Vladímir Maiakovski, el poeta que “escribía poesía lírica pero roncaba como un poeta épico” ha vuelto gracias a Juan Bonilla y con el impulso de Mario Vargas Llosa. La vida del vanguardista ruso, recreada por el escritor español en Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral), se ha convertido en la primera obra en ganar la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en Lima. “Una obra redonda y nabokoviana”, según J. J. Armas Marcelo, director de la Cátedra Vargas Llosa. Y escrita, recuerda su autor, bajo el influjo de “los violentos y apasionados poemas vertiginosos de la juventud de Maiakovski, los propagandísticos de la Revolución rusa y las sátiras épicas de sus últimos años”.
Un libro con una biografía de aire maiakovskiano: hace unos 30 años el ímpetu y los apasionados versos del poeta ruso y su romántica y trágica vida sedujeron al joven Bonilla (Jerez, 1966); hace 13 años al escritor se le ocurrió la novela cuando el poeta ruso se le cruzó en otra investigación y ya se negó a irse de su cabeza; hace dos entregó la novela a la editorial; hace uno llegó a las librerías; en diciembre no figuró en España en las listas de los mejores títulos de 2013 y ahora ha sido elegida, por un jurado internacional, como la mejor novela en español de los dos últimos años. Bonilla recibirá 100.000 dólares (unos 75.000 euros), una escultura exclusiva donada por el artista peruano Fernando de Szyszlo y un periplo por América y España que acaba de empezar.
Maiakovski enseguida se me apareció como un gran espejo en el que reflejar toda su época y en el que combatían cuestiones importantes como el papel del artista en la sociedad en sus dos vertientes: el papel del artista contra el poder y el papel del artista al servicio del poder
La semilla de Prohibido entrar sin pantalones prendió en 2001, durante una beca de la que Bonilla disfrutó en Roma para hacer una novela sobre los futuristas italianos que fueron a la Guerra Civil. Un día apareció el enfrentamiento entre futuristas rusos -bolcheviques y futuristas italianos -fascistas. “Entre los primeros se alzó gigantesca la figura de Maiakovski, que enseguida se me apareció como un gran espejo en el que reflejar toda su época y en el que combatían cuestiones importantes como el papel del artista en la sociedad en sus dos vertientes: el papel del artista contra el poder y el papel del artista al servicio del poder, además de esa contradicción vital que marcó su destino de creer en el arte como instrumento de transformación social pero necesitar, para ello, llegar a un público amplio. Por debajo estaba su historia de amor con Lily Brik. Abandoné el proyecto que me había llevado a Roma, y me decidí a escribir una novela con/de/desde/sobre/para/trasMaiakovski, pero no encontré la manera hasta muchos años después”.
El nombre del ganador se dio a conocer en el Gran Teatro Nacional de Lima, con la asistencia del premio Nobel peruano y anfitrión de este encuentro literario. Las otras dos novelas finalistas eran Las reputaciones (Alfaguara), de Juan Gabriel Vásquez, y En la orilla (Anagrama), de Rafael Chirbes. En esta primera edición se presentaron 325 títulos.
Blecua, como presidente del jurado, anunció el ganador poco antes de las diez de la noche del jueves. La entregra sirvió de clausura de la Bienal Vargas Llosa (del 24 al 27 de marzo). El acto fue precedido por la mesa redonda Literatura de la violencia y dos actuaciones musicales coloridas y andinas: Cecilia Carranza (la artista de quien está enamorado con 20 años Felícito Yanaqué, protagonista de la última novela de Vargas Llosa, El héroe discreto) y el grupo de danza Elenco Nacional del Folclor.
Terminaron así cuatro días en los que Lima se convirtió en la capital de la literatura con más de 30 escritores, 12 mesas redondas por toda la ciudad y un premio de escala internacional
El jurado estuvo integrado por Nélida Piñón, José Manuel Blecua, Marco Martos, Christopher Domínguez Michael y David Gallagher; además de J. J. Armas Marcelo, director de la Cátedra Vargas Llosa, que actuó de secretario. El premio, financiado por la Cátedra Vargas Llosa, la Universidad de Tecnología e Ingeniería de Perú y Acción Cultural de España, es el segundo de estas características que se entrega en el ámbito hispanohablante. El otro, que se concede los años impares, es el Rómulo Gallegos, creado en 1967 y que entonces ganó, precisamente, Vargas Llosa con La casa verde, y en el cual Bonilla fue finalista en 2005 con Los príncipes nubios, y que al final ganó Isaac Rosa con El vano ayer
Terminaron así cuatro días en los que Lima se convirtió en la capital de la literatura, según el Nobel peruano. El escritor se mostró emocionado y conmovido por la acogida de esta Bienal que lleva su nombre. En especial, reconoció, porque espera que con estas actividades se haya fomentado y promovido la lectura y espera que “prospere y sirva para aumentar el número de lectores”.
La Bienal congregó a una treintena de autores latinoamericanos y españoles en 12 mesas redondas. Los encuentros literarios se realizaron en ocho universidades: Ricardo Palma, Femenina del Sagrado Corazón, Mayor de San Marcos, Peruana Cayetano Heredia, San Ignacio de Loyola, Peruana de Ciencias Aplicadas, de Lima, Católica del Perú; y en el Museo de Arte Contemporáneo y en el Teatro Nacional.
Entre los invitados a estas jornadas estuvieron los escritores Sergio Ramírez, Javier Cercas, Piedad Bonnett, Rosa Montero, Alonso Cueto, Héctor Abad Faciolince, Fernando Iwasaki, Arturo Fontaine, Leila Guerrriero, Gabriela Wiener, Edmundo Paz Soldán y Santiago Roncagliolo.
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