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La cifra de alertas por deforestación en el Amazonas en septiembre es la segunda peor desde 2015

Un incendio ilegal en una reserva medioambiental de la Amazonia, al sur de Novo Progresso (Pará) a mediados de agosto.CARL DE SOUZA / AFP

Los ecosistemas más valiosos de Brasil están sufriendo una devastadora ola de incendios que devora rica vegetación y fauna. La Amazonia vive la peor ola de fuegos de la última década, según indican los datos del balance oficial difundido este jueves. Los satélites han detectado más de 32.000 focos de calor en la mayor selva tropical del mundo. Al sur, otro rico bioma brasileño más desconocido pero de enorme biodiversidad, el Pantanal —el mayor humedal del planeta— sufre la peor temporada de incendios de la historia.

Esta es la temporada seca y de incendios en Amazonia. En lo que va de año los fuegos han aumentado allí un 13% en comparación con 2019, según los últimos datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués). La coyuntura internacional, con la atención de Europa y el resto del mundo centrada en la crisis sanitaria y económica por la pandemia de coronavirus, ha contribuido a que este año los incendios no hayan causado una crisis diplomática como la de agosto pasado. Un año atrás, un gran pico de fuegos en agosto, justo cuando el G7 se reunía en Francia, derivó en fuertes críticas de líderes mundiales contra Brasil, cuyo presidente, Jair Bolsonaro, se enzarzó con su homólogo francés, Emmanuel Macron.

Este año el contexto internacional es otro, pero los bosques tropicales siguen ardiendo con furia pese a que las autoridades prohibieron los incendios desde el inicio de la temporada y a un amplio despliegue militar en la región. “Llevamos dos meses con mucho fuego. Ya estamos peor que el año pasado”, ha explicado Ane Alencar, directora científica de Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia brasileña (IPAM), a Reuters. “Si la sequía persiste puede ser peor. Estamos a merced de las lluvias”, ha añadido la especialista. Los focos superan los 30.000 si se suman los del resto de los países amazónicos.

Sin el aura de la Amazonia, los incendios en el Pantanal tienen menos repercusión fuera de Brasil pero aquí han sido el gran tema ambiental de los últimos meses. El fuego ha destruido una cuarta parte del territorio de este humedal que se ubica en Mato Grosso. El Pantanal es uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del mundo y el hogar de una notable población de jaguares.

El Gobierno es perfectamente consciente que el medio ambiente es uno de sus grandes talones de Aquiles en su relación con el resto del mundo. Esto quedó claro cuando Bolsonaro dedicó al asunto la mitad de su discurso por videoconferencia ante la Asamblea General de Naciones Unidas el mes pasado. Es un tema capital en las negociaciones para el proceso de ratificación del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur que ya ha comenzado.

Los incendios de la Amazonia están también en el radar del aspirante a sustituir a Donald Trump como presidente de Estados Unidos. La única mención a Brasil en el caótico primer debate electoral salió de boca del demócrata Joe Biden, que prometió que si gana buscará 20.000 millones de dólares en su país y el mundo para combatir los incendios en la Amazonia. Biden alertó de que si Brasil no cambia el rumbo de su política medioambiental va a sufrir pérdidas económicas. Fondos de inversión y empresas europeas están alzando cada vez más frecuentemente sus voces, presionados por su clientela, para que las autoridades brasileñas se tomen en serio la necesidad de preservar la frágil Amazonia para intentar mitigar el impacto del cambio climático.

La referencia de Biden a los incendios indignó a Bolsonaro, siempre temeroso como buena parte de sus compatriotas de que el descomunal bosque tropical le sea arrebatado por extranjeros. El brasileño respondió al candidato estadounidense en una serie de contundentes tuits incluido uno que decía: “Brasil ha cambiado. Su presidente, a diferencia de los de izquierdas, no acepta sobornos, demarcaciones criminales y amenazas infundadas”. Y remachó en mayúsculas: “Nuestra soberanía es innegociable”.




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