La catedral de Santiago se devoró a sí misma


El rompecabezas se va completando sin prisa desde hace más de un siglo, a medida que aparecen piezas, a veces entre tierra y escombros, a veces reutilizadas como losas del pavimento, con la cara esculpida oculta contra el suelo. Últimamente han aflorado unas cuantas de estas. En las obras de rehabilitación que se han sucedido desde 2017 en la catedral de Santiago han salido a la luz, al levantar el firme de la cripta o la escalinata de la fachada del Obradoiro, una docena de piedras labradas con torres de la Jerusalén celeste. Y arcadas de medio punto. Y zócalos y vigas. Y plafones decorados con vegetación que un día, hace más de 800 años, formaban la estructura y la cubierta de uno de los coros de iglesia más grandiosos y originales de la cristiandad. El juego de recomponer lo que fue el conjunto, formado por 72 sitiales y una tribuna, que ideó el Maestro Mateo para los canónigos compostelanos nunca acaba, porque la propia basílica se alimentó de sus piedras cuando se desmontó en unos tres meses entre 1603 y 1604.

El coro pétreo y policromado que en torno al año 1200 llenó los cuatro primeros tramos de la nave central de la catedral está considerado la más valiosa herencia del Maestro Mateo después del Pórtico de la Gloria y el nártex románico del que este formaba parte. El coro era, en realidad, su complemento, porque en él continuaba el artista su mensaje teológico. Pero cuatro siglos después los mandos eclesiásticos lo juzgaron obsoleto. Las modas artísticas y la liturgia habían cambiado, así que ese gigante que es la catedral se arrancó buena parte de sus entrañas románicas y siguió creciendo hacia afuera y hacia arriba, devorándose a sí misma en una continua metamorfosis estilística.

Descubrimiento, en el enlosado de la cripta, de una torre de Jerusalén correspondiente al coro mateano.Fundación Catedral de Santiago

Aunque muchas de esas piezas románicas, como las esculturas de la primitiva fachada que protegía el Pórtico, corrieron otra suerte y cambiaron varias veces de manos (dos de ellas fueron a engrosar el patrimonio privado de Francisco Franco), otras jamás abandonaron el templo. Están en él, embutidas de incógnito en muros, cimientos y pavimentos, o a la vista en fachadas, pero sacadas de su contexto. Es el caso de muchos fragmentos del coro, pero también de otras obras de arte que hasta ahora nadie sospechaba que existiesen, como la serie de relieves polícromos que representan, con toda su brutalidad, el pasaje de la matanza de los inocentes.

Más tesoros bajo el suelo

Este último conjunto escultórico (posterior a Mateo) ha sido fechado entre 1250 y 1350 y fue descubierto en las recientes obras de rehabilitación de la cripta, impulsadas por la Fundación Catedral. Aparecen representados soldados con cota de malla y espada, asesinando bebés bajo supervisión de Herodes, al que un demonio le susurra al oído. El director del museo catedralicio y comisario de la muestra organizada con las piezas rescatadas en el Pazo de Xelmírez, Ramón Yzquierdo Peiró, cree que esta escena decoraba alguna capilla o un altar ahora desconocidos. Podría relacionarse con el desaparecido claustro románico o con el entorno del coro. “La catedral sigue guardándose secretos y, con cada descubrimiento, paradójicamente se van abriendo nuevos enigmas e interrogantes”, escribe el especialista en el último número de la revista Catedral de Santiago.

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Las obras en las que estas esculturas románicas se transformaron en relleno y pavimento se llevaron a cabo en el siglo XVII. Entonces se remodeló la cripta (situada bajo el Pórtico y también proyectada por Mateo) y se construyó, por orden del arzobispo Maximiliano de Austria y bajo la dirección del arquitecto jiennense Ginés Martínez, la escalinata barroca del Obradoiro. Embutida en una bancada lateral de esta cripta, los arqueólogos han recuperado también una cabeza con corona y barba, y en el suelo han aparecido dovelas y la lauda sepulcral de un prelado muerto en 1085.

Fragmentos de la Matanza de los Inocentes.Fundación Catedral de Santiago

La posibilidad de hallar tesoros de otros tiempos se abrió desde que comenzaron las profundas obras en las que lleva inmersa la catedral compostelana desde hace más de una década, que empezaron con el estudio del Pórtico para su restauración. En noviembre de 2016, mientras se trabajaba en la torre Sur de la fachada del Obradoiro para atajar graves problemas de humedad, entre el escombro que colmataba el interior del campanario apareció una escultura procedente de la vieja fachada medieval del Pórtico de la Gloria.

