Atardece sobre el predio de selecciones nacionales de Argentina en el suburbio de Ezeiza. Las jugadoras extenuadas yacen desparramadas sobre una de las canchas tras una jornada de entrenamiento de doble turno que incluyó un amistoso con un combinado juvenil masculino.
La preocupación por la demora en el cobro de viáticos, la falta de vestimenta deportiva y la negativa a permitirles entrenarse en los mismos campos de juego que los hombres, entre otros desplantes, quedaron en el pasado. Ahora, las futbolistas argentinas le apuntan a la Copa Mundial de Francia con el objetivo de darle al país sudamericano el primer triunfo de su historia en la máxima competencia.
“La mayoría de este grupo viene con una trayectoria llena de desilusiones, para nosotras sería un premio por muchos años luchando”, dijo a The Associated Press la arquera Gabriela Garton, quien divide su día entre el fútbol y una maestría en sociología por la que publicará la tesis con el título “Guerreras. Fútbol, mujeres y deporte”.
Fueron las jugadoras del conjunto Albiceleste, que volverán a jugar un Mundial femenino después de 12 años, las que a fines de 2017 se declararon en huelga por falta de apoyo y detonaron un movimiento contra el machismo que terminó torciéndole el brazo a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para profesionalizar al fútbol femenino en marzo último.
Su reclamo coincidió con la irrupción en Argentina de un poderoso movimiento feminista convocó a masivas movilizaciones callejeras contra la violencia machista y le dio visibilidad a las desigualdades que padecen las jugadoras.
“Hay otros ámbitos que antes estaban cerrados y el fútbol era ese último lugar que costaba muchísimo romper la barrera para entrar. Este año se abrió el dique y ojalá que siga así”, apuntó la guardameta sobre el cambio de paradigma que se dio en Argentina.
Las futbolistas, que antes eran ninguneadas por los hombres — “Andá a lavar los platos” era el insulto más habitual —, lograron este año que por primera vez un partido de liga se juegue en el emblemático estadio la Bombonera de Boca Juniors antes varios miles de espectadores como antesala de un duelo de primera división masculina. A los pocos días la AFA anunció que el torneo femenino será profesional después del mundial.
En vísperas de su viaje a Francia, las jugadoras del seleccionado disfrutan de una incipiente fama que las cotiza como modelos de marcas de vestimenta deportivas, de electrodomésticos y hasta de una edición especial del clásico álbum de figuritas Panini.
“Tiempo atrás coleccionar figuritas de fútbol era algo mayoritariamente de varones, pero desde hace varios años las niñas y las mujeres se han sumado con el mismo o aún más entusiasmo”, destacó la filial argentina del grupo italiano.
Si bien ya es costumbre que el rostro del astro Lionel Messi y otras estrellas de la selección saturen publicidades en vísperas de una gran competencia, es toda una novedad para las mujeres que hasta no hace mucho tiempo eran invisibles.
La mediocampista Florencia Bonsegundo, una de las nueve jugadoras del plantel argentino que actúan en el exterior (Huelva de España), reflexionó que “ojalá podamos inspirar a muchas nenas, no solo en la selección sino a nivel país”.
Las argentinas, que perdieron los seis partidos que disputaron en una Copa del Mundo, debutarán el 10 de junio ante Japón, subcampeón del mundo, por el Grupo D. Luego enfrentarán a Inglaterra, tercero del ranking FIFA, y cierran la zona ante la debutante Escocia, el rival a vencer.
“El objetivo principal es ganar un partido y vamos a apuntar a que sea Escocia por debutante. A Inglaterra le podemos hacer partido y con Japón estamos lejos, pero no es imposible”, afirmó la delantera Mariana Larroquette.
Del actual ciclo mundialista, Argentina se entrenó menos de dos años. La crisis institucional de la AFA, tras la muerte de su veterano presidente Julio Grondona a fines de 2014, frenó el poco desarrollo del fútbol femenino a nivel de selección que recién pudo reactivarse a principios de 2018.
“Hay que poner los pies sobre la tierra”, advirtió la capitana y figura Estefanía Banini, la portadora de la casaca número 10, la misma que usó Diego Maradona y luego heredó Messi.
“De la mitad para adelante podemos hacer la diferencia en el uno contra uno, un fútbol muy técnico, pero sabemos que es lento comparado con resto de los países con una preparación mayor. Tenemos que trabajar para saber defender ante la velocidad de otros equipos”, analizó la jugadora del Levante de España.
La otra destacada del plantel es la delantera Soledad Jaimes, del Olympique de Lyon que días atrás conquistó la Liga de Campeones femenina ante el Barcelona.
Las argentinas tienen un último anhelo antes de Francia: recibir la visita de Messi, quien en los próximos días llegará a Buenos Aires para sumarse a las prácticas del seleccionado argentino que jugará la Copa América de Brasil.
Hace poco Sergio Ramos, histórico capitán de España, visitó a sus compatriotas y les dio ánimo antes de la máxima competencia.
“Ojalá podamos compartir un momento porque estamos en el mismo predio y ellos nos puedan contar cómo se vive un mundial. Hay chicas que nunca participaron de uno, sería muy lindo que ellos se acerquen. No perdemos las esperanzas”, expresó Bonsegundo.
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