El Liverpool, de motor Premier e ingeniería alemana, la de Klopp, es un equipo que tiene de todo. O que no le falta de nada. Gol en las botas de Salah, imán en las de Fabinho y solidez en las de Van Dijk. Por jugar, en el conjunto inglés juega hasta la afición, que volvió a dar otro concierto para tratar de explicar una pasión en una sola frase. El You’ll Never Walk Alone es banda sonora de este deporte.
Pero de esta obra coral en la que todas las piezas encajan solo hay un arquitecto, que es el entrenador. Lo que se vio ante el Villarreal (y lo que se está viendo durante todo el año en Inglaterra) es fruto del trabajo de Jürgen Klopp. El alemán posee un equipo hecho ejército en el que cada uno sabe lo que tiene que hacer, dónde lo tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer.
Y eso lo demostraron en Anfield donde los jugadores ‘reds’ parecían saber antes que las 50.000 gargantas allí presentes en qué lugar exacto iba a caer cada balón. Mordían (casi literalmente) cada vez que trataban de recuperar el balón pese a que fue suyo más de la mitad del tiempo (67% de posesión) y una vez que lo tenían, solo había ojos para un objetivo: marcar.
En definitiva, este Liverpool ‘Made in’ Klopp es quizás el mejor equipo que ha tenido nunca el alemán. Ha creado un monstruo. Y tiene manos de seda, garras de fiera y cara de campeón.