Kobe Bryant estaba destinado a ser el sucesor de Michael Jordan. Nadie lo supo, al principio, tan solo él. Seguramente jamás llegase a la altura de Jordan, pero fue el único en atreverse a hacerlo. Esto quedó latente en su segundo año en la liga, en su primer fin de semana de las estrellas.
El All Star Game de 1998 se celebraba en el Madison Square Garden, el lugar donde suceden todas las grandes historias. Los Chicago Bulls eran los vigentes campeones, MJ la imagen de la liga, del baloncesto y, qué diantres, del deporte mundial. Bryant en cambio no era más que un jugador de segundo año que quería ganarse al público a base de espectáculo y convertirse en el All Star más joven de la historia, a sus 19 años, era una buena forma de hacerlo.
Bryant y Jordan ya se habían enfrentado en cuatro ocasiones, la última apenas una semana antes en el United
Center, con victoria para los Lakers. Esa misma temporada se habían batido en duelo también en el Staples, en un maravilloso pique que terminó con el triunfo de los vigentes campeones. Jordan 36 puntos, Bryant 33. El relevo ya había comenzado.
Cuando ambos jugadores se encontraron en la cancha del Madison Square Garden el respeto mutuo era obvio. “Nos seguiremos viendo por el camino ”, le dijo Jordan a Bryant. Para el escolta de los Bulls, esa era con casi total seguridad su última temporada en activo. Mike había declarado por activa y por pasiva que no continuaría en Chicago si Phil Jackson no seguía, una decisión que a su vez había dado por irreversible Jerry Krause, el GM de los Bulls.
Aquella noche de febrero ambos jugadores no coincidieron mucho el uno frente al otro pero cuando sí sucedía, el pase del testigo generacional estaba claro. Jordan llegaba al evento tras pasar la semana con gripe, con una enorme carga física de la temporada regular y con las ideas fijas en conseguir su sexto anillo. A pesar de esto, lo que MJ no podía permitir era que un chaval de 19 años le quitase el foco de encima.
Jordan buscó a Kobe, a menudo en aclarados, para demostrarle que él seguía siendo el mejor. Kobe a su vez, encontró delante a alguien que compartía esa cualidad suya tan única, ese hambre y ganas de destrozar al rival. Al descanso Jordan estaba extático: “Me está buscando, si mi rival estuviera enfermo yo también lo haría”, confesó encantado.
data-youtube-vid>
Jordan terminó con 23 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias, realizando una serie de 10 de 18 en tiros de campo. Bryant, por su parte, acabó con 18 puntos y 6 rebotes, pese a disputar 10 minutos menos que su rival. El MVP fue a parar a la vitrina de trofeos de Mike, ganador aquella noche del encuentro pero consciente de haber encontrado en Kobe a un sucesor digno de sus halagos.
Los dos jugadores no volverían a enfrentarse aquella temporada y Michael dijo adiós al baloncesto tras alzarse con su sexto anillo de campeón. El mono por la pelota naranja le pudo y decidió volver, casi tres años más tarde. Lo hizo con una camiseta distinta, la de los Wizards, y a una liga diferente, que había cambiado y que tenía a los Lakers y a Kobe Bryant como rivales a batir
Source link