Juan de Borgoña, resucita la obra del maestro del Renacimiento

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Más de 500 años después y en forma de milagro pagano, las vírgenes, los cristos, los santos, los ángeles y los Reyes Magos creados por la mano maestra de Juan de Borgoña han vuelto a la vida. El hallazgo en 2020 en la iglesia de la Santísima Trinidad de Alcaraz (Albacete) de ocho tablas originales de quien fuera uno de los grandes artistas del Renacimiento español cobra forma hoy, tras un delicado proceso de restauración de año y medio, en lo que supone una de las noticias artísticas más relevantes en España en lo que llevamos de siglo.

Bajo gruesas capas de yeso que habían sepultado los originales y unos burdos y sucesivos repintes realizados en los siglos XVII y XVIII se encontraron las ocho escenas, algunas de ellas maltratadas por los efectos de dos incendios, uno antes del repinte y otro posterior: La Anunciación, La Natividad, La adoración de los Reyes Magos, La presentación en el templo, La huida a Egipto, Jesús entre los doctores, Llanto sobre Cristo muerto y La misa de san Gregorio.

La tabla 'La adoración de los Reyes Magos', de Juan de Borgoña.
La tabla ‘La adoración de los Reyes Magos’, de Juan de Borgoña.Claudio Alvarez

Este tesoro, integrado por las tablas de Juan de Borgoña más 18 esculturas de la época, con toda probabilidad obra de Diego Copín de Holanda, descansa estos días en los sótanos del Museo de Albacete. Desde el 23 de marzo hasta el 26 de junio, será expuesto en el Museo de Santa Cruz de Toledo, junto a otras obras certificadas o atribuidas a Borgoña procedentes de localidades toledanas como Illescas, Talavera de la Reina o la propia Toledo (Tríptico de la Última Cena de la catedral), del Museo Diocesano de Cuenca (retablo de Carboneras de Gudazaón) y de la Colegiata de Pastrana (Guadalajara), lugares donde el artista y su círculo tuvieron una gran presencia (además de Madrid, Ávila, Cuenca o Alcalá de Henares, además, por supuesto, de la propia Catedral de Toledo, cuyas Sala Capitular y Capilla Mozárabe guardan las cumbres de la obra de Borgoña, realizadas por encargo del cardenal Cisneros).

Las pinturas halladas en Alcaraz simbolizan la asunción de las formas renacentistas en una España donde había acabado el siglo XV, se desvanecía el Gótico y una pequeña legión de pintores empezaban a asumir el credo quattrocentista italiano que llegaba de Toscana y de Umbría —en el caso de Juan de Borgoña, que llevó a cabo un viaje de formación por Italia a finales del XV, aunque no está documentado, fue especialmente intensa la sombra de Ghirlandaio— y también las enseñanzas de los grandes artistas hispanoflamencos.

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Detalle de las tablas restauradas del retablo mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad de Alcaraz (Albacete).
Detalle de las tablas restauradas del retablo mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad de Alcaraz (Albacete).Claudio Alvarez

¿Debería pensarse que la indudable dimensión de este hallazgo y la relevancia de estas ocho tablas de un artista mayor del Renacimiento español desembocará en un interés por parte de la primera pinacoteca española, el Museo del Prado, que tan solo cuenta con una obra confirmada del pintor [La Magdalena y tres santos dominicos]? “Con la Iglesia hemos topado… pero por ahora, el hecho de que estas pinturas estén hoy aquí y que vayan a ser expuestas en Toledo y luego en Alcaraz, ya es un gran paso… es muy importante que vayan a ser expuestas en el Museo de Santa Cruz, por vez primera contextualizadas con otros descendimientos de Juan de Borgoña. Vayamos paso a paso”, contesta la viceconsejera de Cultura de la Junta de Castilla-La Mancha, Ana Vanesa Muñoz. Por su parte, el Museo del Prado, preguntado ayer sobre este asunto, declinó realizar comentarios.

Dos de las tablas ya restauradas, y el Cristo de Diego Copín de Holanda también hallado en Alcaraz.
Dos de las tablas ya restauradas, y el Cristo de Diego Copín de Holanda también hallado en Alcaraz.Claudio Alvarez

Se trata de tablas de más de dos metros de alto, más de un metro de ancho y 100 kilos de peso, ejecutadas con la técnica de la pintura al temple con acabado al óleo. Las razones del inenarrable enyesado y repinte posterior pueden atender o bien a cuestiones del gusto artístico barroquizante de la época en que fueron realizados, o al mero hecho de que los originales de Borgoña, deteriorados, ya no funcionasen como eficaces objetos de culto para los responsables eclesiales de entonces. Alcaraz, hoy apenas 800 habitantes, era una importante población en los siglos XV, XVI y XVII, y la cuna de uno de los grandes arquitectos renacentistas españoles, Andrés de Valdenvira, que dejaría su huella maestra en los conjuntos monumentales de Úbeda y Baeza.

