Take Kubo superó su extraña cuarentena, el confinamiento al que estuvo sometido, y desde ahora ya podrá entrenarse con la selección de Japón y jugar contra Colombia el próximo martes en el Estadio Yodoko Sakura de Osaka. Y ha sido una convalecencia extraña porque el delantero de la Real no dio positivo por covid en la prueba a la que fue sometido el pasado jueves 16 de marzo. Pero tampoco negativo. Así es que, por precaución, los responsables de la selección le recluyeron en su hotel y le impusieron ese encierro de siete días que le impidió disputar el primero de los dos amistosos que tenía Japón, el de este viernes en Tokio ante Uruguay, que terminó con resultado final de 1-1 y goles de Federico Valverde y Takuma Nishimura.
Lo más curioso es que Kubo fue sometido a unas pruebas la semana pasada porque llegó a la concentración nipona con algún síntoma propio del covid. Y, además, la Federación informó de que los arrastraba desde el día 16. Esto quiere decir que jugó con la Real ante el Elche el día 19 con algunos problemas de salud, que no fueron óbice para que firmara un auténtico partidazo y anotara el primero de los goles de los txuri urdin.
Un arranque de sinceridad
En Donostia no se le sometió a ninguna prueba del covid y en Japón podía haber sucedido lo mismo, pero él declaró lo que le sucedía a los técnicos y médicos de la selección en un arranque de sinceridad, a riesgo de quedarse sin jugar el primer partido, que fue lo que pasó.
Kubo ya dijo que acudía a su país a disputar estos dos amistosos ante Uruguay y Colombia, pero pensando en la Real y en ese partido contra el Villarreal del domingo 2 de abril en el Estadio de la Cerámica.
En todo caso, entre sus objetivos figura el volver a asumir peso específico en el combinado nacional nipón, que fue perdiendo según fue avanzando el pasado Mundial. Es uno de los referentes indiscutibles de su país y así se siente, pese a su corta edad (21 años).