La ambigüedad de China con la guerra de Ucrania pone en aprieto a las tecnológicas chinas


La semana pasada dos directivos de Huawei en Reino Unido dimitieron por la postura de su compañía ante la guerra en Ucrania, al no condenar la invasión y seguir comercializando productos a Rusia. La noticia se producía mientras la secretaria de Comercio de EE UU, Gina Raimondo, aseguraba al New York times, que podían tomar medidas “devastadoras” contra las compañías chinas que desafiaran las sanciones a Rusia, prohibiéndoles el uso de equipos y software estadounidenses para fabricar sus productos.

Dicho y hecho. El Gobierno estadounidense ha anunciado la llamada Regla de Producto Directo Extranjero (FDPR, por sus siglas en inglés) para toda Rusia, como parte de sus controles de exportación para bloquear el acceso de Rusia a productos de alta tecnología, como los semiconductores. Eso supone que las compañías chinas deberán recibir una licencia por parte de EE UU para los artículos tecnológicos que utilicen tecnología estadounidense antes de enviarlos a Rusia, lo que se teme que afecte a su negocio, ya que muchas utilizan para sus dispositivos chips y software de EE UU, según detalla la agencia Yonhap.

Que China haya evitado condenar la intervención militar rusa y mantenga su ambigüedad ante el conflicto que, para muchos analistas, sólo esconde a medias su apoyo a Moscú, parece estar poniendo en aprieto a las empresas tecnológicas chinas. Y es que esas amenazas de EE UU sobre ellas recuerdan a las acciones tomadas contra Huawei, cuando la Administración de Donald Trump incluyó a esta compañía en su lista negra de entidades a las que se prohíbe adquirir tecnología de empresas estadounidenses sin la aprobación del gobierno. Un bloqueo que ha pasado una dura factura al negocio de Huawei, tanto en móviles como en su actividad ligada a las redes 5G. 

Nikkei Asia recuerda que el FDPR se utilizó para cortar el acceso de Huawei a proveedores globales de chips, y asegura que esa regla, y su alcance arrollador, ha pillado por sorpresa a muchas compañías tecnológicas chinas. Y es que, esta vez, según advierte el medio citado, el alcance de las restricciones va mucho más allá de los semiconductores y otros componentes e incluye equipos de telecomunicaciones y seguridad de la información, sensores, láseres y ordenadores.

Los envíos a Rusia de productos de electrónica de consumo como portátiles y smartphones no estarán sujetos a esos controles, pero solo si las empresas pueden estar seguras de que sus usuarios finales son civiles y no gubernamentales o militares, según indicó un portavoz del Departamento de Comercio de EE UU al medio asiático. Algo que, en la práctica, puede resultar muy complejo, tal y como le indicó también Christopher Timura, abogado de Comercio Internacional de Gibson Dunn.

Nikkei Asia explica que el primer paso para determinar si un producto o componente está sujeto a la FDPR es encontrar su número de clasificación de control de exportaciones (ECCN), un dato que luego se cruza con las regulaciones comerciales de los EE UU. Pero, tal y como precisa el citado abogado, la tarea no es sencilla, “no todos los fabricantes han clasificado sus productos y, por tanto, algunos no sabrán qué ECNC se aplicaría a sus productos”.

El medio asiático explica que hay compañías que están evaluando todavía las implicaciones de las nuevas reglas de exportación de EE UU y las sanciones económicas que podrían derivar de ella. Algunos reconocen que es complicado estar seguros de si sus productos se verán impactados por los nuevos controles, que mirarán con lupa aquellas tecnologías y productos de ‘doble uso’, es decir, que sirven para uso civil y militar. Esta etiqueta será un criterio clave para determinar si los envíos están sujetos a controles de exportación, pero como advierten desde alguna empresa es difícil saber si algunos componentes de dispositivos de alta gama pueden aprovecharse para fines militares, aunque no se hayan vendido con ese fin.

