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Juicio en París



Abogados en la sala del juicio por los atentados de París de 2015.CHARLES PLATIAU / ReutersMás de cinco años después del atentado yihadista contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo y un supermercado judío de París, la justicia ha sentado en el banquillo a 11 acusados —otros tres son juzgados en ausencia— en un proceso de trascendencia histórica tanto por el tamaño de la investigación, las características del hecho juzgado y sus implicaciones.Es preciso resaltar la minuciosidad y la voluntad de preservación —el juicio será filmado y guardado en los Archivos Nacionales de Francia, siendo el primero en materia terrorista— como ejemplo del proceder de una democracia ante un ataque directo a dos de sus esencias: la libertad de expresión y la convivencia.Hasta el 10 de noviembre, fecha para que está prevista la sentencia, decenas de testigos declararán sobre el asesinato, durante tres días, de 17 personas a manos de un comando yihadista. Aunque desgraciadamente la oleada de terrorismo yihadista ya venía de años atrás, aquellos atentados iniciaron la senda de otros de la misma naturaleza que ya han dejado más de 250 muertos en Francia y otros cientos a lo largo del continente europeo. Conviene recalcar, por tanto, que aunque se juzgan unos hechos del pasado, la amenaza yihadista sigue muy presente tanto en la comisión de atentados como en el reclutamiento de simpatizantes.Pero el proceso oral iniciado ayer en la capital francesa va más allá de lo que es un procedimiento penal, ya que pone sobre la mesa una cuestión clave en cualquier sistema democrático como es el de la libertad de expresión y los límites de esta. Y lo hace en un momento en que aumentan, no solo en Francia sino en todo el continente, las consignas de carácter antisemita e islamófobas, entre otras. Es preciso vigilar y rechazar que dichas transgresiones extremistas puedan servir de excusa para poner cortapisas a un derecho esencial en toda sociedad libre y menos aún que se transija en menoscabarlo por miedo a posibles represalias de aquellos que desprecian el sistema de convivencia democrático y pretenden sustituirlo por una tiranía. La fortaleza de la democracia estriba precisamente en aglutinar voces muy diferentes en un proyecto común y en garantizar totalmente el derecho a expresar sin miedo cualquier discrepancia. En este sentido, la publicación de nuevo por parte de Charlie Hebdo de las viñetas que los yihadistas emplearon como excusa para perpetrar la matanza de 2015, lejos de una provocación innecesaria, es una reivindicación legítima y pertinente de un derecho democrático y un recordatorio a quienes odian este sistema de libertades que, por mucho dolor que puedan infligir y por mucho terror que puedan y pretendan crear, no prevalecerán.


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