La activista saudí liberada promete luchar para que sus torturadores rindan cuentas

Uma Mishra-Newbery (arriba), coordinadora de la campaña Free Loujain, y las hermanas de Loujain, Lina (izquierda) y Alia, este jueves durante la videoconferencia de prensa.
Uma Mishra-Newbery (arriba), coordinadora de la campaña Free Loujain, y las hermanas de Loujain, Lina (izquierda) y Alia, este jueves durante la videoconferencia de prensa.AP

La cárcel no ha doblegado a Loujain al Hathloul. La activista saudí liberada el miércoles tras 1.001 días en la cárcel va a seguir pidiendo justicia: quiere probar que fue torturada cuando estaba detenida y que sus torturadores sean castigados. Así lo han transmitido este jueves sus hermanas, Alia y Lina, durante una conferencia de prensa virtual desde Bélgica, donde residen. Loujain, que se encuentra bajo libertad condicional, tiene prohibido hablar con la prensa. “Me sorprendió que fuera capaz de mantener el optimismo, me dijo que echaba de menos ir al súper y comprar un helado”, ha contado Alia.

“La excarcelaron ayer [por este miércoles] y es una persona que nunca se queja. Dijo que estaba bien, pero sé que necesitará tiempo”, ha manifestado Alia. Más tarde, Lina ha dicho que esperaba que recibiera apoyo psicológico. En las imágenes que la familia ha difundido en las redes sociales, Loujain, de 31 años, aparece más delgada y con el pelo cano. “Las dos huelgas de hambre y las condiciones a las que ha estado sometida la han debilitado”, admite Alia.

Loujain fue detenida por primera vez a finales de 2014 cuando trató de cruzar desde Emiratos Árabes Unidos a Arabia Saudí, al volante de su propio coche para denunciar la prohibición de que las mujeres condujeran en su país. Los 73 días que pasó detenida la convirtieron en una activista de los derechos de la mujer. En mayo de 2018, en vísperas de que el Reino del Desierto autorizara a las saudíes a conducir, fue detenida junto a otra docena de activistas sin que se conocieran los cargos. Según su familia y varias organizaciones de derechos, Loujain y otras dos mujeres sufrieron golpes, descargas eléctricas y falsos ahogamientos (waterboarding) entre mayo y agosto.

“Mientras estaba en la cárcel secreta nos dijo que estaba bien, solo meses más tarde, cuando nuestros padres pudieron visitarla, descubrieron que había sido torturada. Ayer le pregunté al respecto y me dijo: “¿Qué querías que hiciera? Tenía un electrodo en la oreja y si decía algo recibía una descarga”, ha relatado Lina.

Tras una campaña de desprestigio en la que Loujain y las otras activistas fueron tachadas de “traidoras” por las autoridades y los dóciles medios saudíes, se fijó el juicio para marzo de 2019, pero no empezó hasta un año más tarde. Entonces, su caso fue trasladado al Tribunal Penal Especializado, que se ocupa de los casos de terrorismo y ciberseguridad. En paralelo, la activista presentó una denuncia por torturas. El juez rechazó sus alegaciones con el pretexto de que las grabaciones que pedía solo se guardan 40 días. Recurrió y el tribunal de apelaciones ratificó ese fallo el pasado martes. Sin embargo, sus hermanas dicen que no va a tirar la toalla.

“La encontré muy decidida a utilizar todos los medios, incluido el sistema legal de Arabia Saudí, para lograr sus derechos: que se reconozca que fue torturada y que su encarcelamiento fue injusto”, ha explicado Alia.

Loujain también quiere que se castigue a sus torturadores, pero solo ha podido identificar a uno: Saud al Qahtani, quien fuera uno de los asesores más cercanos del príncipe Mohamed Bin Salmán, heredero y gobernante de hecho de Arabia Saudí. Pero Al Qahtani ha desaparecido de la escena pública después de que su nombre apareciera vinculado al asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul en octubre de 2018.

Más allá de luchar para limpiar su nombre, las hermanas no aventuran cuáles van a ser los siguientes planes de Loujain. De momento, volver al activismo está descartado, ya que la condicional limitará su libertad durante los próximos tres años, y tendrá prohibido salir del país durante cinco. Ahora está pendiente de la apelación.

“Tiene muchos planes y grandes ideas, pero no sé cuáles van a ser sus prioridades. Necesita tiempo. Es un poco pronto para decidir qué va a hacer”, resume Alia.

También sobre sus padres, que son los abogados de Loujain, pesa una prohibición informal de viajar al extranjero. Por eso, Alia, Lina y su hermano Walid (atrapado en Canadá porque las autoridades saudíes no le renuevan el pasaporte) no regresan a Arabia Saudí. Estar fuera les ha permitido hacer campaña por su hermana y admiten que la presión internacional, y en especial la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, han influido en que su hermana haya podido salir de la cárcel tras cumplir la mitad de la pena que le impuso el tribunal.

“Ahora queremos verdadera justicia y que Loujain sea liberada de forma incondicional y se reconozca la campaña de difamación tanto por parte de los altos cargos como de los medios que la acusaron de traidora. No vamos a parar hasta que alcancemos justicia plena”, aseguran.


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