Juicio por masacre de jesuitas en El Salvador: excoronel niega su participación


MADRID  — El excoronel salvadoreño Inocente Orlando Montano, acusado del asesinato de cinco jesuitas españoles durante la sangrienta guerra civil de El Salvador, negó el miércoles haber planeado o participado en la masacre de hace más de tres décadas.

Montano es el único acusado en el juicio de la
Audiencia Nacional española después de que el tribunal eximió esta semana como
acusado a un teniente del ejército de El Salvador y miembro del batallón que
mató a los sacerdotes en la Universidad Centroamericana, o UCA, en San
Salvador.

Cuatro religiosos fueron asesinados a tiros en la Universidad en San Salvador en 1989.

René Yusshy Mendoza, que durante la investigación
confesó su participación, asistirá finalmente al juicio como testigo.

Montano ejerció como vice ministro de Seguridad
Pública de su país entre mediados de 1989, el año de los asesinatos, y hasta
que fue cesado al final de la guerra civil de doce años, en 1992.

Se enfrenta a 150 años de prisión por presuntos
crímenes contra la humanidad y el asesinato del padre Ignacio Ellacuría, rector
de la UCA, y otros cuatro sacerdotes nacidos en España que mediaban en las
conversaciones de paz entre el gobierno y el Frente Farabundo Martí de
Liberación Nacional, FMLN.

Miles de salvadoreños conmemoraron este sábado el 30 aniversario de la masacre de seis padres jesuitas, cinco de ellos españoles, y dos mujeres .

Una comisión de la verdad en El Salvador concluyó
que el ataque fue planificado y autorizado por altos rangos militares para
descarrilar el proceso de paz.

Los culpables fueron amnistiados en 1993. La
comisión también halló que Montano estuvo presente en al menos dos de las
reuniones previas a la masacre.

Las pandillas ponen en aprietos al gobierno de El Salvador.

Desde una silla de ruedas y con la cara
semicubierta por una mascarilla, como el resto de asistentes a la sesión
judicial, el coronel retirado describió la volátil situación del país en los
días anteriores a los asesinatos.

La entrada de militantes del FMLN en la capital
del país había provocado un intenso debate dentro del gobierno sobre la
respuesta que éste debía proporcionar.

Montano, que se negó a contestar a las preguntas
de las acusaciones o fiscalía y sólo respondió a las de su abogado defensor,
admitió participar la víspera de los asesinatos en una reunión a la que
asistieron el presidente del gobierno, que en aquel momento ejercía Alfredo
Cristiani, su aparato de seguridad y la plana mayor del ejército, pero negó que
allí se discutiese atacar a los jesuitas.

Las pandillas salieron a las calles a propinar los violentos castigos.

“En ningún momento ni el gobierno ni nosotros en
el alto mando estuvimos de acuerdo que se hubiese llegado a esa situación,”
señaló. “Es más, en lo personal, yo siempre pensé que había sido el FMLN el que
había cometido ese asesinato. No hubo por parte mía una acusación en contra de
la UCA o a las autoridades de la UCA.”.

Montano también indicó que desde su puesto a
cargo de la seguridad pública del país, él supervisaba la policía nacional y de
fronteras, pero que no tenía potestad sobre el ejército, que estaba en manos
del viceministro de Seguridad Nacional.

Se los acusa de asesinatos y extorsiones en El Salvador; muchos ya están tras las rejas.

El ex coronel argumentó que si hubiese
participado en los hechos Estados Unidos no le habría otorgado un visado para
residir y trabajar en aquel país.

Montano cumplió dos años de prisión por fraude
inmigratorio en Estados Unidos antes de ser extraditado a España en el 2017.

El Salvador se ha negado a extraditar a otros 16
sospechosos que la Audiencia Nacional de España acusó en el mismo caso.

La indignación por la masacre del 16 de noviembre
de 1989 dio pie a una investigación legislativa en Estados Unidos que halló que
los miembros de las fuerzas que mataron a los sacerdotes fueron entrenados por
las fuerzas armadas estadounidenses.

Ellacuría era conocido como uno de los grandes
teólogos de la liberación, la corriente ideológica de marcado acento social que
se propagó desde la década de 1960 sobre todo en América Latina.

Sus contactos con todas las partes del conflicto
se consideran clave en la negociación de los acuerdos que pusieron fin al
conflicto civil salvadoreño.




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