Slack nació hace diez años con la intención de acabar con el correo electrónico como herramienta para comunicarse en el trabajo. La plataforma colaborativa salta ahora al parqué de Wall Street con una valoración inicial de 15.700 millones de dólares (cerca de 14.000 millones de euros) y el reto de demostrar a los inversores que puede crear un cambio de cultura en las oficinas, lo que necesita para poder ganar dinero. La primera sesión cerró con sus títulos apreciándose un 48% aunque en los primeros tanteos de la negociación subieron hasta un 60%.
La oferta se hizo a través de la colocación directa. Es la fórmula que eligió también el servicio de streaming musical Spotify. De esta manera, el decacornio tecnológico –como se conoce a las compañías con una valoración superior a los 10.000 millones- no tenía que emitir nuevas acciones ni dar explicaciones a los potenciales inversores, porque es el mercado el que establece el precio. La primera referencia de 26 dólares la acción y debutó finalmente en los 38,5 dólares, para después acercarse a los 42 dólares.
En la información inicial remitida al regulador bursátil, Slack precisó que registraba 117 millones de acciones en el New York Stock Exchange bajo el símbolo WORK. Y como sucedió antes con Uber, Lyft, Pinterest o Beyong Meat, la compañía llega al parqué lejos de ser rentable. Los resultados hechos públicos antes de la oferta muestran que el crecimiento de sus ingresos empieza a moderarse, aunque está consiguiendo reducir las pérdidas.
Slack tuvo el pasado ejercicio ingresos de 400 millones. Es un 80% más alto que un año antes, que venía de duplicar, y en el primer trimestre de 2019 ese ritmo de crecimiento se moderó al 70%, hasta los 135 millones. Las pérdidas anuales fueron de 141 millones, por las inversiones que está realizando en campañas para elevar el número de abonados. Es un 20% menos que el ejercicio anterior.
La compañía dice que tiene 10 millones de usuarios que acceden a diario a la plataforma. Pero los detalles remitidos al regulador bursátil muestran que el negocio es muy dependiente de un grupo muy reducido de grandes clientes. Slack contaba a final de enero con 95.000 abonados. De ese total, solo 645 clientes le generan más de 100.000 dólares anuales en ingresos, menos del 1%.
Rivales e interés en el sector
La compañía cobra en función del número de usuarios que tienen acceso. Con el estreno bursátil espera tener más visibilidad y así atraer a grandes compañías hacia su ecosistema. Microsoft es su principal competidor con Teams, aunque también cita a Google y Zoom Video. Slack admite en el folleto en el que explica los méritos de la operación que tiene una experiencia limitada al determinar el “precio óptimo”.
Eso implica que tendrá que cambiar su modelo de cobro. “Nuestra misión es simplificar la vida laboral de la gente y hacerla más productiva”, explica en el folleto. Slack, a diferencia de Microsoft, ofrece todas las funcionalidades de la plataforma en un único producto. La mayor parte de su base accede gratuitamente al servicio, que a su vez tiene miles de perfiles activos.
“El cambio es inevitable”, asegura su consejero delegado, Stewart Butterfield, al defender Slack como sustituto del correo electrónico. Tanto los usuarios de pago como los abonados dedicaron 50 millones de horas a la semana en la plataforma, que utilizaron para enviarse más de mil millones de mensajes. En una jornada normal de trabajo, un usuario de pago la utiliza de manera activa durante unos 90 minutos.
El programa nació como un chat interno entre desarrolladores de un vídeojuego. La plataforma se lanzó al público en 2014. Butterfield es también el cofundador de Flickr, que vendió a Yahoo en 2005. Amazon, Google y la propia Microsoft mostraron hace dos años interés por su sistema. Pero decidió seguir compitiendo con las grandes tecnológicas.
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