La situación, más allá de determinar qué productos y empresas se verán afectados, es muy compleja, pues como apunta a CincoDías Cristian Castillo, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, la nueva medida sancionadora de EE UU puede ser un arma de doble filo. “Es complicado pensar que una restricción como la que plantea el Gobierno estadounidense no vaya a tener un efecto rebote dado que estamos en un sector muy interrelacionado. Sin duda, si se aplica la medida habrá daños colaterales en las empresas estadounidenses y europeas, dado el peso que tiene China en la industria tecnológica”.

Castillo remarca que aplicar la RDPR es una cuestión muy difícil. “Aquí no hay blancos y negros, como ya se vio con la sanción a Huawei o se está viendo con las sanciones impuestas por la UE a Rusia. No se trata de yo te sanciono y ya está. Hay tanta dependencia entre las compañías de ambos países, que si EE UU sanciona a las empresas chinas eso tendrá también un impacto en su industria y en la economía global”.

Para el profesor de la UOC una decisión inteligente por parte de EE UU, por esa dependencia comentada, ha sido la exención de Corea del Sur de la FDPR, pues en ese país hay gigantes como Samsung (uno de los grandes fabricantes de chips y productos tecnológicos del mundo), LG y el fabricante de semiconductores SK Hynix. Según EE UU, las sanciones de Corea del Sur contra Rusia se ajustan a los estándares internacionales, de ahí su decisión de sacarla de la lista de naciones afectadas por esta nueva medida sancionadora. Este país asiático pasó hace unos días a formar parte de la lista de 33 nacionales exentas del FDPR, que incluye a la UE, Reino Unido y Japón. Samsung y Xiaomi son dos marcas de móviles líderes en Rusia, mientras Acer, Asus y Lenovo son los principales fabricantes de PC en este país, y LG y Sony son marcas líderes en venta de electrodomésticos y productos de electrónica de consumo.

Las empresas tecnológicas chinas no tienen fácil tomar una decisión. Retirarse de Rusia también podría traerle consecuencias comerciales. Los envíos de móviles de Xiaomi a Rusia aumentaron un 29% en 2021, antes de que estallara la guerra, según los datos de Counterpoint Research. Y Huawei y ZTE son un proveedor de equipos de telecomunicaciones en el país, según la empresa de investigación Lightcounting.

Las empresas guardan silencio

Las tecnológicas chinas consultadas en España prefieren guardar silencio sobre su operativa en Rusia (donde casi todas siguen operando con normalidad) o sobre la nueva regla anunciada por EE UU. Su respuesta cautelosa contrasta con sus pares occidentales como Apple, Microsoft, SAP, HP o Google, que rápidamente condenaron la guerra y suspendieron sus operaciones y ventas en Rusia. “Es difícil que hablen salvo que el Gobierno chino se posicione públicamente a favor o en contra de Rusia; en un país totalitario lo normal es que vayan con la misma voz que sus líderes políticos”, continúa Cristian Castillo.

El profesor de la UOC cree que si se aplica la FDPR a las empresas chinas, ello podría obligar a China a posicionarse. “Pero, entonces, habría que ver cuál sería su posición, pues si EE UU aplica esa medida y castiga a las empresas chinas, es muy posible que Pekín se ponga del lado de Rusia. Todo, al final, son hipótesis en un escenario tan incierto como el que tenemos”, reconoce.

Un ejecutivo de la industria de los chips que estuvo involucrado en el caso que enfrentó a Huawei y EE UU, describe el dilema en el que se encuentran actualmente las compañías chinas: “No saben cuánto durará la guerra y no solo desconfían de las represalias posteriores de Rusia y sus socios y sus clientes allí. También albergan preocupaciones sobre las posibles consecuencias geopolíticas de China, uno de los aliados más fuertes de Rusia”.

Castillo sí que descarta que vaya a producirse un boicot general de los consumidores de Occidente a las empresas chinas. “No veo posible que ocurra, salvo que China apoye abiertamente la guerra de Ucrania y se posicione a favor de Rusia. Pero si se mantiene neutral o como está ahora, lo veo complicado, porque gran parte de los productos tecnológicos que consumimos llevan el sello ‘made in china’. Piense un dato: el 70% de mercancías que se mueven por mar viene de Asia, concretamente de China”.


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