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La arenga de Luis en la Copa del 92: “Paulo, hoy vengaremos a Pizo”


Estos últimos días han sido muy emotivos para la familia colchonera. El domingo fue el aniversario del club, nuestro Atleti cumplió nada menos que 117 años de pasión rojiblanca. Y el pasado jueves Teledeporte retransmitió la mítica final de la Copa 92 que conquistamos en el Bernabéu. ¡Cuántos recuerdos y emociones! Fue como viajar en el tiempo. Con este partido tan reciente muchos aficionados me han pedido en que recuerde en estas líneas cómo
Luis Aragonés

me motivó para aquel partido histórico. Es una de esas historias que siempre me piden que cuente y que nunca me cansaré de hacerlo.



Eran las nueve de la mañana del 27 de junio de 1992. Esa noche jugábamos la final de la Copa del Rey en el Estadio Santiago Bernabéu contra el Real Madrid. Estaba durmiendo con el gran Manolo en la habitación cuando de repente alguien comenzó a dar puñetazos en la puerta. Nos despertamos sobresaltados y con un susto de miedo. Le pregunté a
Manolo
: “¿qué hora es? ¿qué ha pasado?”. “Son las nueve” me respondió, mientras los puñetazos sonaban cada vez más fuertes. “¿Quién es?” chillé desde mi cama con fuerza. “Soy yo, abra la puerta ya mismo”. “Uf…¿el Míster a estas horas? No me jod…”. Abrí la puerta y
Luis Aragonés
entró como una fiera en la habitación, levantó las persianas, cogió una silla y se sentó al lado de mi cama. Yo seguía tumbado y apenas podía abrir los ojos por la claridad del día. “Míreme a los ojos”. “¿Pero cómo le voy a mirar a los ojos si no los puedo abrir? Míster estoy seguro de que lo que me quiere decir ahora me lo puede decir más tarde” le respondí.

“Ni hablar, usted me va a mirar a los ojos y me va escuchar ahora. ¿Recuerda usted los insultos con los que

Michel

,

Gordillo

y

Fernando Hierro
humillaron a su compañero de equipo y amigo,
Pizo Gómez
?”. Claro que me acuerdo, le respondí. “¿Y sabe que las barbaridades que le dijeron a Pizo no ocurrieron dentro de un campo de fútbol, verdad? ¿Usted sabe dónde y cómo le humillaron?”. “Por supuesto, Míster: ocurrieron en el coche en el que iban los tres jugadores del Madrid. Coincidieron con Pizo en un semáforo y se burlaron de él: ‘Pizo eres nuestro ídolo, queremos un autógrafo tuyo’, entre otras faltas de respeto”. “Pues bien, Paulo, ¿sabe por qué estoy aquí, en su habitación y a esta hora, mirándole fijamente a los ojos? Porque hoy vengaremos a Pizo. Estos tres madridistas se van a comer las palabras que dijeron a su compañero y hasta el último día de sus vidas recordarán el día de hoy. Porque esta noche usted se convertirá en el gran ídolo de Michel, Gordillo, Hierro, su gran amigo Paco Buyo
y compañía. Usted hoy no puede fallar, lo tiene totalmente prohibido, hoy será su día. Debe humillarlos en el campo como ellos hicieron con su compañero. Serán ellos los que le pidan un autógrafo cuando acabe el partido. Ahora vuelva a dormir, pero recuerde que esta noche no me puede fallar”.

Y se fue de la habitación. Obviamente ya no pude volver a dormir. La final para mí acababa de empezar a las nueve de la mañana y era lo que el Míster deseaba. Su gran objetivo era que yo empezase a jugar el partido mentalmente doce horas antes del pitido inicial. Ya sabéis cuál fue el desenlace de la historia: hice uno de los mejores partidos de mi carrera y Pizo Gómez fue vengado a lo grande en aquella noche que el Atlético se convirtió en el dueño del Santiago Bernabeu. Marqué el que siempre será mi gol preferido, hice el “caño del siglo” como bautizó la prensa al día siguiente y varias jugadas en estado de gracia motivado por aquellas palabras del Sabio de Hortaleza. Y más allá de mí, el equipo entero estuvo espectacular, empezando por el gran
Bernd Schuster
y su golazo de falta, Abel que paró un penalti y todos los demás héroes de aquel día. Tuve el honor de recibir la Copa del Rey de la mano de Su Majestad Juan Carlos I, que me habló en un perfecto portugués que había aprendido de niño cuando creció en mi país: “Que sepas que para mi es un gran orgullo entregar este trofeo a un portugués”.

Espero que os haya gustado este recuerdo. Muchas felicidades a toda la familia rojiblanca. Os mando un fuerte abrazo y brindo por muchos años más luchando juntos como hermanos, derrochando coraje y corazón. ¡Aupa Atleti!


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