Desde que el Barcelona sufrió la peor goleada de su historia en Europa hasta este viernes, pasaron dos meses y nueve días. En ese tiempo se despidió a Quique Setién, se contrató a Ronald Koeman; se prescindió de tres referentes del vestuario como Rakitic, Vidal y Luis Suárez (tercer máximo goleador del club) y el capitán, Lionel Messi amagó con irse. Se presentó una moción de censura y la directiva convocó a una mesa de negociación para rebajar los salarios de los trabajadores. Mientras tanto, Gerard Piqué (Barcelona, 33 años), que siempre tiene algo para decir, estaba en silencio. Lo rompió. Y, como no podía ser de otra manera, su mensaje no fue baladí. “Si los jugadores hemos tenido el poder es porque otras personas no han querido ejercerlo”, sentenció el central catalán, en una entrevista a La Vanguardia.
Cuando el pasado enero, el Barcelona cayó en las semifinales de la Supercopa de España ante el Atlético, el presidente Josep Maria Bartomeu tuvo una reunión con los capitanes. No estaba, en cualquier caso, Lionel Messi. En ese encuentro Bartomeu habló sobre la continuidad de Ernesto Valverde. “A nosotros se nos convoca a una reunión y se nos transmite un mensaje, y parece que debamos aprobarlo o desaprobarlo, cuando nosotros dijimos: “Señores, esa es una decisión que debéis tomar vosotros”, contó el central. Según Messi, ese fue el momento en el que todo se rompió: “Desde enero hasta aquí todo ha sido un desastre”, dijo el 10 tras perder la última liga. El mensaje ambiguo de los capitanes terminó con Valverde fuera del club y Setién en el banquillo.
“Con el periódico del lunes, como dicen los argentinos, es muy fácil. No sabremos nunca qué habría pasado, pero a mí, tras ganar dos Ligas y siendo líderes, echar al entrenador a mitad de temporada, como proyecto, no me parece coherente. No lo vi lógico”, analizó Piqué. Versátil, carismático, inteligente, cuesta descifrar el rol del catalán. Por momentos se viste de bromista, en otros de futbolista, también es empresario y desde hace tiempo futurible candidato a la presidencia del Barcelona. “Cuando un club funciona mejor y todo resulta más sano para todos es cuando las jerarquías están bien marcadas. El presidente debe ser el primero y después el entrenador debe mandar sobre los jugadores. Cuando esta jerarquía se rompe las cosas no funcionan”, insistió.
Bartomeu ganó las elecciones en 2015 con un eslogan tan atractivo como peligroso: “Tenemos triplete, tenemos tridente”. La frase, acompañada por la foto de Messi, Luis Suárez y Neymar, seducía al socio barcelonista después de que el equipo de Luis Enrique ganara la Champions, LaLiga y la Copa. “Tocamos el cielo con el triplete del 2015 y a partir de ahí el club ha ido cayendo en lugar de crecer y esa tendencia es inapelable. Tocamos fondo con el 2-8 y teníamos que hacer un reset todos para ver qué era lo mejor para el club. Desde la humildad, remando y teniendo claro que nadie es imprescindible”, reflexiona ahora el catalán.
Fue justamente el día del 2-8 ante el Bayern la última vez que había tomado la palabra el 3 azulgrana. Entonces, sobre el césped del Estadio da Luz, todavía con rabia después de la paliza del cuadro alemán, dijo: “El club necesita cambios estructurales de todo tipo, no hablo de jugadores ni entrenadores y no quiero señalar a nadie”. Y añadió: “Soy el primero que me ofrezco si tiene que venir sangre nueva y cambiar esta dinámica”. Sin embargo, el central, que ejerció de enlace entre Rakuten (principal patrocinador del Barça) y el club y cuya empresa fue la productora del documental Matchday, fue junto a Ter Stegen, Lenglet y De Jong el primero en pactar con el club el ajuste salarial como consecuencia de la crisis sanitaria. Eso sí, ya había firmado con el resto de los capitanes los dos burofax de protesta que enviaron a la directiva, además de una carta desvelada por el diario El Mundo en la que califican de “bochornosa y pobre” la actuación de la junta de Bartomeu.
Ayuda al club
“Creo que estamos ayudando al club. Puede que la mochila sea mayor en un futuro”, sostiene Piqué para explicar su acuerdo de renovación con el Barcelona. El catalán tiene sus diferencias con Bartomeu. En ocasiones, lo ampara, en otras lo señala. “Mi relación con el presidente puede ser cordial pero hay cosas que quedan”, dijo. Y recordó el Barçagate, cuando la Cadena Ser desveló que el club tenía contratada a una empresa dedicada a mejorar la imagen pública del dirigente y asociada a cuentas difamatorias en las redes sociales contra jugadores, opositores y gente del entorno del Barça
“Yo, como jugador del Barça, veo que mi club se ha gastado dinero, dinero que ahora nos están pidiendo, para criticar, ya no solo a personas externas con una relación histórica con el club, sino a jugadores en activo, y eso es una barbaridad… Le pedí explicaciones y lo que me dijo es ‘Gerard, yo no lo sabía’. Y me lo creí. Pero después ves que, en acciones futuras, la persona encargada de contratar esos servicios todavía está trabajando en el club”, sostuvo Piqué. La entrevista del catalán en La Vanguardia no cierra la herida en un vestuario que se empezó a resquebrajar con el adiós Valverde y se agudiza en cada crisis del Barça.
La plantilla azulgrana tiene a su capitán enfrentado abiertamente a la junta. “¿Cómo puede ser que el mejor jugador de la historia, que hemos tenido la santa suerte de disfrutar, se levante un día y envíe un burofax porque siente que no le están escuchando? Todo es demasiado chocante. ¿Qué está pasando? Leo se lo merece todo. El estadio nuevo debe llevar su nombre y luego el del patrocinador. Debemos preservar nuestras figuras, no desprestigiarlas. Me pone de los nervios”, concluyó Piqué.
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