La figura del taller de Mateo, de casi dos metros de altura pese a que le habían cercenado la cabeza para desacralizarla, formaba parte del mismo grupo de imágenes que los profetas Isaac y Abraham, entregados por el gobierno municipal de Santiago a Franco en los cincuenta. Pero como la imagen era tan voluminosa y no salía por el acceso que existía, el equipo tuvo que desmontar parte de un muro, y en este, empotrada como material de obra, apareció otra escultura románica que se dató en torno a 1170. Por los pliegues del ropaje se atribuyó a un enigmático artista, el llamado Maestro de los Paños Mojados, que coincidió trabajando en el templo al mismo tiempo que el Maestro Mateo desarrollaba su inmenso proyecto.

El “lindo coro antiguo”

El hallazgo de parte del coro en el enlosado de la escalinata no cogió por sorpresa a los especialistas en la historia de la catedral, porque en sus tramos altos, en 1978, ya habían aparecido un buen número de piezas en una intervención dirigida por Manuel Chamoso Lamas. A partir de ese descubrimiento, de otras partes recuperadas a cuentagotas desde finales del XIX y del estudio de las figuras del coro (profetas, niños cantores) que habían sido reutilizadas para decorar la fachada de Platerías y la Puerta Santa (esa que solo se abre en los años jacobeos), se pudo recrear cómo había sido aquella maravilla creada por Mateo. En los ochenta, los historiadores del arte Ramón Otero Túñez y Ramón Yzquierdo Perrín (padre del otro especialista en la basílica) calcularon las dimensiones y propusieron una reconstrucción que luego financió la Fundación Barrié y se inauguró en 1999, con 17 de los 72 sitiales. En este coro que se exhibe en el museo se emplearon piezas recobradas y otras nuevas para darles continuidad.

Maqueta que recrea, sin policromar, el aspecto que pudo tener el coro medieval de la catedral. Sus 72 sitiales y su tribuna ocupaban cuatro tramos de la nave central a partir del crucero.ÓSCAR CORRAL

“Se ha deshecho el más lindo coro antiguo que había en España”, lamentaba en 1605 el historiador Mauro Castellá Ferrer, testigo del desmontaje un año antes. “Esa cita… está bastante manida”, comenta sin mucho entusiasmo el académico del arte Yzquierdo Perrín. Efectivamente, hoy sería impensable reducirlo al “escombro y material de derribo” que acabó siendo, pero entonces “no se tiró por capricho”, defiende el especialista, “sino porque no se adecuaba a lo que había mandado Trento [el concilio celebrado entre 1545 y 1563]”.

“En la catedral nunca se ha intervenido con el fin de buscar las piezas del coro”, cuenta el investigador. Simplemente “han ido apareciendo en obras, y gracias a eso, rompiéndonos la cabeza muchas veces y con cálculos muy complicados, se fue montando el puzzle”. Aunque no se conoce con exactitud la altura que tenía la estructura, explica, “porque jamás apareció una columna entera”: “por su forma no eran piezas se que pudiesen reutilizar” en muros o suelos y “se desechaban”. Sobre la reconstrucción que plantearon él y Otero Túñez, el coro tal y como hoy se conoce, admite que cambiaría “pequeños detalles” y “concretaría algunos aspectos”, pero “en conjunto”, cree que “la percepción está conseguida”.

Piezas con restos de policromía que formaban parte de la fachada exterior del coro de Mateo, halladas durante las últimas obras.Fundación Catedral de Santiago

El académico estima que, entre las piezas del viejo coro halladas y las identificadas dentro y fuera de la ciudad de Santiago actualmente faltaría, como mucho, “un 30%” de la estructura. Algunas partes acabaron utilizándose en la construcción de bajos comerciales junto a la catedral y hay dos ménsulas en una casa del casco histórico de la capital gallega. Según Yzquierdo Perrín fueron a parar allí porque en tiempos fue un inmueble de la Iglesia. Aunque la mayoría de las figuras de profetas y apóstoles se reutilizaron en la Puerta Santa, algunas tallas del coro emigraron al Museo Arqueológico Nacional y en su día hasta se reutilizaron para adornar una fuente (municipio de Vedra , A Coruña), las jambas de una capilla (Val do Dubra, A Coruña) o el pie de un crucero (Nemenzo, Santiago).

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