Juventud y mestizaje, esa grandiosa fórmula

El tenis de ahora triunfa así, a base de genes de uno y otro lado, de un popurrí genético que estos días se realza en Nueva York, donde dos hijas de la inmigración y la mezcla deslumbran y se ganan al aficionado. Ellas son Emma y Leylah, Raducanu y Fernandez, 18 y 19 años de manera respectiva. Prácticamente dos adolescentes. La primera, sin embargo, juega como si tuviera el aplomo de una treintañera, al ataque todo el rato y sin especular, sin pestañear. Lo comprobó en última instancia la griega Maria Sakkari, de quicio y sin respuesta en la semifinal: 6-1 y 6-4. Antes, la tormenta juvenil cayó sobre la fiera Aryna Sabalenka, reducida la bielorrusa a base de control y esa insultante agilidad de piernas de la canadiense: 7-6(3), 4-6 y 6-4.

Más información

Entre ambas, citadas este sábado por el título (22.00, Eurosport), reescriben la historia y lanzan un aviso para navegantes: poco a poco, las jóvenes van adueñándose de un circuito sin ley, tan imprevisible y tan oscilante que de repente, la 150ª y la 73ª del mundo, dos anónimas para el gran público hasta hace nada y que apenas acaban de romper el cascarón profesional, pueden engarzar un gran título que parecía reservado a tenistas consagradas como la número, Ashleigh Barty, o Naomi Osaka, doble campeona en Flushing Meadows. Una y otra salieron escaldadas del torneo y Nueva York asistirá a su final más joven desde la de 1999, ese día Serena (17) y Hingis (18).

En cualquier caso, la japonesa de 23 años marca el paso en los últimos tiempos fuera de la pista. Imán comercial, la mezcolanza de sus raíces –padre haitiano, madre japonesa y criada en los Estados Unidos– atrae a las marcas y a las nuevas generaciones, en una fórmula que se repite –Garbiñe Muguruza y Venezuela, sin ir más lejos– y que se expresa en toda su dimensión en esta final femenina. Raducanu es una inglesa de padre rumano y madre china que nació en Toronto, mientras Fernandez (Montreal) comparte país de origen pero es el fruto exótico de un exfutbolista ecuatoriano y una mujer filipina.

“Han sido años y años de trabajo, lágrimas, sangre y sacrificios”, expone Leylah, un descubrimiento que en realidad reúne argumentos. El año pasado ya alcanzó la final de Acapulco y progresó hasta la tercera ronda de Roland Garros, y en este levantó su primer título en la élite –Monterrey, siendo la más joven del cuadro y sin ceder un set en todo el torneo–. “Siempre he pensado que podía ganarle a cualquiera”, exponía estos días tras tumbar a Osaka en la primera semana. “Una profesora me dijo que dejase el tenis, que nunca lo conseguiría y que me centrase en los estudios. Me alegro de que me dijera esa frase todos los días porque hizo que tuviera en mi cabeza la idea de seguir y seguir adelante para demostrarle que podía hacerlo”, transmitió la zurda tras vencer a Sabalenka.

Varios aficionados intentan atrapar una bola lanzada por Raducanu.
Varios aficionados intentan atrapar una bola lanzada por Raducanu.Sarah Stier / AFP

Fernandez habla con fluidez inglés, francés y español, y es la primera tenista que supera a tres top-5 (Sabalenka, Naomi Osaka y Elina Svitolina) en Nueva York desde que lo consiguiera Serena Williams hace 22 años, en 1999; es, además, la primera que lo hace en un Grand Slam desde que la leyenda norteamericana fulminara en Wimbledon 2012 a Petra Kvitova, Victoria Azarenka y Agnieszka Radwanska.

Ella y Raducanu se batirán en la primera final femenina del US Open en la Era Abierta (a partir de 1968) sin cabezas de serie. “Honestamente, quería hacerlo bien, pero no esperaba llegar hasta aquí tan pronto”, admitió la segunda, que después de asomarse a lo grande en Wimbledon (octavos) ha logrado un hito único puesto que nadie, ni hombre ni mujer alguna, habían logrado llegar al último episodio del torneo procedente de la fase previa. Lo ha hecho, además, sin entregar ningún parcial en los nueve partidos que ha jugado e invirtiendo menos tiempo en la pista que Fernandez: 11h 34m frente a 12h 45m.

“La primera vez que nos enfrentamos fue cuando teníamos 12 años”, recuerda la inglesa, la finalista más joven en un Grand Slam desde que Maria Sharapova accediera y ganara la de Wimbledon en 2004, y la más joven en el US Open desde el 99. “También jugué contra ella en Londres cuando éramos júniors, así que me alegro de ver lo bien que hemos evolucionado. Estamos haciendo un buen tenis y creo que será divertido para los espectadores”, concluye Raducanu, la gran esperanza británica: retrocediendo, el historial señala que Virginia Wade fue la última campeona de su nacionalidad en Flushing Meadows, en 1968, e igualmente en un gran escenario: Wimbledon, 1978.

Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.




Source link