La convocatoria sin consenso de elecciones legislativas aboca a Venezuela a un callejón sin salida

Un cartel del Consejo Nacional Electoral venezolano invita a inscribirse en el censo para votar en las legislativas de diciembre.
Un cartel del Consejo Nacional Electoral venezolano invita a inscribirse en el censo para votar en las legislativas de diciembre.Miguel Gutiérrez / EFE

Rafael Simón Jiménez, vicepresidente del recién nombrado Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, renunció sorpresivamente a su cargo este jueves. El dirigente político, vinculado a partidos minoritarios opositores de línea moderada, agrupados en la denominada Mesa de Diálogo Nacional, había participado en las negociaciones con el chavismo para organizar los próximos comicios legislativos del país en los términos impuestos por el Gobierno de Nicolás Maduro, que controla la mayoría del organismo electoral.

Político experimentado con buenas relaciones con la mayoría de la dirigencia opositora tradicional, Jiménez era visto como uno de los pocos dirigentes con la suficiente vocación democrática y autonomía de criterios como para no hacer suyas, con total pasividad, las imposiciones de la burocracia chavista con vistas a los comicios legislativos fijados para diciembre. La convocatoria ha sido criticada por gran parte de la comunidad internacional por la ausencia de garantías y en la mayoría de la oposición ha decidido no participar.

Varios diputados opositores, como Ángel Medina, de Primero Justicia, o William Dávila, de Acción Democrática, han declarado que la decisión de Jiménez envía nuevas señales al país en torno a la poca fiabilidad de estos comicios. “La decisión de renunciar al cargo para el cual fue escogido de manera inconstitucional por el Tribunal Supremo de Justicia expresa la debilidad sobre la cual se intenta montar un árbitro electoral en Venezuela”, dijo Medina. Jiménez será sustituido por el rector incorporado Juan Carlos Delpino, también de la oposición moderada.

La elección de los rectores del actual Consejo Nacional Electoral fue organizada por el Tribunal Supremo de Justicia de forma unilateral, por encima de la autoridad constitucional de la Asamblea Nacional, controlada por las fuerzas críticas al chavismo. Ha sido, sin embargo, el propio Jiménez el que se ha encargado de hacer saber que su salida del Consejo Nacional Electoral obedece a motivos más personales, periféricos, no tan vinculados a las presiones políticas de fondo o la limitación de sus funciones, como muchos creyeron en un primer momento.

“Fue una acumulación de cosas. Siento que soy el mono del circo. Las otras rectoras vienen de una actividad muy discreta y tienen un bajo perfil, el centro de todas las miradas soy yo y eso me lleva a tener posiciones muy claras”, afirmó Jiménez, para quien la autoridad electoral es ahora “una camisa de fuerza”. Al comentar que es difícil para él, en lo personal, guardar el silencio que le impone su cargo, Jiménez agregó que prefería seguir “aportando a la democracia desde el activismo político” e hizo, a pesar de la renuncia, un apasionado llamamiento a la participación de la población a la cita electoral de finales de año.

“Considero que esto es una lucha democrática, y en la lucha contra un régimen como este tenemos que tener exigencias permanentes, pero desde el activismo. La peor forma de hacerlo es desactivándonos y no movilizándonos. Si los abstencionistas dieran algún argumento o propuesta válida, quizás los apoyaría, pero no pasa. Actualmente, mantengo que la abstención es igual a extinción”. A Rafael Simón Jiménez se le estuvo preguntando con insistencia si tiene planes para presentar su nombre como candidato a diputado y, sin descartarlo de plano, afirmó no tener un partido que lo presente.

El último sondeo realizado en julio por la encuestadora Delphos para el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello recoge que, con todo, todavía hay disposición a votar entre los venezolanos. Según la encuesta, el 62,3% de los consultados cree que la oposición debe participar, y el 46,6% iría a votar incluso si Juan Guaidó no va. Solo el 35,4% estaría dispuesto a protestar de nuevo en las calles para forzar un cambio de Gobierno.

La predisposición al voto se mantiene incluso a pesar de que el 41,7% valora muy negativamente al actual CNE. El estudio de Delphos también revela que el 64,7% de los consultados asegura no haber escuchado antes sobre la Mesa de Diálogo Nacional y sus miembros. Los que se identifican como opositores alcanzan el 41,6% de la encuesta, pero se dividen entre quienes apoyan al liderazgo de Juan Guaidó y los que no. Estos últimos son un 16,7%.


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