La amenaza rusa rompe otro tabú: Dinamarca vota en referéndum si se suma a la política de defensa de la UE

La amenaza rusa rompe otro tabú: Dinamarca vota en referéndum si se suma a la política de defensa de la UE


Mai Villadsen, portavoz de la Alianza Roji-Verde, hacía campaña a favor del no, este martes en una estación de tren en Copenhague.RITZAU SCANPIX DENMARK (VIA REUTERS)

La población danesa decide este miércoles en las urnas si renuncia a la cláusula pactada con Bruselas hace 30 años que le mantiene al margen de la política común de seguridad y defensa de la Unión Europea. Tras la reciente solicitud de Suecia y Finlandia de ingresar en la OTAN —de la que Dinamarca es miembro fundacional—, la suma del país escandinavo a las estructuras y programas comunitarios de ámbito militar supondría un paso más en la transformación de la arquitectura de defensa europea que ha provocado la invasión rusa de Ucrania. Los sondeos apuntan a que ganará el sí, a pesar de que la ciudadanía danesa se ha mostrado tradicionalmente reacia a una mayor integración en el bloque comunitario.

El origen de la excepcionalidad danesa se sitúa en el Tratado de Maastricht. La población del país escandinavo vetó en un referéndum celebrado en 1992 la aprobación del acuerdo que a la postre supuso la fundación de la UE. Por un margen de menos de 50.000 votos —50,7% de papeletas en contra— el resultado de la consulta en Dinamarca bloqueó el proceso de ratificación del Tratado. Copenhague negoció entonces con Bruselas unas enmiendas, concretamente cuatro cláusulas de exclusión en las materias que generaban más rechazo entre sus habitantes: política de defensa, unión monetaria y económica, cooperación judicial, y el concepto de ciudadanía europea. Un año después se celebró un nuevo referéndum en Dinamarca que dio luz verde al documento con el 56,7% de los votos a favor.

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El pasado 6 de marzo, dos semanas después de que las tropas rusas iniciaran su ataque por tierra, mar y aire sobre Ucrania, el Gobierno danés anunció su mayor plan de rearme en décadas y la celebración de un plebiscito para que la población decidiera si se ponía fin a su exclusión voluntaria de la cooperación comunitaria en el ámbito de la defensa. “Los momentos históricos exigen decisiones históricas”, sentenció Mette Frederiksen, la primera ministra, al informar sobre las medidas acordadas entre las principales fuerzas políticas. En la misma rueda de prensa, la mandataria defendió que Dinamarca tenía que dejar de ser dependiente del gas ruso “lo antes posible”. Este martes, el gigante energético Gazprom publicó en su cuenta de Telegram que cortará el suministro al país escandinavo en menos de 24 horas.

Dinamarca es uno de los 30 miembros de la OTAN que destina menos recursos a las partidas de defensa. La socialdemócrata Frederiksen destacó en su comparecencia de marzo que el gasto militar del país nórdico se elevará de manera notable en el próximo decenio, hasta alcanzar en 2033 el objetivo de destinar el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) que fija la Alianza Atlántica. La inversión crecerá cada año unas 18.000 millones de coronas danesas (2.400 millones de euros). Alemania, el principal aliado militar de Dinamarca, también anunció este lunes su mayor plan de rearme desde la II Guerra Mundial.

La cláusula de exclusión en materia de seguridad y defensa ha implicado que durante las últimas tres décadas los representantes de Copenhague no han participado en las reuniones ni en las votaciones de la UE sobre esas materias; tampoco hay soldados daneses en las misiones militares que se llevan a cabo fuera del territorio comunitario, y Dinamarca es el único miembro de la UE que no forma parte de la Agencia Europea de Defensa.

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El referéndum de este miércoles será el noveno que se celebre en Dinamarca (5,8 millones de habitantes) en los últimos 50 años, desde que casi dos tercios de los votantes respaldaron el ingreso en la Comunidad Económica Europea. Dos de las otras cláusulas de exclusión pactadas en 1992 se han sometido también a consultas populares. Y siguen vigentes. En 2000, los daneses rechazaron su adhesión al euro, a pesar de que más del 80% de la clase política, los sindicatos, la patronal y los principales medios de comunicación habían pedido el voto por el sí. En 2015, la población optó por mantener las excepciones en materia de cooperación judicial y asuntos internos. En ambos plebiscitos, el no ganó con poco más del 53% de los sufragios.

Todos los sondeos señalan, sin embargo, que este miércoles la ciudadanía danesa sí aprobará una mayor integración en el ámbito comunitario. Las últimas encuestas reflejan un margen a favor del sí de entre 15 y 25 puntos porcentuales —aunque en torno a uno de cada cuatro ciudadanos se muestra indeciso—, una brecha mucho mayor que la que marcaban las realizadas en marzo. De las 14 formaciones parlamentarias, 11 han mostrado su apoyo. Únicamente mantienen su negativa a abandonar la cláusula de exclusión los dos partidos de ultraderecha —el Partido Popular Danés y La Nueva Derecha— y los izquierdistas de la Alianza Roji-Verde, que en total suman el 15% de los escaños.

Casi 4,5 millones de daneses podrán votar en el plebiscito de este miércoles. Los colegios electorales estarán abiertos de ocho de la mañana a ocho de la tarde (misma hora en la España peninsular), y se prevé que el resultado del referéndum sea anunciado antes de la medianoche. La consulta no se celebrará en Groenlandia e Islas Feroe (territorios autónomos del Reino de Dinamarca).

El referéndum danés se celebra dos semanas después de que Suecia y Finlandia solicitaran su adhesión a la OTAN. Los cambios en la estrategia de seguridad de Copenhague, Estocolmo y Helsinki están exclusivamente motivados por la amenaza rusa. Las consecuencias de la entrada de Dinamarca en el marco de la defensa comunitaria no serían comparables a las del ingreso de sus vecinos nórdicos en la Alianza Atlántica. Aun así, implicaría un nuevo refuerzo a las capacidades militares en zonas estratégicas del mar Báltico; y culminaría con el giro histórico en la política de defensa en el norte de Europa que supone el futuro ingreso de Suecia y Finlandia en la organización transatlántica, algo imposible de prever a finales del año pasado.

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