el director general, es tan implacable como el marcaje financiero de los avalistas a la espera de la asamblea de octubre en la que se aprobarán las cuentas y delimitarán responsabilidades una vez sabido que la deuda es de 1.325 millones.

No queda más remedio que ganar tiempo y aguardar a que se recuperen los lesionados Ansu Fati, Dembélé y el Kun Agüero aun cuando las bajas aumentan a cada jornada después de que ante el Bayern (0-3) cayeran por un periodo indeterminado de tiempo Jordi Alba y Pedri. Aunque los resultados no ayudan precisamente a generar los ingresos que precisa la entidad para los contratos de patrocinio y sanear las cuentas, el calendario inmediato juega aparentemente a favor del equipo, que en los próximos tres partidos de Liga se enfrentará al Granada, Cádiz y Levante. La cuarta cita será decisiva para su suerte en la Champions porque jugará contra el Benfica en el estadio Da Luz. La espera se anuncia tensa porque se estima que la decisión de mantener al entrenador aumentará el desgaste presidencial después del quejido del Camp Nou.

Laporta compartió un vídeo en las redes sociales en busca de la estabilidad institucional: “Hola culés, estoy tan dolido e indignado como todos vosotros. Os tengo que decir que lo que está pasando es uno de los escenarios que contemplábamos. Y os pido paciencia y que sigáis dando apoyo al equipo. Y también os pido confianza en los que estamos dirigiendo el club. Necesitamos este margen de confianza y no tengáis ninguna duda, lo arreglaremos”.

El presidente se reunió después del partido europeo con el vicepresidente Rafael Yuste y el director de fútbol, Mateo Alemany, y hoy celebrará una junta en la que se supone incidirá en el mensaje de calma antes de la visita el próximo lunes al Granada. La prioridad es evitar el habitual proceso de autodestrucción pese a las manifiestas diferencias entre Laporta y Koeman.

La participación de terceros, fieles a una u otra de las partes, amenaza en cualquier caso con alterar la paz y esperanza reclamada también por el técnico. “El equipo será totalmente diferente en tres o cuatro semanas”, argumentó Koeman, cuya dirección del partido fue muy discutida en el Camp Nou. “Pasados unos minutos, al ver cómo se posicionaba el Barça, cambiamos algunas cosas y tuvimos más oportunidades”, argumentó el técnico alemán Julian Nagelsmann. También Piqué se sumó al mensaje del entrenador: “Ahora somos lo que somos, es lo que hay, pero estoy convencido de que recuperaremos jugadores, acabaremos compitiendo. Va a ser de todas maneras un año complicado”. Piqué fue el único de los cuatro capitanes que no fue sustituido —los cambiados fueron Alba, Sergi Roberto y Busquets—.

Hay inquietud en el Camp Nou por la dificultad para renovar los liderazgos del vestuario, cuyo núcleo duro ha sido reforzado con Alba después de la partida de Messi, líder del Barça. El ecosistema se ha mantenido sin el 10 cuando se esperaba que futbolistas como De Jong o Ter Stegen tuvieran más protagonismo, a la espera de que estabilicen las promesas de la Masia. La ausencia de jugadores de clase media agranda la distancia entre veteranos y jóvenes y aumenta la presión sobre los noveles: Gavi, Demir y Balde actuaron ante el Bayern, junto a Pedri y Mingueza, y también se espera la incorporación de Nico. Riqui Puig continúa inédito con Koeman para enfado de Laporta. “Hay que proteger a los chicos, medir sus actuaciones y evitar que carguen con el equipo”, cuentan en la ciudad deportiva Joan Gamper.

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La audacia de los juveniles contrasta con la falta de trazo del equipo, variable cada partido en función del rival, tan empequeñecido contra el Bayern que ni siquiera remató entre los tres palos de la portería de Neuer, por primera vez en la Champions. Ya es la tercera goleada consecutiva, después de las encajadas ante la Juve (0-3) y PSG (1-4), y la afición no parece dispuesta a consentir actuaciones como las del martes en su regreso al Camp Nou.

La hinchada se irritó por la falta de personalidad y ambición del plantel azulgrana y exigió un mayor compromiso y esfuerzo colectivos de los futbolistas con mayor responsabilidad así como un planteamiento más atrevido por parte de Koeman. La cuestión no es utilizar a los jóvenes como coartada ni como solución sino como parte central de un proyecto que busca un entrenador a medida mientras aguanta a Koeman.

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