José Miguel Vivanco: “Biden no tiene ninguna política para América Latina”

José Miguel Vivanco (Chile, 60 años) lleva media vida volcado en la defensa de los derechos civiles. Director de la división para América de Human Rights Watch, alerta del deterioro democrático en la región latinoamericana. Este martes inicia un viaje por España para contactar con el Gobierno y tratar de que éste logre una mayor implicación europea. “Si quieres que la Unión Europea se active e intente influir en la protección de los valores de la región, hay que hablar con España”, explica justo antes de partir. Vivanco, residente en Washington, es muy crítico con el papel de la Administración de Joe Biden, quien, a su juicio, no ha definido aún una estrategia para la zona.

Pregunta. ¿Qué diagnóstico hace de la situación de la democracia de la región?

Respuesta. Llevo desde los ochenta trabajando en la defensa de Derechos Humanos y en 30 años no he visto la región en una situación tan difícil y con tantas amenazas al sistema democrático y los derechos humanos. El diagnóstico que hacemos es amenazante. No solo me refiero a dictaduras ya afianzadas, como Cuba, Nicaragua o Venezuela, sino a los líderes populistas que están proliferando en el resto, que tienen una retórica autoritaria que no se queda solo en retórica. Creen que, una vez llegas al poder de forma electa, puedes gobernar como se te antoja. Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, ha logrado en dos años lo que a Hugo Chávez le tomó casi 10, como el control del poder judicial, el control del Congreso o su reconocida decisión de cambiar la Constitución política.

P. ¿Cree que la Unión Europea no está implicada en la región al nivel que la situación requiere?

R. La región no está en el mapa de la Unión Europea salvo en los casos extremos, como Venezuela, con relación al proceso electoral; Nicaragua, donde se han aprobado sanciones individuales a algunos jerarcas del régimen; o Cuba, esencialmente por la vía declarativa. Pero no están México, ni Brasil, Perú o Colombia. No hay presencia política clara ni visible de la UE. Probablemente sí son conscientes de las amenazas y procesos que muestran amenazas al orden democrático. Todo el mundo ha tomado nota, por ejemplo, de la conducta de Bolsonaro en Brasil, con desacatos incluso ante la Corte Suprema.

P. ¿Y qué pasa con Naciones Unidas o con la Organización de Estados Americanos (OEA)?

Únete ahora a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites

Suscríbete aquí

R. El secretario general de la ONU, António Guterres, no existe en la región ni siquiera para los casos extremos. Guterres podría marcar una diferencia, como hizo Kofi Annan o Javier Pérez de Cuéllar. El caso de la OEA es aún peor porque su situación es un reflejo de sus Estados miembros y estos están dirigidos por Gobiernos que principalmente se aferran a este discurso populista, empezando por los gigantes de la región, Brasil y México. La diferencia es que Brasil ha demostrado una capacidad de resistencia extraordinaria porque la Corte Suprema ha defendido sus fueros. En México, sin embargo, con un líder populista de respaldo popular tan amplio, las instituciones han ido cayendo como un castillo de naipes. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha centrado su trabajo fundamentalmente en Venezuela durante el primer mandato. Tiene muy malas relaciones con los estados miembros. Así que, cuando hablamos de comunidad internacional, te quedan la Unión Europea y Washington.

P. ¿Le ha decepcionado la política de la Administración de Biden hacia América Latina?

R. Es que no hay política hacia América Latina. Probablemente, a consecuencia de la crisis política que vive este país, con la transición tan traumática del Gobierno de Trump y esa mayoría tan precaria con la que [los demócratas] cuentan en el Capitolio, necesitan mirar todo el tiempo hacia las elecciones legislativas [noviembre de 2022] y lo que ocurra en un Estado como Florida. La política exterior sobre América Latina en realidad es política interna y se refiere solo a la migración. Ese es el único ámbito en el que les ves movilizarse y tratando de influir en Centroamérica, pero eso no es política exterior, es reflejo de una necesidad de política interna. Esa necesidad les obliga a asociarse con Andrés Manuel López Obrador en México. La relación bilateral está muy condicionada por el favor que México le pueda hacer frenando la inmigración irregular. De la Administración de Trump había poco que esperar, pero con Obama, Bush hijo e incluso Clinton, los temas de derechos humanos, democracia y transparencia tuvieron esfuerzos por parte de Washington.

