La búsqueda del origen de la pandemia del coronavirus está “paralizada”, denuncian los científicos de la OMS


Un panel de científicos denuncia hoy en una carta publicada en Nature que la investigación internacional sobre el origen de la pandemia de coronavirus está “paralizada”. Y el tiempo para encontrar pruebas concluyentes sobre dónde y cómo surgió el virus que ha matado a más de 4,5 millones de personas en todo el mundo “se está acabando”, aseguran.

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“Queremos hacer un llamamiento a la acción”, explica a este diario la viróloga holandesa Marion Koopmans, miembro del panel de científicos reunidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que viajó a China en enero para esclarecer el origen del SARS-CoV-2. Koopmans firma la carta junto al resto de sus compañeros en la que exigen que se realice cuanto antes una segunda investigación en el país asiático que permita el libre acceso de los científicos a todos los datos sobre los primeros casos detectados en este país y también el estudio de las granjas donde el patógeno pudo saltar de animales a humanos por primera vez.

Casi dos años después, el origen de la pandemia sigue siendo un misterio. Se desconoce quién fue el paciente cero, cuánto tiempo lleva habiendo infecciones puntuales entre personas y qué animales actuaron como vehículo para los primeros contagios. Esta investigación ha estado lastrada desde su origen por la polémica política, los intereses enfrentados de las grandes potencias y las dificultades para realizar una investigación exhaustiva. Hace unas semanas el país asiático rechazó de plano que se realice una segunda investigación internacional sobre este asunto.

El presidente de EE UU, Joe Biden, acaba de recibir hoy, precisamente, el informe que encargó a sus servicios de inteligencia hace tres meses ante la aparente falta de transparencia de China. Los detalles del documento aún no se han publicado, pero parece que el espionaje estadounidense no ha logrado determinar cómo comenzó la pandemia, según informa The New York Times.

La OMS quiere crear un nuevo panel de científicos permanente para investigar el asunto. Los Estados miembros pueden proponer a sus componentes. Estos pueden ser los que ya formaron parte del panel anterior u otros. Será un proceso que deben debatir todos los países de la organización y acordarse con China, lo que “probablemente” llevará demasiado tiempo como para que la segunda investigación llegue a tiempo, advierte Koopmans.

El informe final del panel de científicos de la OMS, publicado en marzo, recibió duras críticas. Iba firmado también por investigadores chinos que realizaron casi toda la recogida de muestras e información. Varios países europeos y Estados Unidos denunciaron que China había ocultado información durante las cuatro semanas en las que Koopmans y el resto del panel visitaron los mercados de Wuhan —posible primer foco de la pandemia— y centros de investigación de los que pudo escapar el virus, otro posible inicio de la plaga. El documento no aportaba datos concluyentes sobre dónde surgió el coronavirus, pero sí aseguraba que el origen animal era mucho más plausible.

Uno de los objetivos más apremiantes es ir a las granjas donde se almacenaban animales salvajes vivos

“El equipo chino no ha querido compartir datos en bruto, por ejemplo sobre los 174 casos de infección detectados en diciembre de 2019 [los primeros de los que hay constancia en teoría], porque dicen que hay problemas de confidencialidad de los pacientes”, escriben los científicos del brazo sanitario de Naciones Unidas en su carta, publicada en Nature. Pero los expertos dicen ahora que este es un tema secundario, pues “está claro” que esos 174 casos no fueron los primeros, sino que el coronavirus probablemente llevaba ya días o semanas propagándose antes de que las autoridades detectasen las primeras infecciones.

Uno de los objetivos más apremiantes para una segunda inspección es ir a las granjas donde se almacenaban animales salvajes vivos que después se vendían en los mercados de Wuhan y otras ciudades, dice Koopmans.

En junio, un estudio alertó de que la venta ilegal de animales vivos en los mercados de Wuhan era generalizada. Entre ellos había mamíferos como el perro mapache que pueden contagiarse de coronavirus y potencialmente pasarlo a los humanos. “China ha cerrado estas granjas, pero no sabemos qué ha pasado con los animales, si están vivos aún o han sido sacrificados”, advierte Koopmans. “Tampoco sabemos quiénes trabajan en estas instalaciones y si podemos encontrarlos para hacerles las pruebas necesarias”, añade.

