Durante un lustro, entre 2005 y 2010, Katherine Heigl rozó el cielo de Hollywood. La actriz estadounidense, que entonces tenía 27 años (ahora tiene 41), se puso la bata de la doctora Izzie Stevens en Anatomía de Grey y pasó de ser casi una completa desconocida a ser uno de los rostros más famosos y queridos de la pequeña pantalla. Su mezcla de fuerza y dulzura, acompañada de incesantes dramas que la ponían en situaciones límite, la hicieron incluso merecedora de un premio Emmy. Sin embargo, tras cinco años de enamoramiento con el público, la actriz, exhausta y harta de las condiciones laborales de la serie, decidió abandonarla. Aunque los espectadores han pedido su regreso en incontables ocasiones durante más de una década, Shonda Rhimes, la todopoderosa creadora de la serie, no ha permitido que la estrella que un día criticó sus métodos vuelva a pisar los pasillos del célebre hospital de la ficción.
Las quejas de Heigl hace una década, que también tocaron a sus películas (llegó a decir que Lío embarazoso era “un poco sexista” en plena promoción de la cinta), la apartaron de la industria: lejos de considerarla un altavoz de los abusos de la misma, la calificó como estrella “difícil” y con la que era mejor no trabajar, porque “no merecía la pena”. Tras un puñado de exitosas comedias románticas y en una era en la que las mujeres que alzaban la voz eran pisoteadas en vez de, como hoy, alzadas a las alturas, cayó en un cierto olvido, en una apatía de proyectos. Sin embargo, ahora su figura parece que busca ser recuperada. Y nadie para redimirla como su compañera de reparto en Anatomía de Grey Ellen Pompeo, la estrella protagonista de la serie, que lleva más de 400 episodios dando vida a Meredith Grey.
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El pasado mes de septiembre, la actriz lanzó un podcast llamado Tell me with Ellen Pompeo en el que, en capítulos de entre 40 minutos y una hora de duración, charla con amigos, compañeros y personajes de la industria del entretenimiento. En él ha invitado a Patrick Dempsey (que interpretó en la célebre serie médica a su marido, el doctor Derek Sheperd), la modelo Cindy Crawford, la estrella del baloncesto Dwyane Wade, la filántropa Melinda French Gates o, en el último episodio, a la actriz Kate Walsh, que también pasó por Anatomía de Grey para interpretar a Allison Sheperd, la exmujer de su marido. Y ha sido en ese capítulo donde Pompeo ha hablado de Heigl para reconocer que, en su momento, fue valiente a la hora de dar un paso adelante y ser clara con una industria que no siempre es tan idílica como parece.
“Recuerdo a Heigl en un programa de televisión diciendo algo sobre la cantidad demencial de horas que trabajábamos, y tenía la razón al 100%”, comentaba Pompeo en el podcast publicado el 20 de abril, haciendo referencia a una aparición de Heigl en el programa de David Letterman en 2009 donde alzó la voz de forma clara, explicando que el equipo de la serie trabajaba “17 horas al día”, algo que consideraba “cruel y malvado” y ante lo que no pensaba callarse.
“Si lo hubiera dicho hoy, sería una absoluta heroína. Pero fue una adelantada a su tiempo. Hizo una declaración sobre esos horarios locos y, venga, claro, vayamos todos a hacer polvo a una mujer y llamémosla desagradecida”, ironizaba Pompeo en el podcast. “Le echó un buen par”, afirmaba la estrella sobre su excompañera. “Estaba diciendo la verdad. No mentía”, afirma ahora, más de 10 años después de la salida por la puerta de atrás de Heigl.
El reparto de la serie ‘Anatomía de Grey’.ABC/Splash News (GTRES)
La marcha de la actriz dejó un gran hueco en la serie, donde se había convertido en uno de los personajes más queridos y con las tramas más interesantes; aunque en sus últimas temporadas ella misma explicó que el nivel de su papel era menor y decidió rechazar las candidaturas a los premios Emmy. Según contó años después, ese estrés acumulado llegó a un punto de inflexión en 2009, cuando ella y su marido, el músico Josh Kelley, tuvieron a su primera hija, una niña que adoptaron en Corea del Sur (ahora tienen tres). En una entrevista en el diario The Daily Telegraph contó que “formar una familia lo cambió todo”. “Eso cambió mi deseo de trabajar a tiempo completo. Me convertí en madre y aquello cambió toda mi perspectiva. Fue realmente el punto de inflexión”.
Durante años, Heigl —que también interpretó comedias románticas como 27 vestidos, La cruda realidad o Como la vida misma— fue apartada de la industria por ser considerada complicada a la hora de trabajar. Los publicistas y quienes trabajaron con ella la calificaron de caprichosa y controladora, y se quejaban de la poderosa influencia que ejercía su madre en su trabajo. La actriz explicó en una entrevista con The Washington Post que eso la llevó a sufrir ansiedad e incluso a tener pensamientos suicidas. En otras declaraciones hace cinco años relató que había necesitado acudir a terapia para poder gestionar las críticas: “No lo llevé bien. Me sentí como la última mierda”.
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