P. ¿Esperaba algún cambio con Venezuela?

R. Esta Administración sigue la misma línea que la de Trump, aunque menos altisonante. Sí fue buena la decisión de otorgar el estatus de protección temporal (TPS) a los venezolanos emigrados. Pero si Maduro está dispuesto a sentarse a hablar con la oposición es por dos motivos esencialmente: las investigaciones abiertas en el Tribunal Penal Internacional y las sanciones de Estados Unidos. Teniendo en cuenta la preponderancia que tienen los Estados Unidos yo no veo una actividad lo bastante visible y efectiva. No hemos visto impacto de sus políticas, ni siquiera en Nicaragua, que no tiene los recursos de Venezuela y es el segundo país más pobre de la región después de Haití. El dictador ha decidido arrestar uno a uno de los líderes de la oposición.

P. ¿Le da un voto de confianza a las elecciones de noviembre en Venezuela?

R. Es muy difícil que una dictadura se autoimponga reglas propias del juego democrático para enfrentar un proceso electoral. Por eso es tan importante la presión internacional y el papel que debe desempeñar la Unión Europea. El Consejo Electoral ha firmado un acuerdo con el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, por el que se compromete a que los observadores tengan el acceso libre por todo el país, que puedan reaccionar en tiempo real públicamente y elaborar un informe final con recomendaciones concretas. Maduro hará todas las trampas posibles para robar esos resultados, pero hay una oportunidad con el acuerdo. El resultado también dependerá de la composición de esa misión, las instituciones las hacen las personas.

José Miguel Vivanco en Washington.
José Miguel Vivanco en Washington.XAVIER DUSSAQ

P. ¿Y esperaba usted otra política de Biden relativa a Cuba?

R. La política de Biden hacia Cuba ha sido muy decepcionante, hasta ahora ha sido una reproducción de la de Donald Trump, aunque ha levantado algunas cosas muy nocivas de Trump como las restricciones a las remesas. El embargo de Estados Unidos, esa política de sanciones unilaterales, no ha logrado ningún impacto. Aspirar a seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado distinto es demencial. Las sanciones indiscriminadas al pueblo cubano no han funcionado porque el resto del mundo las condena, no las comparte.

P. Usted también es muy crítico con el Gobierno de Colombia.

R. Si no se introducen cambios en Colombia, se corre el grave riesgo de que la violencia en las zonas donde ha estado presente la guerrilla y el narcotráfico regrese a los niveles anteriores a la firma del acuerdo de paz, de 2016. Las políticas implementadas por el Gobierno actual sobre seguridad tienen la fijación única de aumentar número de tropas en los territorios, pero si eso no va acompañado de otras medidas, como que la fuerza pública proteja a la población civil y vaya acompañado de servicios básicos, instituciones judiciales, entre otros, se queda en gestos vacíos.

P. ¿Puede servir de algo la cumbre de las democracias que ha convocado Biden para diciembre?

R. Estados Unidos hace bien en tomar una iniciativa de estas características. Lo que yo aún no veo claro es si esta cumbre va a, esencialmente, reproducir lo que pasó con la iniciativa de Clinton de 2000, en Varsovia. Aquello consistió en una gran reunión de defensa de la democracia y culminó con una declaración que firmaron 106 gobiernos del mundo comprometiéndose a respetar unos parámetros y objetivos democráticos. ¿Sabe quiénes firmaron en América Latina? Hugo Chávez y Alberto Fujimori. ¿Por qué? Porque firmar una declaración es gratis, te permite codearte con demócratas, ganas legitimidad y da igual. La gran pregunta ahora es si la Administración de Biden crea una convocatoria para todos. Creo que es muy fácil excluir a los tres impresentables (Ortega, Díaz Canel y Maduro), pero la pregunta es si tendrá la valentía. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región


Source link