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Kamala Harris moviliza el voto afroamericano en Miami: “Honremos a nuestros antepasados”


Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, se han lanzado a un sprint final a tres días de las elecciones con múltiples actos de campaña en un clima de gran crispación. Los comercios de las grandes ciudades están tapiando sus escaparates y edificios de viviendas están contratando servicios de seguridad privada ante el temor a disturbios el 3 de noviembre. La gran cadena de hipermercados Walmart ha retirado de sus estanterías las armas y la munición. Los estadounidenses están llamados a las urnas, además, en pleno repunte de la pandemia.

Biden llega a la recta final con una holgada ventaja en los sondeos, de casi ocho puntos respecto al presidente, Donald Trump, según el promedio de encuestas nacionales de Real Clear Politics, pero el recuerdo de 2016 está muy presente en las filas del Partido Demócrata y su agenda, hasta ahora de perfil bajo por las precauciones que exige el coronavirus, se va a volcar en los lugares donde se estrellaron hace cuatro años. El candidato tenía previsto visitar solo este viernes Wisconsin, Iowa y Minnesota, cruzándose con su rival en dos Estados, Wisconsin y Minnesota. Trump está también en Michigan, y Biden le pisará allí los talones el sábado. Es una señal elocuente de lo que sus equipos de datos ven en juego estos días.

Estos Estados se inclinan, según los sondeos, hacia el candidato demócrata, pero Biden ha decidido no dejar fuera a ninguno de ellos para no desalentar a sus votantes. “No estoy súper seguro de nada, solo quiero asegurarme de tener todos los votos posibles”, declaró ante la prensa.

El aluvión de voto anticipado por correo hace posible que el recuento total de votos se demore y, también, que los primeros resultados conocidos durante la madrugada se puedan ver corregidos días después. Esa incertidumbre, en un país altamente polarizado y con un presidente que agita el fantasma del fraude electoral, es dinamita. Después de un verano marcado por la ola de protestas raciales con graves episodios vandálicos, las calles de muchas ciudades han vuelto a tapiar sus cristales. Walmart tomó la decisión de retirar el armamento de sus estanterías, por segunda vez en los últimos meses, después de que una de sus tiendas fuera saqueada en Filadelfia (Pensilvania) en plena movilización por la muerte de un afroamericano a manos de la policía. “Hemos visto revueltas aisladas y, como hemos hecho en varias ocasiones en los últimos años, hemos quitado las armas y las municiones de la tienda como medida de precaución por la seguridad de nuestros empleados y clientes”, dijo un portavoz a The Wall Street Journal.

Casi 86 millones de estadounidenses han depositado ya su voto, el 62% de todos los votos que se contabilizaron en 2016, pero los aspirantes a la Casa Blanca van a pelear hasta el final por los que faltan.

Biden se hará acompañar el fin de semana del expresidente Barack Obama en dos mítines en Detroit y Flint, en Michigan. Los demócratas buscan recuperar el Estado después de que en 2016 Trump ganara allí por un margen mínimo: un poco más de 10.000 votos. La campaña de Biden ha detectado que parte de esa derrota se debió a que la candidata Hillary Clinton desistió de buscar el voto afroamericano. Ahora, según los sondeos, el demócrata tiene una ventaja de casi seis puntos.

Obama se implica

La de este sábado será la primera vez que Obama y Biden hagan campaña juntos. El expresidente intentó mantenerse alejado de la promoción del candidato demócrata al principio de este año, pero desde el verano ha tomado un papel más relevante en la campaña, primero, con potentes discursos y, desde hace dos semanas, viaja por los Estados bisagra para pedir el voto por Biden y atacando sin ninguna restricción al actual ocupante de la Casa Blanca.

Los refuerzos también están en el sur del país, donde la candidata demócrata a la vicepresidencia, Kamala Harris, recorrerá tres ciudades de Texas —Houston, Fort Worth y McAllen—, un Estado tradicionalmente republicano pero que, en algunas encuestas, ha mostrado su preferencia por el candidato demócrata. En el sureño Estado más de nueve millones de personas han votado por correo o en persona de manera anticipada, una cifra ya mayor a todos los votos emitidos en las elecciones de 2016.

Trump busca en Michigan conservar el voto de las zonas residenciales y trastocar los sitios en los que Biden se ha mostrado confiado. Su equipo de campaña reconocía este viernes que el presidente no celebrará una fiesta el día de las elecciones en el Trump Hotel, en el centro de Washington, como inicialmente había anunciado. “El 3 de noviembre pasará a la historia como la noche en que ganamos CUATRO AÑOS MÁS. Será absolutamente ÉPICO, y lo único que podría mejorarlo es tenerle a USTED allí”, decía una solicitud del presidente en un correo que incluía una imagen de Trump y la primera dama, Melania Trump, bajo la frase “Únase a nosotros en la noche de elecciones”.

Trump explicó a la prensa que ha cancelado la fiesta por las restricciones que el Ayuntamiento del Distrito de Columbia mantiene por el avance del coronavirus. “Washington DC está cerrado, es una locura”, comentó a los reporteros. En la capital de Estados Unidos el aforo permitido en restaurantes es del 50% y el uso de la mascarilla es obligatorio. Trump ha comentado que es probable que espere los resultados de la noche electoral en la Casa Blanca, lo que también se interpreta como una señal de que, al menos esa noche, quizá no espera celebrar nada.

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