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Jordan y Kobe tuvieron que huir la noche que quedaron para cenar


Muchos de los compañeros de equipo de Michael Jordan en Chicago Bulls tienen anillos de campeonato y son recordados para siempre, pero, como admite B.J. Armstrong, base que compartió vestuario con Jordan, también pudieron ver en primera fila cuál era el precio a pagar por el atleta más reconocible del mundo. “Michael fue la primera persona que me mostró lo que significaba ser una estrella, pero no puedes ser una estrella si no aceptas todo lo que eso conlleva”, apuntó Armstrong.



La tensión de su condición de estrella de Jordan fue uno de los temas dominantes en las últimas entregas del documental de ESPN y Netflix ‘The Last Dance’. Jordan sintió que algunas cosas en su día se exageraron, como su postura sobre no querer respaldar a los candidatos políticos públicamente o ir con su padre a un casino de Atlantic City durante las finales de la Conferencia Este de 1993. “Entendimos la presión que soportaba, él entendió lo que necesitábamos y nos convertimos en un grupo especial de personas que se unieron”, dijo Armstrong, presente en los títulos de 1991, 1992 y 1993.

Armstrong explicó que en 2014 quedó para cenar con Jordan en un restaurante de Los Ángeles. Cuando Armstrong llegó al restaurante se encontró con un tercer asiento en la mesa y le preguntó a Jordan si venía un invitado. Jordan le dijo que Kobe que Bryant se uniría a ellos para comer. Armstrong y Bryant se conocían, porque había compartido agente, Arn Tellem. Cuando Bryant llegó se pusieron los dos a hablar de cómo era el juego del otro. Se pasaron un buen rato diseccionando cada matiz del juego del otro. Al final, decidieron que Jordan tendría una ligera ventaja porque sus manos eran más grandes que las de Bryant. “Estaban jugando un juego virtual de ‘uno contra uno’ mientras cenaban”, recuerda Armstrong. “Yo estaba allí sentado escuchándoles hablar. Iban a cosas muy de detalle, sobre el juego de pies, como se entrenaban, cómo se preparaban, como afrontaban el partido mentalmente.. Tenían mucho respeto por el baloncesto. Me hubiera gustado verles jugar el uno contra el otro en los mejores momentos de sus carreras”.

Armstrong recuerda que en el transcurso de la noche se corrió la voz de que Jordan y Bryant estaban en el restaurante y se congregó allí una multitud. Finalmente, uno salió por una puerta trasera, otro por una puerta lateral y Armstrong se quedó para luchar contra aquella multitud de aficionados. “Fue un caos”, asegura Armstrong.

“No le deseo el estrellato a nadie –asegura Armstrong–. Cuando escucho a la gente decir, ’este tipo es una estrella’, siempre digo, ‘buena suerte con eso’. Lo que se necesita para ser una estrella a ese nivel está mucho más allá. Siempre tienes que estar a tope con lo que pasa a tu alrededor. No hay preparación para eso. Yo siempre digo que Air Jordan fue genial, pero yo siempre a Michael, el chaval”.


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