El creciente papel de las finanzas públicas ha sido el rasgo más característico de las respuestas de Europa a las últimas crisis (financiera, 2007-2008; Gran Recesión, 2009-2013 y pandemia, 2020-2021). La acción pública ha sido determinante para evitar una catástrofe humanitaria, aunque no ha impedido unos elevados costes sociales y un inquietante endeudamiento. En la crisis actual provocada por la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, Europa vuelve a confiar de manera fundamental en el sector público.
En la Declaración de Versalles del pasado 11 de marzo, los líderes europeos declararon: “Movilizaremos la financiación pública europea y nacional necesaria para mejorar el acceso al capital de riesgo, superar los fallos de mercado, movilizar la inversión privada y fomentar proyectos innovadores”. El soporte último son los fondos públicos: “Emplearemos el presupuesto y el potencial del Grupo del Banco Europeo de Inversiones”.
De manera esencial, el papel del sector público ha sido determinante para afrontar los desafíos de la pandemia en Europa y España. Un reciente estudio de Funcas, Focus on Spanish Society, destaca el fuerte aumento del gasto social y sanitario en la Unión Europea y en España. En la UE, el gasto en protección social creció de manera notable durante la Gran Recesión. En 2020, escaló desde el 19%-20% al 22% del PIB. El mismo año, el gasto sanitario subió un punto, hasta el 8% del PIB. En España la subida ha sido más intensa porque partía de un nivel más bajo. El gasto en protección social creció en 2020 en 4,7 puntos, hasta 22,1% del PIB, y el sanitario en 1,5 puntos, hasta el 7,6% del PIB. El incremento del gasto público total en 2020 fue más intenso en España, donde subió del 42,1% al 52,1% del PIB, mientras que en Europa pasó del 46,5% al 53,1%.
La crisis financiera exigió cuantiosos recursos públicos en Europa para recomponer la debacle ocasionada por las temerarias conductas bancarias. Entre 2008 y 2016, las ayudas a los bancos europeos ascendieron a 464.000 millones de euros, incluyendo 100.000 millones a los del Reino Unido. Ahora ya sabemos el resultado de aquellas ayudas. Se han perdido definitivamente 237.000 millones de euros, de los que el 24,6% corresponden a España, el país que soporta la factura más cuantiosa, según Eurostat. Los gestores de esta crisis en nuestro país nunca han explicado el porqué de un coste tan elevado. Una pésima gestión que gravita sobre los contribuyentes, sin contar a las víctimas directas, como los afectados por las participaciones preferentes, desahuciados, cláusulas suelo y una lista interminable de abusos bancarios.
Las reparaciones de tantas crisis no son gratuitas. Las crisis pasan, pero las deudas quedan. En la UE, la deuda pública ha pasado del 59% del PIB en 2007 al 90% en 2020. En el mismo periodo en España casi se ha triplicado del 36% al 120% del PIB. No todas las deudas son iguales. Las bancarias son injustificables.
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