El proceso de curación de las tablas, a cargo del restaurador albacetense Pablo Nieto y su equipo del estudio El Parteluz ha sido extremadamente delicado, tal y como él explica. “Ha habido que retocar bastante, aunque depende de cada tabla. La Anunciación, por ejemplo, estaba muy pura, la de los Reyes Magos estaba mucho más deteriorada… en general hubo que consolidar mucho porque tenían muchas arrugas a causa del calor. Pero las carnaciones, al tenerlas con blanco de plomo, han sido superestables y resistentes al tiempo y al calor, y las zonas de oro son las originales, no hemos repuesto nada… era de buenísima calidad, yo creo que debía de ser oro procedente de las Américas, de cuando empezaron a traerlo a España”.

Dos miembros del equipo del restaurador Pablo Nieto y del estudio El Parteluz (Albacete) restauran 'La misa de san Gregorio'.
Dos miembros del equipo del restaurador Pablo Nieto y del estudio El Parteluz (Albacete) restauran ‘La misa de san Gregorio’.Claudio Alvarez

Hoy mismo, en su estudio del centro de Albacete, Nieto y sus colaboradoras están aplicados en retocar con todo el cuidado del mundo la superficie de La misa de san Gregorio, la única de las ocho tablas que se encuentra aún en proceso de restauración, aunque ya le queda poco en la mesa de operaciones. “Técnicamente, ha sido muy complicado y delicado el trabajo de destapar sobre diferentes superficies y sobre productos distintos, según cada color; ha hecho falta mucha técnica, mucha paciencia y mucho bisturí, porque son obras que no te permiten meter mucho disolvente en la superficie. Y en el caso de esta en concreto, la capa de yeso que le pusieron era muy fina, lo cual dificulta aún más la limpieza”.

El responsable de la que sin duda es una de las restauraciones artísticas más importantes del siglo XXI en España aclara un punto esencial: “Hemos seguido criterios puramente museísticos, mucho más que criterios de obras de culto, y en eso hemos estado de acuerdo tanto nosotros como la Junta de Castilla-La Mancha como la propia institución eclesiástica, que ha respetado todo. Esta era una condición esencial para respetar el valor de estas piezas”.

Dos de las tablas restauradas.
Dos de las tablas restauradas.Claudio Alvarez

En efecto, esta alianza puntual y de mutuo interés entre Iglesia y Estado no ha sido sencilla, pero ha acabado dando sus frutos. En ello incide el sacerdote Luis Enrique Martínez, delegado episcopal de Patrimonio en Albacete: “Hace 10 años, esto no habría sido posible, no estábamos preparados, si no tienes medios económicos no se puede hacer esto”. El presupuesto total del proceso de restauración y montaje expositivo asciende a unos 220.000 euros, costeados más o menos a partes iguales entre la Iglesia y la Junta de Castilla-La Mancha. Ana Muñoz, historiadora del arte y viceconsejera de Cultura de la Junta, recuerda hoy: “Cuando quitaron la sábana y vi aquello primero no me lo creía, y luego se me cayeron dos lágrimas. Tenía el paso del gótico al renacimiento delante de mí”. Ahora solo queda un fleco: ver cuál será el destino final de las tablas “resucitadas”, si su reintegro al altar mayor de La Trinidad en Alcaraz —el lugar para el que fueron pintadas— o su instalación en otro espacio expositivo dentro o fuera de ese templo.

Pablo Nieto durante el proceso de restauración de la tabla de 'La Anunciación'.
Pablo Nieto durante el proceso de restauración de la tabla de ‘La Anunciación’.Ana Bujeda

Una de las claves de lo que podríamos denominar thriller artístico del siglo XVI se produjo casi 500 años después. En un estudio publicado en 1999, el historiador y profesor albaceteño Aurelio Pretel daba cuenta de un hallazgo revelador: descubrió que en el Libro de Fábrica de la Santísima Trinidad de Alcaraz, depositado actualmente en el Archivo Diocesano de Albacete, está documentado que Juan de Borgoña, o algún criado suyo, recibió varios pagos por la realización de unas pinturas en esa iglesia entre 1505 y 1509. Los expertos que hoy estudian las tablas sitúan su ejecución en torno a 1509. Aquel documento fue la palanca definitiva de una sospecha que, entre los estudiosos de la huella renacentista en La Mancha, acabaría siendo un secreto a voces: que debajo de aquellas toscas pinturas y repintes ejecutados entre los siglos XVIII y XIX se escondían joyas, no se sabía exactamente cuáles, ni cuántas… ni siquiera si seguían allí o se habían perdido definitivamente.

“Ese documento es fundamental para la atribución. Las tablas no están firmadas por Juan de Borgoña, pero sí están cobradas por él. Esa, además de los evidentes rasgos de estilo y de que indudablemente es su estética, y de la altísima calidad de la ejecución, son las pruebas. Es más que una atribución, es prácticamente una certificación”, explica el restaurador que ha obrado el pequeño milagro. El milagro pagano de devolver la vida a Juan de Borgoña.

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