También es urgente buscar anticuerpos contra el coronavirus en bancos con muestras de sangre de habitantes de la región de Hubei, de la que Wuhan es capital, y otras aledañas tomadas en la segunda mitad de 2019. “Normalmente las muestras de estas encuestas serológicas se conservan dos años y después se destruyen. El plazo está a punto de cumplirse”, alerta Koopmans.

Otro de los objetivos sería hacer un estudio de cuatro nuevos virus aislados en marzo de 2019 de los excrementos de murciélagos emparentados con el SARS-CoV-2. Las muestras provenían de apenas 400 ejemplares de una diminuta zona de Yunnan, a unos 1.800 kilómetros de Wuhan. Seis mineros de esta explotación sufrieron neumonía grave tras entrar en la mina para limpiar las heces de estos animales. Tres de ellos murieron. Las autoridades sanitarias chinas sospecharon entonces que el culpable sería un virus desconocido y organizaron campañas científicas de muestreo. El autor principal de la investigación, el virólogo australiano Edward Holmes, lo resumió así: esta zona es una “sopa de coronavirus” donde bien se podría estar desarrollando el causante de una futura pandemia.

Holmes acaba de publicar junto a otros prestigiosos expertos una revisión sobre el origen más probable de la pandemia. El trabajo destaca que no hay ni una sola prueba de que el virus saliese de un laboratorio, sobre todo del Instituto de Virología de Wuhan, donde se estudiaban algunos coronavirus de murciélagos. El trabajo —que se basa en la información sobre primeros contagios del informe de la ONU— muestra que no hay ningún caso registrado en las instalaciones del laboratorio o su entorno. La mayoría de las primeras infecciones conocidas entre el 8 y el 16 de diciembre de 2019 y posteriores aparecieron cerca de varios mercados de animales vivos de Wuhan. El trabajo también recalca que no hay ninguna prueba de que el SARS-CoV-2 haya sido modificado en un laboratorio.

Ese trabajo explica que “aunque la posibilidad del escape de un laboratorio no puede descartarse por completo y puede que nunca sea posible hacerlo, es una hipótesis muy poco probable en comparación con los frecuentes contactos entre animales salvajes y personas que suceden en este país. Si no se investiga seriamente el origen animal de este virus de forma colaborativa y exhaustiva, el mundo seguirá siendo vulnerable a futuras pandemias causadas por estas actividades humanas”. El antecedente más claro es el virus SARS que surgió en China en 2002 y mató a casi 800 personas. Su origen más probable estaba en civetas y mapaches criados en granjas para vender sus pieles.

“En esta era digital en la que casi todo queda grabado, conocer el origen del virus es solo cuestión de tiempo. La única pregunta es cuánto se tardará en hacerlo”

Alina Chan, investigadora de Harvard y MIT

Alina Chan es una de las principales defensoras de que el virus pudo salir de un laboratorio, una hipótesis a la que da igual o más credibilidad que a la del origen animal. En mayo, tras la publicación del fallido informe de la ONU, Chan firmó junto a otros prestigiosos investigadores una carta arremetiendo contra sus colegas y exigiendo “una auténtica investigación” que tome en serio todas las posibilidades.

Chan explica a este diario que el panel de científicos de la ONU ha perdido su credibilidad y no debería formar parte de una segunda investigación. También cuestiona su urgencia para realizarla cuanto antes. “El rastreo de contactos de los primeros casos, la investigación de las cadenas de distribución comercial y las encuestas serológicas son una prioridad evidente”, explica. “¿Realmente este panel piensa que China, que hace dos décadas consiguió determinar el origen del primer SARS con tecnología mucho más limitada, no ha hecho ya este tipo de investigación para proteger sus propios intereses nacionales?”, se pregunta.

Esta científica de 32 años que trabaja en el prestigioso Instituto Broad de Harvard y el MIT ha aparcado su investigación en ingeniería celular y terapia génica para volcarse en el origen del SARS-CoV-2 y crear una web pública que sigue su evolución genética. “Estoy segura de que habrá una investigación seria con o sin la OMS”, opina. “En esta era digital en la que casi todo queda grabado, conocer el origen del virus es solo cuestión de tiempo. La única pregunta es cuánto se tardará en hacerlo”, añade.

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